Hitos Históricos de España: De la Romanización a los Reyes Católicos y el Nuevo Mundo

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Romanización de Hispania

Organización y División Administrativa:

Durante la dominación romana, Hispania fue organizada territorialmente en provincias, conventus iuridici y ciudades. Inicialmente, se dividió en Hispania Citerior y Ulterior (197 a. C.), pero con Augusto (27 a. C.) pasó a tener tres provincias: Bética (senatorial), Tarraconense y Lusitania (imperiales). Diocleciano (297 d. C.) reorganizó el territorio en siete provincias dentro de la diócesis Hispaniae. Las provincias se subdividieron en conventus iuridici para tareas judiciales, fiscales y militares. La base de la administración eran las ciudades (civitates), centros de poder político, económico y cultural. Estas podían ser colonias romanas o ciudades indígenas sometidas (libres, federadas o estipendiarias). En 74 d. C., Vespasiano otorgó el ius Latii (derecho latino) a todas las ciudades, extendiendo la ciudadanía romana. Las ciudades estaban conectadas por calzadas y rodeadas por un territorium rural. Además, proliferaron las villae rurales.

Características Generales de la Economía Romana:

La economía romana en Hispania fue de tipo colonial: exportaba materias primas (trigo, vino, aceite, metales) e importaba productos manufacturados de Roma. Se construyó una red de calzadas para conectar los centros productivos con los puertos. La agricultura y ganadería, organizadas en latifundios y villae, fueron la base económica, con mejoras como el regadío y el barbecho. La minería fue clave, destacando las minas de Riotinto, Almadén, León y Cartagena. Aunque la artesanía no fue relevante para la exportación, sobresalieron el lino levantino y el garum de la Bética. Hispania se integró en los circuitos comerciales del Imperio. En el Bajo Imperio, la economía se ruralizó y se orientó hacia la autosuficiencia. Las élites abandonaron las ciudades en crisis y se refugiaron en villae rurales.

La Estructura Social Romana:

La sociedad romana se organizaba jerárquicamente según la categoría jurídica: hombres libres y esclavos. Entre los libres, había ciudadanos romanos (patricios y plebeyos) y no ciudadanos (incolae y libertos). Los patricios eran la élite dominante, divididos en órdenes (senatorial, ecuestre y decurional), con acceso a los más altos cargos. Los plebeyos, también ciudadanos, disfrutaban de derechos políticos, militares y sociales, aunque con grandes diferencias económicas. Los incolae eran libres sin ciudadanía, con derechos civiles pero no políticos. Los libertos eran esclavos liberados, con ciertos derechos pero sin libertad plena hasta la tercera generación. Los esclavos eran propiedad de sus dueños, sin ningún derecho, y su condición podía ser heredada o adquirida por guerra, castigo o venta.

El Legado Cultural Hispanorromano:

La romanización impuso en Hispania la cultura, lengua, religión, leyes y organización romanas, desapareciendo casi por completo las culturas prerromanas. El latín se convirtió en lengua común y el derecho romano reguló la vida. El cristianismo se difundió desde el siglo III y fue legalizado en 313 por Constantino. Caracalla otorgó la ciudadanía romana a todos los hombres libres del Imperio. La urbanización fue intensa, con ciudades como Mérida, Zaragoza o Córdoba, conectadas por una red viaria eficiente (como la Vía Augusta o la Vía de la Plata). Las ciudades contaban con acueductos, puentes y sistemas de alcantarillado. La arquitectura romana combinaba utilidad, técnica y propaganda, destacando obras como teatros, anfiteatros y templos. El teatro y el anfiteatro eran centros clave del ocio urbano. En la Región de Murcia, la romanización fue notable, con importantes restos en Carthago Nova y numerosas villae rurales.

Al-Ándalus: Historia y Legado

La Conquista Musulmana de la Península Ibérica:

La llegada de los musulmanes a la Península Ibérica en 711 se debió a la expansión islámica y a su intervención en la guerra civil visigoda entre Rodrigo y Akhila. Tras vencer al rey Rodrigo en la batalla de Guadalete, los musulmanes, liderados por Tariq, Muza y Abd al-Aziz, conquistaron gran parte de la península. En pocos años, convirtieron el territorio en una provincia del califato de Damasco, denominada Al-Ándalus. Solo la franja cantábrica resistió la ocupación. La conquista se realizó en gran parte mediante pactos, permitiendo a los visigodos conservar propiedades a cambio de tributos. Los musulmanes respetaron a la población cristiana como "gentes del libro" (dhimíes). Tras su derrota en Poitiers en 732, se estableció la frontera en los Pirineos. Parte de los visigodos no sometidos se refugiaron en las zonas montañosas del norte.

El Emirato Dependiente de Damasco:

Tras la conquista, Al-Ándalus se organizó como un emirato dependiente del califato de Damasco, gobernado por un emir. La convivencia fue tensa entre los árabes, que ocuparon las mejores tierras y el poder, y los bereberes, relegados a zonas menos fértiles. Las diferencias étnicas provocaron conflictos como la rebelión bereber de 741, que llevó a la llegada de tropas sirias y al abandono de territorios en el norte (la "tierra de nadie"). Los intentos de expansión musulmana al norte fracasaron: en Covadonga (722) se aseguró la resistencia cristiana en Asturias y en Poitiers (732) los francos frenaron el avance islámico. En 750, la caída de los Omeyas en Oriente permitió que Abd al-Rahman I, un Omeya huido, se independizara del califato abasí y creara un emirato autónomo en Al-Ándalus.

El Emirato Independiente:

Abd al-Rahman I fundó el Emirato Independiente en 756, rompiendo con el califato abasí, aunque mantuvo su autoridad religiosa. Logró estabilizar el territorio pese a las revueltas internas (mozárabes y bereberes) y las amenazas externas (pérdida de Gerona). Estructuró un estado con división territorial y ejército profesional. En el siglo IX, surgieron nuevas revueltas de muladíes y mozárabes, reprimidas por Al-Hakam I y controladas políticamente por Abd al-Rahman II, quien centralizó el poder y fundó Murcia en 831. La rebelión de Omar ibn Hafsún marcó el final del emirato, que acabó con una fuerte crisis y fragmentación del poder. Aun así, el emirato fue una etapa clave en la consolidación del dominio islámico en Al-Ándalus.

El Califato de Córdoba:

Abd al-Rahman III se proclamó califa en 929, rompiendo todo lazo político y religioso con Oriente, para fortalecer Al-Ándalus frente a amenazas como los fatimíes. Su reinado consolidó el poder islámico y Córdoba se convirtió en un gran centro político y cultural. Su hijo Al-Hakam II mantuvo la unidad del califato y fomentó el esplendor cultural. A partir de 976, Almanzor gobernó como dictador militar en nombre del califa Hisham II, emprendiendo violentas campañas contra los reinos cristianos. Tras su muerte en 1002, el califato entró en una profunda crisis por luchas internas, presiones fiscales y participación cristiana en los conflictos. Finalmente, en 1031 el califato fue abolido, dando paso a los reinos de taifas.

Los Reinos de Taifas:

En 1031, la abolición del califato de Córdoba dio paso a los reinos de taifas, más de veinte pequeños estados gobernados por élites árabes, bereberes o eslavas. Estos reinos eran inestables, con diferencias de poder y riqueza, y dependían de ejércitos de mercenarios. Las continuas disputas entre taifas favorecieron a los reinos cristianos del norte, que aprovecharon su división para avanzar territorialmente. Muchas taifas sobrevivieron gracias al pago de parias (tributos) a los cristianos. Con el paso del tiempo, los reinos más fuertes absorbieron a los más débiles. A finales del siglo XI, ante la amenaza creciente de los cristianos, las taifas se vieron obligadas a buscar unidad y pedir ayuda exterior.

La Unificación Almorávide:

Tras la conquista cristiana de Toledo en 1085, varios reinos de taifas pidieron ayuda a los almorávides, un grupo musulmán rigorista del norte de África. Su líder, Yusuf ibn Tashfin, derrotó a Alfonso VI en la batalla de Sagrajas (1086), pero regresó a África. En 1090 volvió para anexionar los reinos de taifas a su imperio. Aunque lograron unificar Al-Ándalus temporalmente, su dominio fue breve y débil por fracasos militares, intolerancia religiosa y la oposición interna. Perdieron territorios como Zaragoza y generaron malestar entre musulmanes, cristianos y judíos. Hacia 1145, su caída provocó el resurgimiento de los segundos reinos de taifas y una nueva etapa de fragmentación e inestabilidad.

La Unificación Almohade:

Los almohades, originarios del norte de África, llegaron a la Península para destruir el poder almorávide y unificaron Al-Ándalus en 1172, con Sevilla como capital. Esta etapa representó el último gran esplendor de Al-Ándalus. Derrotaron a los cristianos en la batalla de Alarcos (1195), pero fueron vencidos en la decisiva batalla de Las Navas de Tolosa (1212), lo que marcó el inicio de su declive. Su caída provocó la aparición de los terceros reinos de taifas, fragmentando de nuevo el territorio. Estos pequeños reinos fueron cayendo ante el avance cristiano, salvo el reino de Granada, que logró mantenerse, aunque bajo vasallaje del rey castellano Fernando III.

El Reino Nazarí de Granada:

El Reino Nazarí de Granada fue fundado por Muhammad I en 1232, proclamándose sultán y entrando en Granada en 1237. Ocupaba un territorio mayor que la actual provincia, dividido en las coras de Elvira, Rayya y Pechina. Se mantuvo independiente durante 250 años, siendo refugio para musulmanes desplazados por la Reconquista. A pesar de su esplendor cultural y artístico, sufrió constantes disputas internas. Estuvo sometido a Castilla mediante el pago de parias y el reconocimiento de vasallaje. Finalmente, los Reyes Católicos iniciaron una guerra de conquista de diez años. En 1492, Granada fue incorporada a Castilla. Así desapareció el último estado musulmán de la Península.

La Era de los Descubrimientos: América y la Expansión Global

Factores Clave del Descubrimiento:

El descubrimiento de América en 1492 fue el resultado de diversos factores clave. En el ámbito geográfico y científico, destacaron avances como la brújula, el astrolabio, la cartografía, la carabela y el sextante. Económicamente, la caída de Constantinopla forzó la búsqueda de nuevas rutas hacia Asia y África para comerciar con especias, oro y esclavos. A nivel político y social, los monarcas europeos buscaban aumentar poder y prestigio, mientras que las clases bajas aspiraban a riqueza y libertad. También influyó el deseo de evangelizar. Portugal lideró inicialmente la expansión atlántica, alcanzando el Cabo de Buena Esperanza (1487) y llegando a la India con Vasco da Gama (1498).

El Proyecto de Cristóbal Colón:

Cristóbal Colón propuso en 1482 al rey de Portugal llegar a las Indias por el oeste, pero fue rechazado por falta de base científica y porque Portugal ya exploraba la ruta africana. En 1486 presentó su proyecto a los Reyes Católicos, quienes dudaban de la distancia y viabilidad del viaje, además de tener compromisos como la conquista de Granada y el Tratado de Alcaçovas con Portugal. Tras la toma de Granada, en abril de 1492, los Reyes firmaron las Capitulaciones de Santa Fe, otorgando a Colón los títulos de Almirante, Virrey y Gobernador General de las tierras descubiertas. También se le garantizó una parte de las riquezas y del comercio generado por sus descubrimientos.

Los Viajes Colombinos y el Descubrimiento de América:

La expedición de Cristóbal Colón, financiada por la Corona y particulares como los hermanos Pinzón, zarpó de Palos el 3 de agosto de 1492 y llegó a la isla de Guanahaní (San Salvador) el 12 de octubre. Exploraron otras islas como Cuba y La Española (Haití), creyendo haber llegado a Asia. Regresó en 1493, siendo recibido en Barcelona. En su segundo viaje (1493-1496), fundó la colonia de La Española, pero fracasó por rebeliones indígenas y falta de riquezas. En su tercer viaje (1498-1500), descubrió Trinidad y el Orinoco. En el cuarto (1502-1504), exploró Centroamérica. Murió en Valladolid en 1506, creyendo aún que había llegado a Asia.

Los Tratados de Reparto Territorial:

La rivalidad entre Castilla y Portugal por el control del Atlántico se resolvió mediante tratados diplomáticos. En el Tratado de Alcaçovas (1479), Portugal reconoció a Isabel como reina de Castilla y cedió los derechos sobre Canarias, mientras Castilla renunció a otras islas atlánticas. Tras el descubrimiento de América, las bulas Inter Caetera (1493) del Papa Alejandro VI otorgaron a España los derechos sobre las tierras al oeste de una línea imaginaria trazada cerca de Cabo Verde. Sin embargo, Portugal no aceptó este reparto. Por eso, en 1494 se firmó el Tratado de Tordesillas, que desplazó la línea divisoria más al oeste, permitiendo a Portugal ocupar Brasil en el futuro.

Los Primeros Asentamientos en el Nuevo Mundo: El Caribe:

En la primera fase de la conquista se ocuparon grandes islas del Caribe como Cuba, Puerto Rico y Jamaica, y se llegó a Florida en 1513. Pronto surgió el desencanto por la falta de riquezas y la elevada mortalidad de los indígenas debido a enfermedades y conflictos. Esto provocó el colapso demográfico de la población aborigen en pocas décadas. Ante la falta de mano de obra, en 1518 se autorizó la importación masiva de esclavos africanos mediante el sistema de asiento. Carlos I permitió la llegada directa de esclavos desde África al Caribe. Los esclavos, adquiridos en su mayoría a traficantes portugueses, fueron utilizados como fuerza de trabajo en las colonias americanas, especialmente en Brasil, el Caribe, Centroamérica y América del Norte.

Regulación de la Conquista: De las Leyes de Burgos a las Leyes Nuevas de 1542:

La colonización se entendía como el sometimiento y cristianización de los indígenas, quienes luego pasaban a ser vasallos libres del rey. Isabel I y los Reyes Católicos prohibieron la esclavitud indiscriminada, aunque se permitía en casos como el canibalismo o la resistencia armada. En la práctica, los colonos abusaron de esta norma y esclavizaron a muchos nativos. Bartolomé de las Casas denunció estas injusticias, lo que generó un debate ético y legal sobre la conquista. Las Leyes de Burgos (1512) reconocieron la humanidad de los indígenas, pero también legitimaban la conquista por razones evangelizadoras. En 1537, el papa Pablo III afirmó la humanidad de los indios, y Carlos V promulgó las Leyes Nuevas (1542), que prohibían su esclavización y limitaban la encomienda. Sin embargo, por presión de los encomenderos, se permitió su carácter hereditario. Felipe II dictó en 1573 ordenanzas que promovían una colonización pacífica y respetuosa, aunque en la práctica persistieron los abusos.

Exploración del Pacífico y la Primera Circunnavegación del Mundo:

En 1513, Vasco Núñez de Balboa descubrió el océano Pacífico desde Panamá. Carlos I impulsó la búsqueda de una ruta occidental hacia Asia, que llevó a la expedición de Magallanes en 1519, quien halló el estrecho que lleva su nombre. Tras su muerte en Filipinas, Elcano culminó la primera vuelta al mundo en 1522, demostrando la esfericidad de la Tierra. Luego comenzó la conquista de Filipinas. Aunque se intentó avanzar por Norteamérica, las dificultades hicieron centrar la expansión en Sudamérica. En el norte, Jiménez de Quesada conquistó Colombia y fundó Bogotá. Orellana exploró el Amazonas. Valdivia y Almagro llegaron a Chile y el Río de la Plata, mientras que Cabot y Mendoza exploraron Argentina. Alonso de Mendoza fundó La Paz. Desde México, Coronado exploró California.

Las Conquistas de México y Perú:

México:

Durante el reinado de Carlos I se realizaron importantes conquistas en América, destacando la del Imperio azteca por Hernán Cortés entre 1519 y 1521. Cortés partió desde Cuba y fundó Santa María de la Victoria tras la Batalla de Centla, donde recibió a La Malinche como intérprete. Rompió con el gobernador Velázquez y se alió con pueblos enemigos de los aztecas como los tlaxcaltecas. En noviembre de 1519 se encontró con Moctezuma, quien fue hecho prisionero por los españoles. Tras una revuelta en Tenochtitlán y la muerte de Moctezuma, se produjo la retirada española conocida como la Noche Triste. Cortés reorganizó su ejército y venció a los aztecas en Otumba. Finalmente, en agosto de 1521 cayó Tenochtitlán tras un largo asedio, completándose la conquista y fundándose la Nueva España.

Perú:

La conquista del Imperio inca fue llevada a cabo por Francisco Pizarro entre 1532 y 1533, aprovechando la guerra civil entre los hermanos Atahualpa y Huáscar. Atahualpa accedió a entrevistarse con Pizarro en Cajamarca, donde fue capturado el 16 de noviembre de 1532. Ofreció un rescate en oro y plata, que fue aceptado, pero luego fue juzgado y ejecutado el 26 de julio de 1533 bajo cargos de fratricidio y herejía.

Los Reyes Católicos: Unificación y Construcción del Estado Moderno

La Guerra de Sucesión Castellana:

El problema sucesorio de Castilla comenzó en 1464, cuando una liga nobiliaria forzó a Enrique IV a nombrar heredero a su hermanastro Alfonso, en lugar de su hija Juana. Tras la Farsa de Ávila, los nobles proclamaron rey a Alfonso, pero Enrique IV lo derrotó en Olmedo (1467). Muerto Alfonso, los nobles ofrecieron la corona a Isabel, quien la rechazó mientras viviera el rey. En 1468, Enrique IV firmó el Tratado de los Toros de Guisando, nombrando heredera a Isabel, con la condición de no casarse sin su consentimiento. Al casarse en secreto con Fernando de Aragón, fue desheredada. A la muerte de Enrique IV (1474), Isabel se proclamó reina, lo que desencadenó una guerra sucesoria con Juana la Beltraneja y Portugal. Finalmente, Isabel triunfó y el conflicto terminó con el Tratado de Alcaçovas (1479), que reconoció a Isabel como reina de Castilla.

La Unión Dinástica de Castilla y Aragón:

En 1479, Fernando II heredó el trono de Aragón, uniendo por matrimonio las coronas de Castilla y Aragón con Isabel I, sentando las bases del Estado Moderno. Aunque gobernaban conjuntamente, cada reino conservó sus leyes e instituciones, sin crear una monarquía unitaria. La Concordia de Segovia (1475) estableció que Isabel era la heredera legítima de Castilla y Fernando tendría plenos poderes como rey consorte. Castilla era más extensa, rica y unificada que Aragón, donde persistía la tradición pactista y el control de las Cortes. Fernando adoptó la divisa "Tanto monta" con el símbolo del yugo, aludiendo al nudo gordiano y a Isabel. Estos emblemas aparecían junto a las flechas de la reina, simbolizando su unión y poder compartido.

Construcción del Estado Moderno y Centralización del Poder:

Los Reyes Católicos transformaron la monarquía feudal en una monarquía autoritaria y centralizada, reforzando la autoridad real. Se reorganizó la administración con juristas formados en universidades y se consolidó el Consejo Real de Castilla, ahora con capacidad judicial y administrativa. Se crearon consejos especializados (Inquisición, Órdenes Militares, Santa Hermandad, Aragón) y los Secretarios Reales actuaban como intermediarios entre estos y los monarcas. La Santa Hermandad, fuerza policial rural, ayudó a pacificar Castilla hasta su supresión en 1498. Se reformó la Hacienda con organismos recaudadores y fiscalizadores. Los corregidores imponían la autoridad real en los municipios, reduciendo su autonomía. La Justicia se estructuró en tres niveles: corregidores, audiencias/chancillerías y Consejo Real. Se establecieron tribunales en Castilla y Aragón. Las Cortes perdieron poder, siendo convocadas solo para aprobar impuestos.

Limitación del Poder de la Nobleza y Control de las Órdenes Militares:

Los Reyes Católicos redujeron el poder político de la nobleza, reemplazándola en cargos clave por juristas formados en universidades, aunque consolidaron su poder económico y social. En las Cortes de Toledo (1480) recuperaron tierras usurpadas desde 1464 y reorganizaron la Hacienda y legislación (Ordenamiento de Montalvo). Se reforzó el control de ciudades mediante corregidores y se sometieron las Órdenes Militares al poder real, con Fernando como gran maestre. La economía se basaba en agricultura, ganadería lanar y exportación de lana, vino y aceite, protegiendo a la Mesta y a los artesanos. Se apoyó a la nobleza con señoríos y mayorazgos. La revuelta de Fuenteovejuna y las rebeliones remensas en Aragón mostraron tensiones sociales. La Sentencia de Guadalupe (1486) puso fin al conflicto remensa aboliendo los "malos usos" y redefiniendo la relación entre señores y campesinos.

Política Religiosa y Unificación de la Fe:

Los Reyes Católicos buscaron reforzar su autoridad sobre la Iglesia mediante el Patronato Regio, controlando el nombramiento de altos cargos eclesiásticos. Para lograr la unidad religiosa crearon el Tribunal de la Inquisición (1478), bajo control real, con el objetivo de perseguir falsos conversos, especialmente judaizantes. En 1492 decretaron la expulsión de los judíos no convertidos, lo que causó una importante pérdida económica y demográfica. Más tarde, se obligó a los musulmanes a convertirse o salir del país, generando el problema morisco. En política exterior, emplearon alianzas matrimoniales: con Portugal, casaron a sus hijas Isabel y María con Manuel I, y con Inglaterra, Catalina se casó con Enrique VIII. Con el Imperio Germánico, Juana se casó con Felipe el Hermoso. Esta política sentó las bases de la futura monarquía hispánica de los Austrias.

Política Expansionista: Conquista de Granada y Anexión de Navarra:

La conquista del reino nazarí de Granada (1482-1492) fue planteada como una cruzada, apoyada por una bula papal y financiada por la Corona, la Iglesia y la nobleza. La guerra, centrada en asedios más que en batallas, aprovechó divisiones internas entre los musulmanes. Tras el asedio final, Boabdil rindió Granada el 2 de enero de 1492, culminando la Reconquista. La mayoría de las ciudades musulmanas se rindieron bajo capitulaciones respetuosas. En cuanto a Navarra, tras tensiones políticas y el pretexto de una conspiración con Francia, Fernando ocupó el reino en 1512, y fue incorporado a Castilla en 1515, aunque conservando sus fueros e instituciones.

Expansión Mediterránea: Italia y Norte de África:

En las guerras franco-españolas en Italia, Fernando el Católico logró imponerse y recuperar para Aragón el Reino de Nápoles en 1503, así como los condados del Rosellón y la Cerdaña. Esta victoria consolidó la presencia hispánica en Italia. Tras la conquista de Granada, España intentó expandirse hacia el Magreb para frenar la piratería, pero solo logró ocupar algunas plazas costeras (Melilla, Orán, Bugía, Trípoli), sin gran efectividad.

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