La Historiografía Griega: Heródoto, Tucídides y Jenofonte
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TEMA II: LA HISTORIOGRAFÍA
1. La prosa aparece en Grecia por vez primera con el historiador Heródoto, que nació en Halicarnaso, una ciudad del sur de Asia Menor, a principios del siglo V a. C. En él se dieron unas cualidades que propiciaron el nacimiento de la historia: un carácter amante de la investigación y el análisis, una curiosidad innata por todo tipo de asuntos y un gran interés por los viajes. Heródoto narra en nueve libros de sus Historias los hechos y hazañas de distintos pueblos bárbaros y las guerras entre griegos y persas, que ocupan la parte más extensa e importante de su obra.
Características de su lengua son la influencia del estilo poético, que se deja ver en el predominio de la parataxis sobre la hipotaxis, así como en el empleo de determinadas formas morfológicas que aparecían sobre todo en la epopeya. Otro rasgo de esta prosa primitiva son las múltiples interrupciones que hay a lo largo de una exposición central y en las que se cuentan datos curiosos, que a veces tienen un vínculo muy remoto con el tema principal. Una diferencia con la prosa posterior es que fue escrita en jónico, el dialecto propio de su patria, que tiene algunas variantes respecto al ático, en el que se escribió la mayor parte de la producción literaria que ha llegado hasta nosotros.
2. El historiador que sigue cronológicamente a Heródoto es Tucídides, ateniense, que vivió en el siglo V a. C. y murió en el IV a. C. Los hechos que contempló, sobre todo la guerra entre atenienses y espartanos, le parecieron de tal magnitud que decidió dejar un testimonio sobre ellos a los hombres del futuro en la Historia de la guerra del Peloponeso. Salvo el primer libro de su obra, que se considera como una introducción, los otros siete cuentan la guerra hasta poco antes del final.
Representa su historia un estilo totalmente distinto al de Heródoto por varias razones: Tucídides participó en la guerra como soldado, por lo que la vivió y sufrió mucho más de cerca; fue amigo del estratega Pericles, por quien sintió una admiración que pone de manifiesto varias veces. Su estilo es más complejo, se percibe en él el progreso de la prosa con respecto a su antecesor y también la influencia de la retórica de los sofistas en la composición y en la misma selección de las palabras, en su posición en la oración, etc. Sus frases son más densas. Parte fundamental de su obra, y al mismo tiempo la más difícil, son los discursos, que ya se encontraban en la de Heródoto, pero que aquí son mucho más elaborados y reflejan la psicología del personaje al que se le atribuye. Se puede decir que es un autor que plantea la historia desde un punto de vista objetivo, a partir de unos hechos constatados.
3. El tercer autor destacable de esta época fue Jenofonte, también de Atenas, nacido en el 430 a. C. y muerto a mediados del siglo IV a. C. La más importante de sus obras desde el punto de vista histórico es las Helénicas, que viene a ser una continuación de la obra de Tucídides: empieza con el final de la guerra del Peloponeso y termina con el predominio de la ciudad de Tebas sobre Esparta alcanzado en las batallas de Leuctra y Mantinea. En la Anábasis narra la retirada de diez mil mercenarios griegos que acudieron a Persia para ayudar a Ciro en su intento de derrocar a su hermano Artajerjes. Fue un prosista polifacético, que abarcó diferentes áreas en otros escritos, como la educación (Ciropedia), la economía (Económico), o la filosofía (Apología de Sócrates, Memorables).
Jenofonte no es tan profundo como Tucídides; aunque en ocasiones intenta imitarlo, esto sólo sucede en el aspecto formal de la obra. Tucídides lo supera en la veracidad y selección de los temas que toca. Jenofonte es un autor claro y sencillo, pero muchas veces no destaca las cuestiones históricas primordiales de las simples anécdotas.
En época latina, continuaron la línea historiográfica iniciada por Jenofonte autores como Polibio y Diodoro de Sicilia.