Immanuel Kant: Contexto Histórico y Filosófico en la Ilustración
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Contexto Histórico y Filosófico de Immanuel Kant
Contexto Histórico: El Siglo de las Luces
Immanuel Kant vivió en el siglo XVIII, un periodo marcado por eventos cruciales como la independencia de Estados Unidos (1776), la Revolución Francesa (1789) y los inicios de la Revolución Industrial. Estos cambios estuvieron vinculados a la consolidación del capitalismo y al ascenso social y político de la burguesía, clase que impuso un nuevo modelo cultural: la Ilustración.
Este siglo, denominado 'El siglo de las luces', pretendía liberar al ser humano del oscurantismo derivado de la ignorancia o la superstición, a menudo perpetuadas por la enseñanza religiosa tradicional. Se propugnaba el uso de la razón, invitando al hombre a iniciar la búsqueda y la expansión del conocimiento por sí mismo (lema implícito: Sapere aude - Atrévete a saber).
En el terreno político, predominó inicialmente el despotismo ilustrado, sistema en el que los monarcas aplicaban reformas sociales inspiradas por los ilustrados, pero sin otorgar participación popular. Sin embargo, la aplicación práctica de las ideas ilustradas condujo, a finales de siglo, a la transición del Antiguo al Nuevo Régimen. Esto implicó la abolición de los estamentos privilegiados, el paso de monarquías absolutas a parlamentarias o repúblicas y, fundamentalmente, la transformación de los individuos de súbditos a ciudadanos.
La Ilustración impulsó al ser humano a responsabilizarse de su saber y de su obrar, ejerciendo la fuerza del pensamiento autónomo. Con ella culminó el movimiento de secularización característico de la Edad Moderna: la razón se emancipó de tutelas políticas o religiosas. Todos los ilustrados compartieron un ideal de progreso, confiando en que los avances educativos, científicos y tecnológicos harían posible una humanidad más justa e igualitaria.
Contexto Filosófico: Racionalismo vs. Empirismo
En el ámbito filosófico, el debate central se daba entre el racionalismo dogmático y el empirismo escéptico. Desde el racionalismo alemán, Christian Wolff defendía la posibilidad de la metafísica como un saber a priori (independiente de la experiencia) acerca del alma, el mundo y Dios. Por otro lado, desde el empirismo, David Hume, al fundar todo conocimiento humano en la experiencia, consideraba la metafísica como una indagación imposible más allá de los límites de dicha experiencia.
La Ilustración consideraba que la razón humana es autónoma, independiente de la cultura, la religión o la política. Precisamente, se sostenía que estas últimas debían fundarse en la razón, ya que, a diferencia del conocimiento potencialmente engañoso de los sentidos, el conocimiento racional podía aspirar a la certeza. Esto llevó a la intención ilustrada de ordenar la vida moral según la propia razón, y no según gustos o costumbres particulares. De este pensamiento se deriva que la conciencia del deber o la virtud no proviene de una fuente externa a la razón humana, sino que emana del propio sujeto.
De igual forma, estas ideas se extrapolaron al terreno político, impulsando la búsqueda de un régimen político adecuado para la razón humana (entendida como razón pública) y el desarrollo de un derecho estrictamente “racional” o “natural”.