Historia de la Romanización y Religión en la Península Ibérica

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La Conquista Romana de la Península Ibérica

El dominio de Roma en la Península Ibérica comenzó con motivo de la Segunda Guerra Púnica y se extendió a través de la ocupación de provincias hispánicas, perdurando hasta la llegada de los pueblos godos.

Etapas de la Conquista Romana

La conquista se desarrolló en cuatro etapas principales:

  1. 1.ª etapa: Sometimiento de la presencia cartaginesa en la costa suroriental.
  2. 2.ª etapa: Primeras sublevaciones y grandes guerras celtíberas y lusitanas.
  3. 3.ª etapa: Guerras civiles del siglo I a. C.
  4. 4.ª etapa: Campaña contra cántabros y astures.

División Territorial Romana en Hispania

En la época republicana, el territorio quedó dividido en dos provincias: Hispania Citerior e Hispania Ulterior, con capital en Corduba.

En tiempos del principado de Augusto, se establecieron la Tarraconensis (capital: Tarraco), la Baetica (con sede en Corduba) y la Lusitania (capital: Emerita Augusta).

Durante el dominio de Diocleciano, a las tres provincias ya existentes se añadieron tres más: Gallaecia, Carthaginiensis y Balearica.

Factores de Romanización

La romanización de la Península Ibérica fue un proceso complejo influenciado por varios factores clave:

  1. El ejército fue el principal agente en la construcción de obras públicas y la extensión de la lengua latina.
  2. La vida urbana (en el foro y las calles) utilizaba la lengua, se estudiaba en la escuela y se practicaba el culto oficial.
  3. La lengua era indispensable para las relaciones comerciales.
  4. El derecho de ciudadanía otorgaba recompensas por prestar ciertos servicios.
  5. La red viaria facilitó las relaciones entre las ciudades.

La Religión Romana

La religión romana se encontraba al servicio de las personas y del Estado. Todos los sacrificios pretendían obtener un favor de los espíritus y divinidades a las que se debía invocar para que concediesen protección.

Los Grandes Dioses Romanos

Las divinidades tradicionales tenían naturaleza agraria y pastoril, como Fauno (dios de la agricultura), Flora (diosa de la juventud) y Término (dios de las propiedades).

Se formó un primer grupo de grandes dioses latinos nacionales (Júpiter, Marte y Quirino), más adelante sustituido por la tríada clásica (Júpiter, Juno y Minerva).

En honor de estos se construyó el Templo Capitolino, que pasó a ser símbolo de la unidad del Estado y los tres dioses fueron denominados la Tríada Capitolina.

Culto Doméstico o Privado

El culto doméstico dependía del pater familias, quien actuaba como sacerdote. Tenía un altar situado en el centro de los espacios centrales de las casas.

Los elementos principales eran: el Lar Familiar (dios protector de la casa, simbolizado por el fuego del hogar), los dos Penates (portadores de los cuernos de la abundancia) y el Genio (espíritu representado en forma de serpiente).

El culto a las almas de los difuntos se denominaba Manes.

Culto Público u Oficial

La ciudad también tenía su hogar protegido por la diosa Vesta, por sus dioses Rómulo y Remo y por los Penates.

Rómulo fue divinizado bajo el nombre de Quirino, dios de la ciudadanía romana.

Los Sacerdocios Romanos

Los sacerdotes eran elegidos entre los ciudadanos, dirigían los rituales del culto público y se agrupaban en colegios:

  1. Pontífices
  2. Flamines, encargados de encender el fuego en los sacrificios.
  3. Augures
  4. Vestales, encargadas de mantener el fuego sagrado encendido.

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