Historia de la Segunda República: Nacimiento y Bienio Reformista

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Proclamación de la Segunda República Española

El gobierno del general Berenguer tenía como objetivo principal restaurar el sistema político anterior. Sin embargo, en este periodo se produjo un notable crecimiento del sentimiento republicano en España. Las principales fuerzas políticas, conscientes de esta efervescencia, firmaron el Pacto de San Sebastián con el fin de coordinar sus esfuerzos para instaurar una república. Este anhelo se materializó tras las elecciones municipales del 12 de abril de 1931.

La contundente victoria de los partidos republicanos en las principales ciudades españolas condujo a la proclamación de la República el día 14 de abril. Ante la nueva realidad política, el rey Alfonso XIII optó por marchar voluntariamente al exilio, abriendo así una nueva etapa en la historia de España.

La Constitución de 1931

Tras la formación de un Gobierno Provisional, en junio de 1931 se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes. Estos comicios otorgaron un notable triunfo a las candidaturas de centro-izquierda, reflejando el deseo de profundas reformas en la sociedad española.

La Constitución de 1931 fue finalmente aprobada en diciembre de ese mismo año por una aplastante mayoría parlamentaria. Sus características principales definieron el nuevo marco legal y social de la República:

  • Aparición de la figura del Presidente de la República como jefe de Estado.
  • Establecimiento de la soberanía nacional, residiendo el poder en el pueblo.
  • Instauración del sufragio universal, incluyendo por primera vez el voto femenino.
  • Un significativo incremento de los derechos y libertades individuales y colectivas.
  • Proclamación de la separación entre la Iglesia y el Estado, configurando una República laica.

El Bienio Reformista (1931-1933)

El primer presidente de la República fue Niceto Alcalá Zamora, mientras que Manuel Azaña asumió la presidencia del Gobierno. Durante este periodo, conocido como el Bienio Reformista, se impulsaron importantes transformaciones en diversos ámbitos de la vida española.

La Política Agraria

Se puso en marcha una ambiciosa Reforma Agraria, cuyo principal objetivo era el reparto de tierras entre los campesinos a través de la expropiación (con indemnización) a los grandes propietarios. Sin embargo, el elevado coste económico y la complejidad de esta tarea hicieron que la reforma avanzara muy lentamente, frustrando en gran medida las esperanzas de mejora de las condiciones de vida de los campesinos.

La Cuestión Religiosa

La República trató de disminuir la tradicional influencia de la Iglesia Católica en la sociedad española mediante una serie de medidas laicistas:

  • Medidas restrictivas contra la Compañía de Jesús, que fue disuelta y sus bienes nacionalizados.
  • La prohibición a las órdenes religiosas de ejercer la enseñanza.
  • Aprobación de otras leyes de carácter civil, como la de matrimonio civil y la de divorcio.

Estas políticas laicistas generaron una fuerte oposición en una parte significativa de la población española, especialmente en los sectores más conservadores y católicos.

Las Autonomías

En el marco de la nueva organización territorial del Estado, se aprobó el Estatuto de Autonomía de Cataluña en 1932, un paso fundamental hacia la descentralización y el reconocimiento de las identidades regionales.

Educación y Cultura

Se realizó un notable esfuerzo por mejorar y ampliar la educación pública, tanto en calidad como en cantidad. Se construyó un gran número de escuelas públicas y se impulsaron iniciativas culturales para extender el conocimiento a toda la población.

La Política Laboral

Se produjeron importantes avances en la legislación laboral, buscando mejorar las condiciones de los trabajadores. Destacan la ley de derecho a la huelga y la regulación de las jornadas de vacaciones. Además, se ampliaron las prestaciones a los pensionistas, se estableció el seguro médico para mujeres en período de maternidad y se mejoraron las indemnizaciones por accidentes de trabajo.

La Cuestión Militar

El ejército español presentaba numerosos problemas estructurales al inicio de la República:

  • Un excesivo número de oficiales en relación con la tropa.
  • Escasa formación y modernización de las fuerzas armadas.
  • Material bélico obsoleto.
  • Un predominio de elementos monárquicos y una marcada tendencia a intervenir en la política.

Manuel Azaña, como ministro de la Guerra, propuso una solución pacífica para reformar el ejército: se exigió a los mandos militares prestar juramento de fidelidad a la República o, en su defecto, retirarse con el sueldo íntegro. Esta medida buscaba profesionalizar y despolitizar las fuerzas armadas.

Sin embargo, algunas de estas reformas preocuparon profundamente a los sectores conservadores del ejército y la sociedad. En 1932, el general Sanjurjo lideró un fracasado pronunciamiento militar, conocido como la "Sanjurjada", que intentó derrocar al gobierno republicano.

Finalmente, en 1933, Manuel Azaña dimitió de su cargo, lo que llevó a la convocatoria de nuevas elecciones generales en noviembre de ese mismo año, marcando el fin del Bienio Reformista.

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