El hombre es una maquina acoplada al espíritu
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La concepción del ser humano de Descartes es dualista:
a)El alma es una sustancia finita cuyo único atributo o esencia es el pensamiento. Descartes llama al alma “res cogitans” (cosa o sustancia pensante), y el pensamiento presenta diferentes modos: juzgar, querer, razonar, sentir, imaginar ... En el alma se identificar pensar y ser (cogito = sum).El alma es una, simple e indivisible y está dotada de varias facultades: sensibilidad, memoria, imaginación, entendimiento y voluntad. El alma es inmortal y, además, posee ideas innatas, en particular la idea de Dios como ser perfecto.
b)El cuerpo es una sustancia finita cuyo único atributo o esencia es la extensión. Así, lo propio del cuerpo es estar regido por las leyes generales de la mecánica, es decir, por la extensión, el movimiento y el reposo. Descartes denomina al cuerpo “res extensa”. Su vida se reduce a puro movimiento mecánico y es concebido como una máquina, cuyo motor principal es el calor del corazón. El cuerpo no goza de sensaciones, ya que éstas son modos de pensar pertenecientes propiamente al alma.
El cuerpo y el alma, si son sustancias, no se necesitan mutuamente para existir. Tampoco se tiene idea clara de lo que es puro pensamiento y lo que es pura extensión. No obstante, Descartes afirma que el ser humano es alma, como hemos visto en el texto introductor.
Ahora bien, Descartes, siguiendo la tradición cristiana, nos dice también que el ser humano es cuerpo y alma.
¿Y cómo es posible, entonces, la relación entre el cuerpo y el alma? ¿Cómo explicarla? Descartes dejó planteado este problema conocido como “el problema de la comunicación de las sustancias”.
La solución que él dio no parece muy consecuente. Viene a decir que “el alma tiene su sede principal en la pequeña glándula que se encuentra en medio del cerebro” (la glándula pineal -
Conarion
-). Y, desde dicho punto, controla los humores, los nervios y hasta la sangre de la máquina corporal.
Sin embargo, el alma no puede mover el cuerpo, pues para mover algo material hay que ponerse en contacto con ello, es decir, lo que mueve y lo que es movido deben estar contiguos en el espacio, deben ser ambos sustancias extensas.
El pensamiento moderno separó y distinguíó entre cuerpo y mente, dando prioridad al pensamiento sobre el cuerpo. Así mismo, establecíó que la mente, la razón, da al hombre la posibilidad de elegir bien y de ser feliz.
Hobbes (1588-1679)
Pensaba, como lo haría Rousseau, que el hombre no es un ser social por naturaleza, pero su concepción sobre el ser humano en estado de naturaleza era radicalmente distinta: La naturaleza humana se caracteriza por el deseo de poder y fama, por el egoísmo, la competencia constante y la desconfianza entre los seres humanos. La igualdad no existe. Se impone la ley del más fuerte. El estado de naturaleza es un estado de guerra de todos contra todos. El hombre, en ese estado, es un lobo para el hombre. (Homo homini lupus, como afirmaba Plauto). Ante esta situación, Hobbes defendía la necesidad del Estado y la sociedad para garantizar la seguridad del individuo y la convivencia.
LOCKE (1632-1704)
Los hombres, en estado de naturaleza, son libres e iguales, aunque no necesariamente buenos, ya que pueden violar los derechos y las libertades de los demás individuos. Los hombres, por naturaleza, poseen ciertos derechos, como el de la vida, el de la propiedad …
Rousseau (1712-1778)
El hombre en estado de naturaleza:
Era feliz, libre y autosuficiente. Vivía aislado, en familia, y en un estado de igualdad. Su naturaleza se caracterizaba por sentimientos positivos, como el amor, la compasión, la simpatía, y por instintos, como el de la autoconservación. El hombre en estado de civilización o social: En este estado reina la injusticia, la opresión, la ambición, la falta de libertad …El hombre es malo, egoísta, cruel … No existe la igualdad. El hombre no vive feliz.
Rousseau realiza una reflexión crítica sobre la idea del progreso y del progreso mismo frente a la defensa que hacían del mismo los ilustrados.
Define el progreso como una construcción artificial de la sociedad y, a menudo, como una herramienta al servicio del poder político, y llega a las siguientes conclusiones: El progreso no conlleva, necesariamente, el desarrollo y la mejora del ser humano.
El progreso ha contribuido a corromper al individuo, a su pérdida de libertad e inocencia y a establecer la desigualdad entre los hombres. El progreso no lleva aparejado el progreso moral ni la consecución de la felicidad.