Iconos del Arte Español: Explorando a Velázquez, Goya y Pedro de Mena
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Príncipe Baltasar Carlos a Caballo (Velázquez)
Óleo sobre lienzo del año 1635, pintado por Velázquez. Se encuentra en el Museo del Prado, aunque fue realizado para el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro para colocarlo junto a los otros retratos ecuestres de su madre, Isabel de Borbón, y su padre, Felipe IV.
Esta pintura ofrece una brillantez de color muy superior a la realizada normalmente por Velázquez hasta el momento. El príncipe aparenta unos 5 o 6 años, está erguido sobre su silla al estilo de la monta española, en actitud de nobleza; en la mano derecha porta una bengala propia de general. Su ropa destaca mucho por el color dorado. También resalta la cabeza del príncipe, con su tono pálido y cabello rubio; el sombrero negro también destaca, y además, se dice que fue pintado posteriormente al resto del cuadro.
El caballo tiene una gran panza porque estaba pintado para ser visto desde abajo. El paisaje de fondo es clásico en Velázquez; sobre todo el cielo y el paisaje de la Sierra de Madrid, muy conocida por él. El caballo está situado en una altura para dar pie a la perspectiva del paisaje; a la izquierda se ve la Sierra de Hoyo, y al fondo a la derecha se ve una montaña nevada.
Este cuadro tiene una perspectiva aérea en el fondo, predominan los colores sobre la línea y es de estilo barroco.
La Maja Desnuda (Goya)
Es la primera figura femenina de la historia de la pintura que muestra el vello púbico, poniendo de manifiesto su originalidad. No es una imagen mitológica, sino una mujer de carne y hueso, una imagen moderna, como más tarde haría Manet en su Olympia. Esta obra está en el Museo del Prado junto a La Maja Vestida. Supuestamente, las dos Majas fueron encargadas por Godoy para decorar su despacho junto a la Venus del espejo de Velázquez.
El rostro no corresponde al de las majas de la época, ya que son rostros estereotipados para que la modelo no fuera reconocida. La postura que tiene la Maja desnuda es provocativa. Goya tuvo que comparecer ante los tribunales a causa de haber pintado Las Majas y Los Caprichos, pero afortunadamente todo salió bien.
Es una obra donde destacan los tonos verdosos en contraste con los tonos blancos y rosas. La pincelada no es tan larga como acostumbra el artista, a excepción de los volantes de la almohada. La figura, situada en primer plano, está realizada con mayor minuciosidad, en un enorme deseo de satisfacer al cliente. Además, en esta obra hay un foco de luz que resalta el cuerpo de la Maja y hay predominio de los colores.
Magdalena Penitente (Pedro de Mena)
Se trata de una talla de madera policromada y encarnada de gran realismo y expresividad que mide unos 1,65 metros de altura.
Características y Simbolismo
La figura de Mena destaca por la simplicidad de sus formas. Magdalena es la imagen viva de la penitencia y el arrepentimiento; aparece ataviada con un sencillo vestido largo hasta los pies y atado a la cintura con una cuerda. Sus largos cabellos caen enmarcándole el doloroso rostro que mantiene la mirada baja hacia el crucifijo que porta en una de sus manos, mientras la otra se la lleva al pecho en señal de contrición.
En su rostro, cada elemento (ojos, labios…) expresa con gran realismo su arrepentimiento. El dramatismo de su expresión se debe a ese sentimiento de piedad que debía despertar. Mena representa a su Magdalena con un pie adelantado, como si tan sólo se hubiera limitado a captar con su escultura un momento del camino de esta penitente. Es un movimiento en acto que parece que pueda arrollar al espectador si se interpone en su camino, además de reflejar el recogimiento espiritual de la joven Magdalena.
Estilo y Técnica
La obra destaca por su sencillez. Los colores utilizados son de gama ocre, sin gran estridencia, muy acorde con la temática y el espíritu que pretende transmitir la obra. La unidad con la que el granadino nos presenta la composición evita los juegos de luces y sombras que tan gustosamente se utilizaban en época barroca, quizás porque su obra no los necesita, siendo ya de por sí lo suficientemente efectista.
Influencias
En la Magdalena Penitente se pueden observar la unión de distintas obras, autores o tendencias que convergían en la obra de Mena: por un lado, es innegable que el patetismo de su obra remite a los modelos de su maestro Alonso Cano; en este sentido, la Inmaculada Concepción de Cano tiene mucho que ver con la espiritualidad que desprende la Magdalena de Mena.