El impacto de la filosofía empirista en la moral, la política y la religión

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Dios, los Cuerpos y el Yo

Hume critica la idea de causalidad basándose en sus planteamientos empiristas, argumentando contra la posibilidad de conocer una sustancia infinita en la que creían los racionalistas: Dios.

Según Hume, la causalidad implica una relación compleja entre causa y efecto, más allá de la simple observación. Las relaciones de contigüidad y sucesión (la causa y el efecto son espacialmente contiguos y la causa es temporalmente anterior al efecto) entre causa y efecto son validadas por experiencias, pero la conexión necesaria entre ellos no puede ser derivada de la experiencia directa, ya que no encontramos una impresión de esta conexión en la experiencia. Hume sugiere que nuestra mente crea la idea de conexión necesaria a partir del hábito de asociar eventos contiguos, lo cual genera una creencia subjetiva en la relación causal. Esta creencia proporciona seguridad, pero Hume sostiene que la causalidad no tiene un fundamento científico o filosófico, sino que es esencialmente un sentimiento o una convicción subjetiva.

La idea de Dios como una sustancia infinita y perfecta carece de validación, ya que no se encuentra ninguna impresión que respalde esta idea. Los argumentos tradicionales para demostrar la existencia de Dios, como la quinta vía tomista que utiliza la inferencia causal a partir del orden observado en el mundo, también se basan en la causalidad. Por lo tanto, según Hume, es imposible demostrar la existencia de Dios a partir de la experiencia empírica, ya que la causalidad misma se reduce a una creencia subjetiva derivada de la costumbre en lugar de una certeza objetiva.

El Emotivismo Moral

Hume argumenta que la moralidad se fundamenta en el sentimiento, no en la razón, como se consideraba desde los griegos. Según él, los juicios morales son impulsados por sentimientos naturales de aceptación o rechazo hacia las acciones. La valoración moral de una acción depende de un sentimiento de placer (para lo bueno) o dolor (para lo malo) particular y desinteresado. Este tipo de placer y dolor moral son distintivos porque no están motivados por intereses personales, como ocurre con otros tipos de placeres. En resumen, para Hume, "la moral se siente más que se juzga".

Pensamiento Político

Rousseau dice que la gente nace buena y justa, pero la sociedad los perjudica. Cree que necesitamos cambios en la sociedad y la política para mejorar a las personas. El hombre, sin influencias de la sociedad, es llamado natural o salvaje. Este hombre es visto como la norma ideal para evaluar la sociedad actual. En su estado natural, no hay virtudes ni vicios, ni gobierno, ni lenguaje, ni reglas morales, ni opresión, ni propiedad, ni desigualdad, ni infelicidad. En la sociedad, la diferencia entre el hombre natural y el social es enorme. La sociedad establece la propiedad y, con ella, la desigualdad, causando muchos problemas. Los ricos obligan a los pobres a pactar para proteger lo poco que tienen, lo que destruye la libertad, aumenta la desigualdad y lleva a conflictos.

La Propuesta: El Contrato Social

Para entender El contrato social, hay que entender tres ideas:

  1. La voluntad general: Es el principio básico de la política. Rousseau dice que las leyes deben surgir de la voluntad general, que representa el interés de todos. Un Estado ideal sería donde la voluntad general y la de cada ciudadano coincidan, donde se busque el bien común en todas las decisiones.
  2. El valor de la ley: La ley es crucial para proteger la libertad de la gente y la autoridad del gobierno. Debe reflejar la voluntad general y solo el pueblo, como soberano, tiene el poder de crear leyes. Por eso, la ley es obligatoria porque el pueblo se la da a sí mismo y quiere obedecerla. En el Estado, lo más importante es que todos obedezcan la ley, no a una autoridad en particular. El pueblo es el que manda, y todos tienen los mismos derechos y deberes. Para Rousseau, el Estado debe devolver la libertad y la igualdad perdidas. Sugiere un Estado donde se equilibre el poder con la libertad de cada persona.
  3. La lucha contra la desigualdad entre los hombres: Rousseau quiere que todos sean iguales, pero la desigualdad económica lo impide. Mientras los ricos sometan a los pobres, la igualdad es solo un sueño. Él piensa que los gobiernos deben intervenir para corregir esta desigualdad económica y evitar que empeore.

En El contrato social, Rousseau busca encontrar los principios básicos para todas las sociedades. Él ve que las sociedades actuales quitan la libertad e igualdad naturales de las personas. Propone un nuevo orden donde recuperemos esa libertad e igualdad. Piensa que, como todos somos iguales por naturaleza y nadie es superior a otro, la única autoridad legítima será aquella acordada por todos, a través de un contrato o pacto. Rousseau dice que rendirse a un acuerdo significa perder la esencia humana: la libertad y los derechos. Quiere una asociación que dé seguridad a las personas y les permita ser libres. Propone el contrato social, donde los individuos aceptan renunciar a sus intereses personales por el bien común. La voluntad general, que busca el interés de todos, es clave. Solo si todos aceptan esto, se puede formar una sociedad justa donde el deber y la moral sustituyan a los deseos individuales. Este pacto garantiza la igualdad para todos, ya que todos están bajo la misma regla. Para garantizar igualdad y libertad, la ley debe reflejar la voluntad de todos. La ley es creada por el pueblo, como soberano, definiendo así las reglas de su sociedad. Aunque el pueblo busca el bien, a veces no sabe cómo lograrlo. Rousseau dice que el pueblo necesita un legislador. Este legislador es alguien que escribe las leyes que el pueblo quiere y las aprueba mediante votación libre. El poder legislativo siempre está en manos del pueblo y no puede ser delegado. Es importante decidir quién gobierna (el poder ejecutivo), cómo se relaciona con el soberano y la ley, y cuál es la mejor forma de gobierno. En el Estado, hay dos partes: la fuerza (poder ejecutivo) y la voluntad (poder legislativo). El poder legislativo es del pueblo solamente. Sin embargo, no puede ejecutar leyes por sí solo. Se necesita alguien que aplique la fuerza pública siguiendo las leyes creadas por la voluntad general. El gobierno no es el soberano, solo aplica las leyes. Tampoco es lo mismo que el Estado. El gobierno es quien ejecuta el poder de manera legítima. Para prevenir la corrupción del poder, Rousseau dice que es importante tener reuniones frecuentes y limitar el tiempo que alguien puede representar y gobernar.

La Religión en el Estado

Rousseau tiene una visión interesante sobre la religión en el Estado. Él distingue tres tipos:

  1. La religión personal: centrada en la adoración de Dios y la moral.
  2. La religión nacional: que está ligada a un solo país, con sus propios rituales y leyes.
  3. La religión del sacerdote: donde el hombre tiene lealtades divididas entre lo divino y lo terrenal. Esto puede llevar a un derecho confuso y separado, como en el cristianismo romano.

Rousseau cree que el Estado debe ser independiente de la religión. Debería permitir todas las religiones que sean aceptadas entre sí y que no vayan en contra de los deberes o la libertad de los ciudadanos. El Estado no debe preocuparse por las creencias de cada persona o las doctrinas de las iglesias, pero sí debe cuidar de la lealtad, el bienestar y la libertad de sus ciudadanos.

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