Hume: Metafísica, Ética y Epistemología Explicadas
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Metafísica según Hume
Para Hume, la idea clásica y racionalista de sustancia era la de una realidad subyacente a las impresiones que recibimos y que suponemos provenientes de dicha realidad. Pero, dice Hume, no podemos saber si realmente existe tal realidad pues no está en nuestro alcance percibirla. Es solo una asociación de ideas de nuestra imaginación que reúne las diferentes impresiones que recibimos contiguas en el espacio y en el tiempo. De este planteamiento se deriva que ignoramos si existen o no el yo, el mundo o Dios.
La idea del yo
Es la idea de la existencia del propio sujeto como entidad distinta a sus percepciones. Para Hume, el yo como algo distinto a las percepciones no es nada porque no tenemos impresión de nuestro propio yo. Lo que hacemos es atribuir una asociación de ideas a un solo sujeto.
La idea del mundo
De la idea de la existencia de una realidad subyacente a las impresiones que recibimos, no tenemos impresiones. Teniendo en cuenta la crítica a la idea de causalidad, no podemos estar seguros de que estas impresiones procedan de una causa subyacente, la sustancia que las origina.
La idea de Dios
Es la idea de un Ser por definición imperceptible, por lo que no cabe un conocimiento empírico de tal entidad. No podemos saber si existe o no existe.
Ética según Hume: El Emotivismo Moral
En la segunda parte del Treatise, Hume se pregunta acerca de los criterios que determinan nuestra valoración de lo que está bien y de lo que está mal. Parte de la concepción de que tales criterios proceden del propio sujeto. El emotivismo moral dirá que los juicios morales no son cuestiones de hecho, sino valoraciones subjetivas. No podemos pasar del ser al deber ser puesto que el que algo sea de una manera no puede implicar que deba ser de esa manera. El conocimiento de los hechos nos proporciona un conocimiento de lo que sucede, pero este no es un conocimiento acerca de si lo que sucede es bueno o es malo. Nuestra consideración de lo bueno y lo malo proviene del sentimiento y no de la razón. Las valoraciones morales son siempre consecuencia del gusto y del sentimiento.
Por tanto, las reglas de la moralidad no son conclusiones de nuestra razón, sino que son las pasiones quienes guían la razón. La razón es empleada simplemente como un medio para lograr nuestros deseos. La moralidad es algo sentido, no juzgado. Una acción es buena porque produce placer, y el sentimiento la alaba y la considera buena.
Razón y Utilidad Social
Esta posición ética de Hume se llama emotivismo moral. Hume admite que además del sentimiento, la razón participa en la vida moral, y concluye que los comportamientos que desencadenan actitudes aprobatorias son de utilidad para la sociedad. Por tanto, la utilidad social provoca el agrado y es el fundamento último de la ética. La utilidad social determina la bondad de los actos humanos. Y si los actos útiles para la sociedad agradan, la razón puede escoger y señalar ese tipo de actos que benefician a la sociedad. Aunque la ética de Hume es preferentemente emotiva, la razón también tiene un papel fundamental.
Epistemología según Hume
El objetivo de Hume fue elaborar un fundamento válido para todas las ciencias, empezando por el análisis de la naturaleza del entendimiento humano, que gira en torno a tres cuestiones:
- Los límites del conocimiento experimental.
- La noción de causa.
- Sentido de la metafísica.
Impresiones e Ideas
Para Hume, los conocimientos son primariamente percepciones, pero no todas son iguales. Unas son más intensas que otras, derivando en 2 tipos de percepciones: impresiones e ideas. Las impresiones son percepciones intensas con todo detalle. Las ideas son imágenes debilitadas de las impresiones. Así, toda idea deriva de una impresión previa y no se puede tener ideas de lo que no se haya tenido impresión. Las impresiones son de dos tipos:
- Externa: si provienen de las sensaciones.
- Internas: derivadas de nuestras propias ideas.
Las ideas se diferencian de las impresiones en que son más débiles, tienen un origen indirecto, son algo mediato y son posteriores a las impresiones. Las Impresiones e ideas pueden ser simples o complejas. Las simples no admiten distinción ni separación y las complejas lo admiten.
El Asociacionismo
Hume reconoce que la imaginación nos permite asociar y formar ideas abstractas. Esta asociación no implica que dichas ideas tengan fundamento en la experiencia. Esto puede ser natural o arbitrario. La asociación natural de ideas se rige por tres leyes:
- Ley de la semejanza: La imaginación pasa de una idea a otra que se le parece.
- Ley de la contigüidad espacio-temporal: La imaginación pasa de la idea de algo, a otra idea que experimentamos contigua a la anterior.
- Ley de la causalidad: la imaginación pasa de la idea del efecto a la idea de la causa, puesto que ambas ideas se experimentan relacionadas.
Para Hume, estas leyes explican la verdadera naturaleza de nuestras ideas abstractas, que derivan de la imaginación.
Los Juicios de la Razón
A partir de estas leyes, Hume establece 2 tipos de juicios de la mente:
- Los juicios de relaciones de idea: se establecen relaciones necesarias entre el sujeto y predicado cuya verdad depende de la coherencia interna (conocimientos matemáticos y lógica).
- Los juicios de cuestiones de hecho: su verdad depende de su correspondencia con nuestras observaciones empíricas. Dependen de las relaciones de contigüidad espacio-temporal y de la causalidad.
El Principio de Causalidad
Hume dice que cuando se afirma el principio de causalidad no existe impresión que confirme. No existe ninguna experiencia de la causalidad. La relación entre causa y efecto no es necesaria, sólo relaciona la contigüidad y sucesión. La contigüidad no implica una conexión necesaria entre dos hechos.
El principio de causalidad es un supuesto de la experiencia. Es nuestra imaginación la que deriva el efecto al observar la causa. Hay que esperar a comprobar los hechos. Además, es imposible estar seguros de que en el futuro estas relaciones causales permanezcan iguales que en el pasado. Solo tenemos la creencia de que eso será así. Hay que concluir que nuestro conocimiento de los hechos de la realidad es probable. Los límites de nuestro conocimiento se encuentran entre los juicios de relaciones de ideas y los enunciados de las relaciones de hecho que nos dan un conocimiento probable.