La Ilustración: Razón, Progreso y la Visión de Kant
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La Ilustración
La Ilustración es un movimiento que se produce a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Como movimiento intelectual, se asienta sobre dos grandes pilares: la razón y la ciencia. Los ilustrados tendrán una fe absoluta en las posibilidades del ser humano de progreso social, siempre que la humanidad se desarrolle racionalmente. Esto hará fundamental la divulgación del saber, tarea de la que se apropiarán los ilustrados.
La Ilustración se caracteriza por un fuerte antropocentrismo, que implica un traslado de la fe en Dios a una fe en el hombre y sus posibilidades, pero no como individuo, sino como comunidad. Para los ilustrados, la razón se convierte en la luz y la guía del hombre de cara al progreso. Se le exige la autonomía, capacidad de pensar por uno mismo y salir de la minoría de edad.
La razón adquiere un carácter crítico contra los prejuicios, la tradición, la autoridad externa y las supersticiones. Además, la razón adquiere un carácter analítico, se convierte en un instrumento de conocimiento que debe volcarse sobre la realidad natural. Por último, adquiere un carácter secular, se desvincula totalmente de la fe.
Las cuatro grandes cuestiones que se plantea la Ilustración son:
- La naturaleza física y el conocimiento de las leyes que la rigen con el fin de dominar la naturaleza de cara al beneficio de la humanidad.
- La religión y el sentido de la fe, siendo la religión natural y caracterizada por el destino.
- La sociedad e historia, donde se plantean teorías de la organización racional de la sociedad y la política.
- Por último, se planteará una clarificación racional de todos los aspectos de la vida.
Kant
¿La autonomía del individuo garantiza el progreso social?
Kant aborda el proceso de la Ilustración como la emancipación de autoridades externas, prejuicios y la religión, impulsando a pensar por sí solos. Propone ideas racionales respecto a cuestiones morales y políticas, basadas en la razón universal. Su uso autónomo permite el desarrollo de imperativos categóricos, que son buenos en sí mismos y universalmente aplicables. Para que esto sea posible, hay que garantizar el libre uso de la razón.
Sin embargo, Kant argumenta que la razón por sí sola no puede conocer ni la verdad ni el bien (es incapaz de orientarse concretamente ni a nivel individual ni a nivel moral). Necesita la fe para comprender que somos imperfectos y que no se puede ser feliz solo con la razón. Necesitamos autotrascendernos para agradar a Dios y conseguir el bien eterno, cediendo por el amor y renunciando a lo material. Así conseguiremos la felicidad individual y la social, por la cual nos guiará el emperador cristiano, aquel que aportará justicia.