Impacto del Desarrollo Agrario en España y Orígenes del Imperialismo del Siglo XIX
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El Escaso Desarrollo Agrario en España y sus Consecuencias
La permanencia en el campo de una mano de obra barata no estimuló ni aumentó la productividad. El resultado fue el mantenimiento de unos bajos rendimientos agrícolas y la pobreza de la mayor parte de la población agraria, lo que supuso un escaso avance de la industrialización.
Estructura de la Propiedad Agraria
Respecto a la estructura de la propiedad, en la mayor parte de Extremadura, Castilla y Andalucía existían grandes latifundios cuyos propietarios eran absentistas y basaban sus beneficios en el escaso coste de la mano de obra.
En la Submeseta Norte y en Galicia predominaban los minifundios, propiedades de escasa extensión, difíciles de mecanizar y con rendimientos que apenas alcanzaban a mantener una familia.
Tan solo en algunas regiones como Cataluña, Valencia, la Cornisa Cantábrica y La Rioja, la estructura de la propiedad resultaba más equilibrada.
Principales Productos Agrícolas
- El cereal constituyó el principal producto de la mayor parte de la Meseta y Andalucía.
- En la zona norte se cultivaban patatas y en Galicia también maíz.
- En las regiones mediterráneas abundaban el arroz y los cítricos.
- En Cataluña y La Rioja, la viticultura alcanzó una gran expansión.
- En Andalucía la tuvo el olivar.
Las naranjas, el aceite de oliva y el vino eran los principales productos de exportación.
Las Causas del Imperialismo del Siglo XIX
El imperialismo tuvo múltiples motivaciones que impulsaron a las potencias europeas a expandirse por el mundo.
Motivaciones Económicas y Demográficas
El imperialismo tuvo motivaciones económicas. Los países industrializados de Europa necesitaban buscar nuevos mercados donde vender el excedente de su producción industrial. También aspiraban a comprar materias primas y productos coloniales al mejor precio posible. Finalmente, querían invertir sus excedentes de capital en lugares fuera de Europa donde la mano de obra más barata les permitiera obtener mayores beneficios.
Los cambios económicos dieron como resultado un gran aumento de la población europea, que alcanzó los 450 millones de habitantes en 1900. Esta expansión demográfica generó un volumen de población excedente, sobre todo en la agricultura, que estimuló la emigración hacia otros continentes. Como consecuencia, 40 millones de personas abandonaron en el siglo XIX el Viejo Continente para establecerse en países extraeuropeos. Hasta 1875, los emigrantes fueron principalmente británicos, irlandeses y alemanes, pero a partir de esa fecha empezaron a ser más numerosos los emigrantes procedentes de Austria-Hungría y Rusia, y los de origen mediterráneo.
Intereses Políticos y Estratégicos
Las fronteras de Europa se habían estabilizado a finales del siglo XIX después de las revoluciones liberales y de las unificaciones de Italia y Alemania. De este modo, las posibilidades de ampliar sus territorios dentro de Europa llevaron a los estados a preparar su expansión por otros continentes. Todos los gobiernos ambicionaban construir imperios coloniales para aumentar su prestigio y poder internacional. Las colonias contribuían al desarrollo del comercio y la industria y a la formación de ejércitos nacionales poderosos. Además, al unir toda la nación en la empresa de conquista y dominio colonial, los problemas políticos internos quedaban relegados a un segundo plano.
Las grandes potencias compitieron entre ellas para controlar áreas geográficas de interés económico o estratégico. En más de una ocasión, la rivalidad política y militar entre países provocó conflictos locales y crisis internacionales que acabarían desembocando en el estallido de la Primera Guerra Mundial.
Exploración y Conquista
A mediados del siglo XIX, gran parte del interior de África, Asia y de los océanos era prácticamente desconocida. La búsqueda de nuevos territorios en los que expandirse proporcionó una serie de viajes científicos y de exploraciones geográficas. Las primeras expediciones fueron realizadas por británicos y franceses. Entre los exploradores más prestigiosos destacaron los ingleses Livingstone y Stanley, y el francés Brazza, que recorrieron y cartografiaron África Central. Tras la exploración del territorio, la conquista se llevó a cabo de forma relativamente rápida y fácil.