Historiografía Romana: Desde la República hasta el Imperio

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Siglo II a. C.

La historiografía romana se caracteriza por el realismo y el sentimiento patriótico, ya desde los analistas, que emprendieron la tarea de transcribir los datos recogidos en los anales de los pontífices. Los primeros analistas redactaron sus obras en griego, aunque los últimos escriben en latín. Ya con un afán por explicar los hechos, hallamos en este siglo el primer historiador: Catón el Viejo, con su obra titulada Orígenes, de la cual solo se conserva en breves fragmentos.

Siglo I a. C.

Julio César

Político, militar y escritor excelente, de estilo claro y conciso, abarcó la poesía, la oratoria, la gramática, pero sobre todo la historiografía, de la que conservamos obras completas: Comentarios sobre la guerra de las Galias y Comentarios sobre la guerra civil. En su origen fueron simples diarios de campaña; posteriormente los reelaboró con la pretensión de hacer una historia imparcial. En realidad, su deseo era motivar a sus partidarios y justificarse ante sus adversarios. Este afán propagandístico lo llevó a veces a deformar la realidad, aunque siempre intentó razonar sus actos.

Salustio

Con sus dos monografías, La guerra de Jugurta y La conjuración de Catilina, quizá buscaba hacer una crítica de la crisis republicana y de la decadencia moral de su época. En los prefacios de ambas, Salustio alude a la actualidad contemporánea. Sin embargo, él mismo había participado en la corrupción de la política: se retiró al morir su protector, César, para dedicarse a la historiografía. Tomó como modelo a Tucídides: es escueto y conceptista, original y plagado de arcaísmos y neologismos.

Cornelio Nepote

Escritor mediocre de biografías, como Vida de varones ilustres.

Siglo I a. C. - Siglo I d. C.

Tito Livio

Historiador oficial de Augusto, escribió Ab Urbe condita libri (Historia de Roma desde su fundación), que iba desde los orígenes de Roma hasta su época, en 142 libros, de los que quedan 35. Livio se salta la tradición de las viejas gestas, reanimando así el patriotismo y la unanimidad de pensamiento romanos. Como historiador peca de poco científico: admite leyendas y prodigios, y deforma los hechos según su conveniencia. Destaca su concepto de la historia social, con atención a los problemas militares y políticos. Como escritor, Livio emplea largos periodos, cuya belleza se realza con la retórica, alcanzando a veces un tono verdaderamente poético.

Tras Livio, la historiografía decae: la adulación a los emperadores quita la fiabilidad de las obras de Veleyo Patérculo y Valerio Máximo.

Siglo I d. C. - Siglo II d. C.

Tácito

En sus primeras obras fue abogado y orador. Pero a la muerte del emperador Domiciano, culminó su carrera política e inició la de escritor con dos monografías, Agrícola y Germania. La primera es una biografía de su suegro, Julio Agrícola, conquistador de Britania; contrapone el despotismo de Domiciano con el buen gobierno de Trajano, así como las costumbres naturales de los bárbaros frente a la corrupción de los romanos. En Germania estudia las instituciones y costumbres de los germanos. Otras obras son las Historias y los Anales. En ellas, Tácito alardea de imparcialidad y rigor científico: expone los hechos y sus causas, basándose en fuentes escritas u orales que él mismo cotejaba.

Es partidario de Salustio, al que sigue también como escritor. Sin embargo, lo superó: su estilo, personal y único, alcanza la majestuosidad de Tucídides. Tácito usa con arte la concisión y el conceptismo, junto con todos los artificios retóricos.

Después de Tácito, todos los autores se limitaban a la recuperación de anécdotas o a resumir obras anteriores: Suetonio (autor de Las vidas de los doce Césares, biografías de los emperadores), Floro y Justino, autores de epítomes de otros historiadores.

Siglo IV d. C.

Amiano Marcelino

Pretendió continuar las Historias de Tácito: su obra, Libros de gestas, es objetiva, aunque de estilo oscuro.

Eutrópio

Fue un altísimo funcionario en la corte de varios emperadores de su siglo. Por encargo de uno de ellos escribió un compendio de la historia de Roma, resumiendo la obra de Livio en su Breviario, en el cual usa un lenguaje clásico, claro y sencillo.

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