La Ilustración en la Literatura Española del Siglo XVIII: Prosa y Teatro
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La Literatura Española en el Siglo XVIII: Prosa Didáctica y Teatro
Características de la Ilustración en España
La Ilustración fue un movimiento intelectual y renovador del siglo XVIII, también conocido como el Siglo de las Luces, que buscaba disipar el oscurantismo de la época y cuestionar ciertos privilegios políticos y religiosos. Sus características principales fueron:
- Racionalismo: Se confiaba en la razón humana como instrumento para explicar los problemas de la existencia, en contraste con la creatividad y los sentimientos que triunfarían posteriormente con el Romanticismo. La mesura y la moderación prevalecieron sobre épocas anteriores.
- Educación: Considerada fundamental, ya que la ignorancia era sinónimo de esclavitud. La educación debía ser accesible para todos. La literatura adquirió un mayor contenido ideológico, ejerciendo una labor formativa y ofreciendo al lector modelos de conducta.
- Didactismo: El arte y la literatura tenían una función primordialmente didáctica, de enseñanza. Se buscaba "enseñar deleitando".
- Crítica universal: Se revisaban y discutían todas las ideas y creencias hasta entonces aceptadas.
- Experimentación: Nada se consideraba cierto si no podía ser demostrado a través de la experiencia.
- Despotismo ilustrado: Época de predominio de las monarquías absolutas, bajo el lema: "Todo para el pueblo, pero sin el pueblo".
- Bienestar social: Los descubrimientos científicos y el aumento demográfico contribuyeron a la mejora del nivel de vida de la burguesía.
- Anticlericalismo.
La Prosa en el Siglo XVIII
Prosa Posbarroca (Inicios del Siglo XVIII)
En el Posbarroco, los géneros más importantes fueron las vidas de santos, los sermones y los libros históricos. El autor más destacado fue Diego de Torres Villarroel con su obra Visiones y visitas de Torres con don Francisco de Quevedo por la corte.
Prosa Neoclásica (Mediados del Siglo XVIII)
En la prosa Neoclásica de mitad de siglo, triunfó el ensayo. Benito Jerónimo Feijoo, figura clave, luchó por la modernidad española en obras como Teatro crítico universal y Cartas eruditas y curiosas. Posteriormente, Gaspar Melchor de Jovellanos tuvo una gran influencia. Otro género relevante fue la crítica, utilizada para satirizar vicios y costumbres. Uno de sus máximos representantes fue José Cadalso con Cartas marruecas. La prensa también nació en este siglo con el artículo periodístico, como los publicados en el periódico El Pensador de José Clavijo y Fajardo. En cuarto lugar, se desarrolló la prosa de ficción, ejemplificada por Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas, alias Zotes del Padre Isla.
Prosa Prerromántica (Finales del Siglo XVIII)
A finales del siglo XVIII, la prosa Prerromántica tuvo su máximo exponente con Noches Lúgubres de José Cadalso, obra en la que el amado llora la muerte de la amada en un ambiente tenebroso que ya anuncia el Romanticismo del siglo siguiente.
El Teatro en el Siglo XVIII
El teatro fue el género más importante, ya que desde el escenario se difundían las ideas reformistas y pedagógicas de la Ilustración.
Teatro Posbarroco (Primeros años del Siglo XVIII)
El teatro Posbarroco de los primeros años incluía comedias de santos, comedias de magia, comedias de figurón y obras heroico-militares.
Teatro Neoclásico (Mediados del Siglo XVIII)
El teatro Neoclásico, dedicado a las clases medias, tenía una clara intención didáctica. Se regía por la regla clásica de las tres unidades (tiempo, acción y espacio), la verosimilitud y una estructura de tres actos. Dentro de la tragedia, destaca Vicente García de la Huerta con su obra Raquel. En la comedia, triunfó Leandro Fernández de Moratín con El sí de las niñas. Dentro del subgénero del sainete, es imprescindible mencionar a Ramón de la Cruz y su obra Manolo.
Teatro Prerromántico (Finales del Siglo XVIII)
En el teatro Prerromántico, ganó terreno la comedia lacrimosa de origen francés, con obras como El delincuente honrado de Gaspar Melchor de Jovellanos.