La Ilustración: El Siglo de las Luces y el Despotismo Ilustrado

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La Ilustración: El Siglo de las Luces

A pesar del progreso económico de Europa y de la evolución social que este avance provocó, los alicerces del Antiguo Régimen -el absolutismo y la sociedad estamental- obstaculizaban cualquier cambio sociopolítico. Contra este inmovilismo, los intelectuales de la época comenzaron a cuestionar el orden establecido y surgió así una nueva corriente de pensamiento: la Ilustración.

La Ilustración fue un fenómeno europeo, especialmente francés, que abarcó casi todo el siglo XVIII y se extendió a América. Se caracterizó por su racionalismo y su espíritu crítico frente al absolutismo político y la ortodoxia religiosa. Reflejaba la influencia de pensadores del siglo XVII, como Descartes, quienes propugnaban el papel central de la razón en la adquisición de conocimientos.

Esta época fue conocida como el Siglo de las Luces, el siglo en el que se cerraba la larga etapa de oscuridad heredada de la Edad Media. Hasta entonces, las fuerzas del Antiguo Régimen se habían opuesto al progreso y habían limitado el desarrollo intelectual y científico, para que el principio de autoridad, en el que se asentaba el orden establecido desde el medievo, no fuese criticado. De este modo, se pretendía salvaguardar las creencias tradicionales, el poder incuestionable de los monarcas y los dogmas religiosos.

Las propuestas intelectuales de los pensadores ilustrados rompieron con ese pasado. Europa, y América en menor medida, entraron en una nueva época en la que, de la mano de la burguesía en ascenso, predominaría una nueva mentalidad. La Iglesia y el absolutismo monárquico perdieron progresivamente su influencia y se fue extendiendo una cultura laica, no basada en la religión.

El racionalismo y el espíritu crítico impregnaron las ideas filosóficas, religiosas, económicas, científicas y culturales de este período, y sus efectos se dejarían sentir en la sociedad occidental en épocas posteriores.

Los Principios de la Ilustración

Los ilustrados fueron intelectuales procedentes de diversas contornos sociales y culturales; eran tanto nobles y burgueses laicos como clérigos, todos ellos interesados en que se reorganizase la sociedad conforme a nuevos valores éticos. Los principios de este nuevo modelo de convivencia fueron:

  • La razón: la capacidad que permite a cada individuo dudar y ser crítico para evitar que otros le impongan sus criterios políticos o religiosos.
  • La felicidad: las relaciones gratificantes entre el individuo y la colectividad, basadas en el conocimiento y en la búsqueda del bien individual, pero sin perjudicar el progreso social.
  • La libertad: la dependencia exclusiva de los derechos individuales, y no de poderes absolutistas.
  • La tolerancia: la convivencia de ideas políticas y religiosas distintas en una misma sociedad, lo que conduce al respeto de los derechos naturales, fundamentados en la naturaleza humana, para todos los seres humanos.
  • El progreso: el avance hacia mejoras materiales y espirituales. Los ilustrados pusieron de relieve la importancia de extender el progreso a todos los lugares, y algunos intelectuales, como Diderot, criticaron las acciones de los europeos en los continentes descubiertos.

Para los ilustrados, esta nueva sociedad llegaría gracias a la difusión de los valores ilustrados mediante la educación. Con este objetivo, proponían que la Iglesia no monopolizase la educación, como sucediera en el pasado. Defendían por eso que el Estado se hiciese cargo de la dirección de las escuelas y que la escolarización fuese obligatoria y gratuita. Los efectos iniciales de estas propuestas no fueron muy significativos, ya que la mayor parte de la población vivía en el medio rural. En las ciudades, en cambio, provocó el descenso del analfabetismo.

Difusión de las Ideas Ilustradas

Las nuevas ideas ilustradas circulaban a través de la prensa y los libros, pero, sobre todo, se dieron a conocer gracias a la Enciclopedia, obra cumbre de la Ilustración. Dirigida por los ilustrados franceses Diderot y D'Alembert, sus 28 volúmenes se fueron publicando entre 1751 y 1772 para sintetizar todo el conocimiento de la época. En ella, los temas e ideas se organizaban alfabéticamente, lo que era una novedad en esa época. Esta obra llegó a tener 25 000 suscriptores.

Como alternativa a los antiguos lugares de vida social -la iglesia, la familia y el gremio-, las ideas ilustradas corrían de boca en boca en los faladoiros de los cafés, las tabernas y los salones de la nobleza y la alta burguesía. Algo propio de la época ilustrada fue la creación de sociedades de lectura, que funcionaron como las primeras bibliotecas populares para el préstamo de libros. Con esto, la lectura aumentó sensiblemente en la época ilustrada. En Inglaterra, por ejemplo, de los 21 000 ejemplares publicados en 1710 se pasó a los 65 000 de 1790. Los temas religiosos fueron sustituidos por libros de ciencias, artes, filosofía y literatura.

Los científicos e intelectuales se reunían en las academias, donde se daban conferencias, se leían artículos científicos y obras literarias, y, sobre todo, se organizaban trabajos prácticos: estudios topográficos, agrarios y climáticos; diccionarios y estadísticas de población, profesiones e ingresos; expediciones científicas y arqueológicas; proyectos industriales, etc. Estos estudios fueron apoyados generalmente por los reyes, interesados en incorporar reformas en sus gobiernos. Para eso, fomentaron la creación de importantes academias, como las de ciencias de París, San Petersburgo, Berlín...

Las contribuciones científicas y culturales de las mujeres ilustradas fueron muy relevantes. Entre ellas destacaron Emilie du Chatelet, primera traductora de Newton al francés; María Gaetana Agnesi, matemática y lingüista, y Mary Wollstonecraft, filósofa y escritora británica.

El Liberalismo Político

La teoría política del filósofo británico John Locke (1632-1704) ejerció una influencia fundamental en los ilustrados, que criticaron el marco agrario y estamental en el que vivía la mayoría de los europeos, y propusieron una nueva organización de la sociedad y del Estado para lograr el progreso. Los principales ideólogos ilustrados fueron franceses y, entre ellos, destacaron:

Montesquieu

Magistrado en Burdeos, barón de Montesquieu, criticó la monarquía absoluta por la que el rey concentraba todos los poderes. Propuso una monarquía moderada en la que existiese separación de poderes entre el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Este fue el punto de partida del liberalismo político, en oposición al absolutismo.

Voltaire

Burgués y rico propietario, criticó el fanatismo religioso y la estructura de la Iglesia, y propuso una religión individual. Aunque fue partidario del despotismo ilustrado, defendió los derechos civiles individuales y la necesidad de justicia.

Rousseau

De origen burgués modesto, criticó la desigualdad social y propuso un modelo de sociedad en el que la soberanía estuviese en manos del pueblo y no del rey. Rousseau consideraba que la sociedad debía someterse a la voluntad general, expresada directamente por el pueblo soberano. Fue el primero que expuso la idea de democracia en el marco del liberalismo político.

El Liberalismo Económico

Aunque las primeras ideas ilustradas pertenecían al campo de la filosofía y la política, fueron muchas las disciplinas que se vieron beneficiadas por los principios de razón y progreso y por la difusión del conocimiento propia de esa época. Así sucedió en el campo de la economía, la ciencia y la técnica.

El británico Adam Smith (1723-1790) elaboró una teoría económica, el liberalismo económico, que defendía la libertad del individuo para producir y comprar con el objetivo de lograr la riqueza de las naciones. Smith criticaba las limitaciones que los gremios y monopolios, en manos de muy pocas empresas o propietarios, imponían a las relaciones económicas. Oposto al mercantilismo, el economista francés François Quesnay (1694-1774) desarrolló la teoría de la fisiocracia, que defendía también el libre funcionamiento del sistema económico. Su lema fue laissez faire ('dejad hacer'), en referencia a la necesidad de que la economía gozase de total libertad, sin la regulación ni la intervención de los Estados.

El Despotismo Ilustrado

El despotismo ilustrado fue una variante de la monarquía absoluta que incorporaba como objetivos de gobierno la aplicación de reformas «desde arriba», de acuerdo con algunas formulaciones de la Ilustración. Pero estas reformas no limitaban el poder absoluto de los monarcas.

Este modelo se practicó en diversos países europeos desde la segunda mitad del siglo XVIII. Importantes ilustrados se pusieron al servicio de las monarquías absolutas francesa, prusiana, española y rusa, entre otras, como consejeros o ministros encargados de racionalizar el funcionamiento del Estado para mejorarlo y hacerlo más eficaz.

La idea de progreso les pareció muy útil a los soberanos para gobernar con mayor eficacia y legitimar su poder. Las academias fueron las encargadas de realizar estudios y proyectos que conviniesen a los gobiernos despóticos. De esa manera, en las cortes europeas se fomentaron las ciencias y las artes.

Para mejorar el funcionamiento del Estado, los déspotas ilustrados pusieron en marcha una serie de reformas políticas y económicas. Los parlamentos o cortes dejaron de convocarse; también se reorganizó la Administración provincial con el objetivo de centralizar y reforzar el poder de los reyes. Se practicaron reformas económicas para aumentar los ingresos del Estado: se introdujeron mejoras en la agricultura, la artesanía y el comercio, se instruyeron los trabajadores industriales y se ampliaron las vías de comunicación. También se tomaron ciertas medidas contra la Iglesia, que no acataba el poder incuestionable de los déspotas absolutos sobre ella. Los reyes comenzaron a practicar un fuerte regalismo, o intromisión del poder real en el eclesiástico.

Sin embargo, ningún principio ilustrado del liberalismo político fue incorporado a la práctica de gobierno, ya que se pretendía afianzar el absolutismo y la sociedad estamental. Ideas como la separación de poderes o la soberanía popular destruirían, de hecho, las monarquías absolutas.

Algunos de los monarcas representativos del despotismo ilustrado fueron Luis XV de Francia (1715-1774), Federico II de Prusia (1740-1786), José II de Austria (1780-1790), Catalina II de Rusia (1762-1796), Christian VII de Dinamarca (1766-1808), Gustavo III de Suecia (1771-1792) y Carlos III de España (1759-1788).

Definiciones

Antiguo Régimen

Sistema político, social y económico de la Europa de la Edad Moderna (siglo XVI a XVIII). Está caracterizado por el mantenimiento de estructuras feudales como una economía basada en la agricultura señorial y la sociedad estamental, junto con el absolutismo a nivel político.

Estamento

Grupo social cerrado al que se accede por nacimiento. Los estamentos organizan la sociedad del Antiguo Régimen. Eran tres: dos privilegiados (nobleza y clero) y uno no privilegiado pero muy mayoritario y diverso conocido como tercer estado. (Se puede ampliar con características generales de privilegiados y no privilegiados).

Ilustración

Corriente de pensamiento que se desarrolló en Europa (especialmente en Francia) y sus colonias en América, a lo largo del siglo XVIII. Representó una modernización cultural y el intento de cambio de la organización social y política del Antiguo Régimen. Se caracterizó por el racionalismo y el espíritu crítico frente al absolutismo político y a la ortodoxia religiosa. (Se puede ampliar con los principios defendidos por los ilustrados: razón, felicidad, libertad, tolerancia y progreso). (La educación, el espíritu crítico como medio para desarrollar la razón y alcanzar el progreso, la libertad y la felicidad).

Despotismo Ilustrado

Variante de la monarquía absoluta que se desarrolló durante la segunda mitad del siglo XVIII. Constituyó una forma de gobierno que trataba de conciliar el absolutismo con las nuevas ideas de la Ilustración, pero las reformas nunca limitarían el poder absoluto de los monarcas. Llevando a cabo toda una serie de reformas políticas, económicas y en el ámbito eclesiástico (regalismo). Aunque ningún principio de liberalismo político fue incorporado a la práctica del gobierno. Su lema “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”. Monarcas ilustrados: Carlos III de España, Catalina II de Rusia y Luis XV de Francia.

Soberanía Nacional

Principio político que defiende que la soberanía reside en la nación (pueblo), que se expresa libremente por medio del voto. El pueblo se gobierna a sí mismo a través de sus representantes. Principio del liberalismo político defendido por el pensador ilustrado Rousseau. Este principio está presente en todas las constituciones de las diferentes etapas de la Revolución Francesa (Constitución 1791/Etapa Monarquía Constitucional; Constitución 1793/Convención; Constitución 1795/Directorio) y en la Constitución Americana de 1787.

Separación de Poderes

Principio político del liberalismo que plantea la división de los poderes del estado en ámbitos independientes entre sí. Siguiendo la división de Montesquieu habría tres poderes: legislativo (parlamento), ejecutivo (gobierno) y judicial (tribunales). Este principio fue el punto de partida del liberalismo político, en oposición al absolutismo.

Absolutismo

Sistema político en el que el rey concentra todos los poderes del Estado (ejecutivo, legislativo y judicial) y los ejerce sin ningún tipo de límite. El absolutismo se justifica con la idea de origen divino de los gobernantes: Dios elige al rey para que ejerza el poder absoluto. El rey es una encarnación del Estado (“el Estado soy yo” dijo Luis XIV, que simbolizó el carácter de la monarquía absoluta). El absolutismo fue el sistema político característico de Europa durante el Antiguo Régimen.

Sufragio

Es el derecho a ejercer el voto para elegir cargos públicos. El pueblo elige a través del sufragio un parlamento que lo representa. Puede ser un sufragio restringido, como el sufragio censitario (sufragio masculino limitado según la riqueza o la propiedad, constitución francesa de 1791 durante la etapa de la revolución francesa de la monarquía constitucional) (o no limitado sufragio universal masculino (votan sólo hombres, Constitución 1793 etapa de la convención)).

Montesquieu/Voltaire/Rousseau

Pensadores ilustrados que propusieron y desarrollaron las ideas claves del liberalismo político. (Página 22 del libro).

Estado Federal

Sistema político en el cual los distintos estados poseen autonomía para gobernarse a sí mismos, pero acuerdan mantener una política exterior, de defensa (un ejército) y una Constitución comunes. Las funciones de gobierno se reparten entre la capital y los diferentes estados. Contextualización: Constitución Americana 1787. Las funciones de gobierno se reparten entre la capital Washington y los diferentes estados.

Constitución

Norma o ley fundamental por la que se rige un Estado, estableciendo los derechos y libertades de los ciudadanos, la forma de gobierno y la relación entre los poderes. (Contextualizar: Constitución Americana 1787, diferentes Constituciones de las etapas de la Revolución francesa).

Jacobinos

Grupo político que constituía la rama más radical de la Revolución Francesa (1789 – 1799), en oposición a los más moderados, los girondinos. Defendían la República y el derecho a la igualdad por encima de la libertad. Desplazaron a los girondinos del poder en junio de 1793. Su líder fue Robespierre y controlaron la Francia de la Convención (1792–1792).

Girondinos

Grupo político de la alta burguesía moderada durante la Revolución Francesa (1789 – 1799). Partidarios de la República, también llamados patriotas, defendían la libertad y el derecho a la propiedad como inalienable (derecho fundamental que no puede ser negado).

Robespierre
Napoleón
Restauración

Periodo comprendido entre la caída de Napoleón en 1815 y el inicio de las revoluciones liberales de 1830, que se caracterizó por la restauración de las monarquías absolutas, el intento de recuperación de las estructuras del Antiguo Régimen y la reordenación del mapa de Europa alterado en la época napoleónica, hecho que tendría consecuencias importantes en la política europea del siglo XIX.

Santa Alianza

Alianza o pacto de intereses entre los diferentes reyes absolutistas (Austria, Prusia y Rusia, en los inicios Inglaterra no participaría) para defenderse de los intentos revolucionarios. La alianza debía ratificarse (reafirmar) en diferentes congresos, donde las diferentes monarquías absolutas tomarían la decisión de intervenir en aquellos lugares donde hubiese cambios liberales. Se celebraron seis congresos. En el último en 1822 se decidió invadir España para restaurar el absolutismo de Fernando VII.

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