Historiografía Romana Clásica: Sallustio y Tito Livio
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C. Salustio Crispo: Un Historiador de la República Romana
C. Salustio Crispo, amigo y correligionario de César, fue un historiador en sentido pleno, preocupado por la interpretación de los hechos históricos y los frutos que de ella se puedan extraer.
Dedicó la primera parte de su vida a la política; en su último decenio se dedicó a la literatura.
Su preocupación por la filosofía de la historia lo llevó a elegir para sus dos monografías temas muy concretos: por un lado, el golpe de Estado de Catilina; por otro, la guerra con el rey armenio Yugurta. Su última obra, Historiae, es más amplia y se asemeja en la estructura y la forma artística a sus predecesores.
La conjuración de Catilina y Las historias tratan sucesos contemporáneos al autor, y La Guerra de Yugurta apenas llega a ser un pasado reciente.
Salustio sigue de cerca el ejemplo del historiador griego Tucídides al entender la historiografía como un arte.
A pesar de que sus temas no recogen su intervención en política, su subjetividad está mucho más en entredicho que la de César.
De cualquier forma, su brillante prosa le ha conquistado la admiración general. Partiendo de una idea previa, desarrolla el tema manteniendo en todo momento la atención del lector.
Historiadores Augusteos
Tito Livio: El Cronista de la Roma Eterna
Tito Livio es un historiador republicano que refleja los ideales de la política de Augusto. Cree en la necesidad de buscar la salida para el caos que vive en el retorno a las virtudes tradicionales, a la prisca virtus.
Nació sobre el año 59 a.C. en Padua y tuvo una educación tradicional, pasando por las escuelas de retórica y filosofía. En el año treinta marchó a Roma, donde dedicó el resto de su vida a un retiro entregado a la composición de una obra histórica de toda la historia de Roma, desde sus orígenes hasta la muerte de Druso, en el año 9 a.C. De ahí su título: Ab Urbe Condita Libri.
El propio autor se encargó de dar publicidad a su obra; se publicaba en series de cinco libros mediante lecturas públicas, y consiguió la fama que no tenía al llegar a la capital desde la provincia.
Livio no estudia en las fuentes originarias ni viaja para documentarse. Sus fuentes principales fueron los últimos analistas. Su método de trabajo ha sido criticado: elige una fuente y más tarde la compara con otras.
Seguidor del estoicismo, ve en la historia un plan teológico. Roma es una obra providencial debida a la pietas y a la virtus. El abandono de las características del propio Eneas trae como consecuencia inmediata la decadencia de Roma y del romano.
Intenta mantenerse fiel a las exigencias de la fidelidad histórica; es innegable su inclinación por los episodios de eficacia emocional y artística. Si en las narraciones sigue las técnicas de César, estas se adaptan a la teoría retórica de Cicerón.
El lenguaje de Livio es más cercano a la época republicana; tan solo en sintaxis se advierte fácilmente la transición al "latín de la época de plata".