Identificación en Psicoanálisis: Desarrollo del Yo y Formación de Síntomas
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La Identificación en Psicoanálisis: Desarrollo del Yo y Formación de Síntomas
Definición de Identificación
La identificación es un proceso psicológico mediante el cual un sujeto asimila un aspecto, propiedad o atributo de otro y se transforma total o parcialmente, sobre el modelo de este. La personalidad se construye y diferencia mediante identificaciones (Laplanche).
Identificación y el Complejo de Edipo
En el psicoanálisis se conoce a la identificación como la más temprana exteriorización de una ligazón afectiva con otra persona. Desempeña un papel en la prehistoria del Complejo de Edipo. El varón manifiesta un particular interés hacia su padre; querría crecer y ser como él. Toma al padre como su ideal. Esta conducta nada tiene que ver con una actitud pasiva o femenina hacia el padre, es masculina por excelencia. Se concilia bien con el Complejo de Edipo, al que contribuye a preparar.
Contemporáneamente a esta identificación con el padre, y quizás antes, el varón emprende una cabal investidura de objeto de la madre según el tipo de apuntalamiento. Muestra dos lazos psicológicamente diversos: con la madre, una directa investidura sexual de objeto; con el padre, una identificación que lo toma por modelo. Ambos coexisten por un tiempo, sin perturbarse entre sí, pero la unificación de la vida anímica avanza y, a consecuencia de esta, con la confluencia de ambos lazos, nace el Complejo de Edipo.
El niño nota que el padre significa un estorbo junto a la madre; su identificación con él cobra una tonalidad hostil y pasa a tener el deseo de sustituir al padre, también junto a la madre. Desde el comienzo, la actitud es ambivalente; puede darse vuelta hacia la expresión de la ternura o hacia el deseo de eliminación. Se comporta como un retoño de la primera fase oral, en la que el objeto anhelado se incorpora por devoración y así se aniquila como tal.
Más tarde es fácil perder de vista el destino de esa identificación con el padre; puede que el Complejo de Edipo experimente una introversión, que se tome por objeto al padre en una actitud femenina, un objeto del cual las pulsiones sexuales directas esperan su satisfacción; la identificación con el padre se convierte en la precursora de la ligazón de objeto que recae sobre él. Las correspondientes sustituciones valen para la niña.
Es fácil expresar el distingo entre una identificación de este tipo con el padre y una elección de objeto que recaiga sobre él. En el primer caso, el padre es lo que uno querría ser; en el segundo, lo que uno querría tener. La diferencia depende de que la ligazón recaiga en el sujeto o en el objeto del yo. La primera ligazón ya es posible, antes de toda elección sexual de objeto. Se discierne que la identificación aspira a configurar el yo propio a semejanza del otro, tomado como «modelo».
La Identificación en la Formación Neurótica del Síntoma
Identificación y Sustitución de Objeto
La identificación en el caso de una formación neurótica del síntoma: supongamos que una niña reciba el mismo síntoma de sufrimiento que su madre, por ejemplo, la misma tos martirizadora. Esto puede ocurrir por diversas vías. La identificación puede ser la misma que la del Complejo de Edipo, que implica la voluntad hostil de sustituir a la madre, y el síntoma expresa el amor de objeto por el padre; realiza la sustitución de la madre bajo el influjo de la conciencia de culpa: «Has querido ser tu madre, ahora lo eres al menos en el sufrimiento». He ahí el mecanismo completo de la formación histérica del síntoma.
O bien, el síntoma puede ser el mismo que el de la persona amada; en tal caso, se describe que la identificación reemplaza a la elección de objeto; la elección de objeto ha regresado hasta la identificación.
La identificación es la forma primera y más originaria del lazo afectivo; bajo las constelaciones de la formación del síntoma, es decir, de la represión y el predominio de los mecanismos del inconsciente, sucede que la elección de objeto vuelva a la identificación, o sea, que el yo tome sobre sí las propiedades del objeto. En estas identificaciones, el yo copia en un caso a la persona no amada y en el otro a la persona amada; en los dos, la identificación es parcial, limitada, pues toma prestado un único rasgo de la persona objeto.
Identificación por Infección Psíquica
Hay un tercer caso de formación de síntoma frecuente e importante en que la identificación prescinde por completo de la relación de objeto con la persona copiada. Por ejemplo, si una muchacha recibió una carta de su amado secreto, la carta despertó sus celos y ella reaccionó con un ataque histérico; algunas de sus amigas que saben del asunto pescarán este ataque por la vía de la infección psíquica. El mecanismo es el de la identificación sobre la base de poder o querer ponerse en la misma situación. Las otras querrían tener también una relación secreta y, bajo el influjo del sentimiento de culpa, también aceptan el sufrimiento aparejado.
Sería erróneo afirmar que se apropian del síntoma por empatía; al contrario, la empatía nace solo de la identificación, y la prueba de ello es que tal infección o imitación se establece también en circunstancias en que cabe suponer entre las dos personas una simpatía preexistente todavía menor que la habitual entre amigas del pensionado. Uno de los «yo» ha percibido en el otro una importante analogía en un punto (el mismo apronte afectivo); luego crea una identificación en este punto e, influida por la situación patógena, esta identificación se desplaza al síntoma que el primer «yo» ha producido. La identificación por el síntoma pasa a ser así el indicio de un punto de coincidencia entre los dos «yo» que debe mantenerse reprimido.
Síntesis de la Identificación
Todo se puede sintetizar así:
- La identificación es la forma más originaria de ligazón afectiva con un objeto.
- Pasa a sustituir a una ligazón libidinosa de objeto por la vía regresiva, mediante introyección del objeto en el yo.
- Puede nacer a raíz de cualquier comunidad que llegue a percibirse en una persona que no es objeto de las pulsiones sexuales.
Mientras más significativa sea esa comunidad, tanto más exitosa podrá ser la identificación parcial y, así, corresponder al comienzo de una nueva ligazón.
Identificación y Empatía
Lejos de haber agotado el problema de la identificación, nos enfrentamos con el proceso que la psicología llama «empatía» y que desempeña la parte principal en nuestra comprensión del yo ajeno, de otras personas; nos ceñiremos a las consecuencias afectivas inmediatas de la identificación.
Casos Específicos de Identificación
La investigación psicoanalítica que ha abordado problemas que plantean las psicosis pudo mostrarnos la identificación en algunos otros casos que no resultan comprensibles. Trataré en detalle dos de ellos.
Génesis de la Homosexualidad Masculina
La génesis de la homosexualidad masculina es, en una gran serie de casos, la siguiente: El joven ha estado fijado a su madre, en el sentido del Complejo de Edipo, durante un tiempo y con una gran intensidad. Al completarse el proceso de la pubertad llega el momento de permutar a la madre por otro objeto sexual. Sobreviene una vuelta repentina; el joven no abandona a su madre, sino que se identifica con ella, se transmuta en ella y busca objetos que puedan sustituirle al yo de él, a quienes él pueda amar y cuidar como lo experimentó su madre. Lo llamativo en esta identificación es su amplitud: transmuta al yo respecto de un componente en extremo importante (el carácter sexual), según el modelo de lo que hasta ese momento era objeto; el objeto mismo es resignado, o solo permanece conservado en el inconsciente. La identificación con el objeto resignado o perdido, en sustitución de este, y la introyección de este objeto en el yo no constituyen ninguna novedad para nosotros.
La Identificación en la Melancolía y el Ideal del Yo
El estudio de la melancolía, afección que cuenta entre sus ocasionamientos más llamativos la pérdida real o afectiva del objeto amado (introyección de objeto). Rasgo principal de estos casos es la cruel denigración de sí del yo, unida a una implacable autocrítica y reproches. Esta apreciación y estos reproches en el fondo se aplican al objeto y constituyen la venganza del yo sobre él. La sombra del objeto ha caído sobre el yo. La introyección de objeto es una evidencia innegable.
Estas melancolías nos muestran al yo dividido, descompuesto en dos fragmentos: uno arroja furia sobre el otro. Este otro es el alterado por introyección, que incluye al objeto perdido. El fragmento que se comporta tan cruelmente incluye a la conciencia moral, una instancia crítica del yo que también en épocas normales se le ha contrapuesto críticamente, solo que nunca de manera tan injusta. En nuestro yo se desarrolla una instancia así, que se separa del resto del yo y puede entrar en conflicto con él. La llamamos «ideal del yo», y le atribuimos las funciones de la observación de sí, la conciencia moral, la censura onírica y el ejercicio de la principal influencia en la represión.
Dijimos que era la herencia del narcisismo originario, en el que el yo infantil se contentaba a sí mismo. Poco a poco toma las exigencias que este plantea al yo y a las que el yo no siempre puede allanarse, de manera que el ser humano, toda vez que no puede contentarse consigo en su yo, puede hallar su satisfacción en el ideal del yo, diferenciado a partir de aquel. En el delirio de la observación se vuelve patente la descomposición de esa instancia y así descubre su origen, que son las influencias de las autoridades, sobre todo de los padres. La medida del distanciamiento entre este ideal del yo y el yo actual es muy variable según los individuos, en muchos de los cuales esta diferenciación interior del yo no ha avanzado mucho respecto del niño.