El Ser Humano, el Cambio y la Responsabilidad Ambiental
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El Cambio en la Naturaleza y la Sociedad
Por un lado, es cierto que nada existe en la naturaleza que no esté sometido a cambio. Aristóteles ya establecía el problema del cambio como el fundamental de la física o estudio de la naturaleza.
Por otro lado, la sociedad actual está sumida en la tarea de afrontar con urgencia los problemas derivados del cambio climático (un término poco adecuado, ya que no describe nada concreto y solo alude a una situación elemental e inexorable —que el clima cambia—), que afectan negativamente a nuestros niveles de bienestar, de confort y de desarrollo científico, tecnológico y económico.
Partiendo de esas dos perspectivas iniciales y teniendo en cuenta que cada una presenta una porción de realidad y de verdad, es innegable tanto que la Tierra está cambiando desde su origen como que la actividad humana sobre ella puede estar dirigiendo ese cambio hacia condiciones que pueden resultar una amenaza para la vida.
La Interacción Humana con la Naturaleza
La solución no pasa por negar alguna de esas perspectivas: la Tierra nunca fue ni podrá ser un lugar originario y la vida del ser humano en este planeta no habría sido posible ni podrá seguir siéndolo sin modificar, es decir, sin «reobrar técnicamente», como diría Ortega, sobre la naturaleza, lo que de forma inevitable provoca algunas consecuencias indeseables.
El ser humano no puede vivir en una naturaleza no modificada, porque no dispone de una constitución corporal que le permita adaptarse al medio sin transformar la naturaleza para satisfacer sus necesidades vitales: no puede vivir de sus instintos, de su cuerpo en estado natural, así que necesita la cultura, la técnica y los artefactos que mejoran su corporalidad natural.
Inteligencia, Libertad y Responsabilidad
Cada individuo ha de afrontar su existencia como un proyecto de vida personal, pero teniendo en cuenta su propia visión del universo. Ha de comprometerse a elegir con inteligencia cómo debe actuar. Ser inteligente es saber elegir y es la mejor manera de poner en práctica nuestra libertad, a la que estamos abocados, forzados.
Conocer la verdad, actuar inteligentemente y desarrollar nuestra libertad son tareas interdependientes entre sí: no es inteligente negar las evidencias (ni con respecto al cambio climático ni con respecto a la condición humana), tampoco es inteligente cercenar nuestra libertad bajo postulados totalitarios e irracionales, sino que partiendo de la información científica disponible se han de tomar las decisiones adecuadas para afrontar el problema.
El Desafío del Equilibrio
Sin duda, el ser humano tiene una gran responsabilidad en la preservación del medioambiente, derivada de su gran capacidad técnica para transformar la naturaleza, la cual, empleada sin control, puede resultar catastrófica, pero también es cierto que necesitamos satisfacer nuestras necesidades vitales, por lo que la dificultad se encuentra en hallar un equilibrio que permita compatibilizar la conservación de la naturaleza con el bienestar de la humanidad.