Historia Política y Económica de América Latina: 1930-1990
Enviado por Chuletator online y clasificado en Historia
Escrito el en español con un tamaño de 41,76 KB
Principales Momentos y Debates del “Corto” Siglo XX Latinoamericano (1930-1990)
1. La Crisis de 1929 y los Vaivenes Políticos: Fin de un Modelo Socioeconómico y Político
La etapa de la crisis de 1929 se cierra en torno a los años 40, cuando el dominio oligárquico ya no es tan predominante en América Latina. Sin embargo, existe la posibilidad de atribuir el final de la crisis a las transformaciones económicas que empiezan a desarrollarse en los años 40 y 50. Quizás convenga cerrar, por tanto, esta etapa hacia la década de los 50, porque ya en esta década se observa que algunas de las transformaciones empleadas por los Estados para salir de la crisis están cayendo en una suerte de crisis y estancamiento. La dependencia es apreciable en cómo las economías americanas estuvieron vinculadas al mercado y al capitalismo internacionales, lo que genera una dependencia económica de dichas economías respecto a los centros económicos mundiales. Esto es conocido como la Teoría de la Dependencia. El concepto de crisis no solo debemos entenderlo en relación con la crisis de 1929, sino también como una realidad constante en América Latina. En general, se tiene la idea de una América Latina inestable políticamente y con muchas crisis. En este contexto, vemos una reformulación de políticas económicas y sociales (coordenadas nacionales en perspectiva y un auge de los populismos y autoritarismos, como los de Getúlio Vargas, Lázaro Cárdenas y Juan D. Perón).
Atendiendo a todos estos conceptos, podemos afirmar que los periodos de consolidación democrática en América Latina son una excepción, y que esto no es lo habitual. Tras el término de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos termina de gestionar su influencia y hegemonía a nivel mundial, mientras que América Latina es una de esas zonas que están en su “área de influencia”, por lo que intervendrá en muchas ocasiones. Por ejemplo, muchos gobiernos, instigados por Estados Unidos, van a realizar políticas represivas contra los Partidos Comunistas (Chile: Ley de Defensa Democrática).
La Crisis de 1929
La economía latinoamericana estaba vinculada al mercado internacional, con una llegada masiva de capitales extranjeros que se transforman en propietarios en diversas áreas. En algunas zonas, se mantiene un capital y propiedad local. Los gobiernos se encuentran ante una situación fiscal compleja, producto de la dependencia de mercados extranjeros. A lo largo del continente están distribuidas muchas empresas estadounidenses; la penetración del capital norteamericano tiene sus consecuencias porque no solo operan a nivel económico sino también político. En Guatemala, por ejemplo, cuando se intentan realizar un conjunto de reformas políticas y económicas, la United Fruit interviene produciendo un golpe de Estado. En una perspectiva mundial, la economía latinoamericana también aportaba productos primarios a la economía mundial a finales de la década de 1920, como: Trigo (el 10%), Azúcar de caña (48,7%), Café (91%), Cobre (25%), Estaño (24,7%), Petróleo (16,5%), Nitrato natural – salitre – (100%). Estos datos, teniendo en cuenta que algunos países explotaban casi la totalidad de algunos productos, como Cuba el azúcar de caña o Chile el 100% del nitrato, permiten entender los grandes efectos que va a tener la crisis de 1929 en Latinoamérica por la interrupción en la exportación de estos productos al mundo.
El impacto de la crisis se traduce en:
- Caída de la producción industrial, en promedio, en torno a un 30% - 40% en América Latina.
- En Chile, el empleo en el sector minero pasó de 90.000 trabajadores en 1929 a 39.000 en 1931. Muchos mineros migran hacia zonas urbanas quedando en condiciones de pobreza y marginalidad.
- En Argentina, entre 1928 y 1932 los precios de las exportaciones primarias cayeron un 64% y el desempleo del sector primario alcanzó más de un 15%.
- En México, la caída de la producción de plata entre 1928 y 1932 fue del 78% y de un 28% en el caso del petróleo. Su número más alto de desempleados fue cerca de 340.000 en 1932 sobre la base de una población activa de 5 millones de personas.
- El año más duro de la crisis pudo ser 1931, donde se agrupan las peores cifras de desempleo y crecimiento industrial.
Los Vaivenes Políticos: Reformismos, Populismos y Autoritarismos
Fin de los regímenes oligárquicos, que era el régimen que daba sustento al modelo exportador, con el poder concentrado en manos de los sectores más ricos y empoderados del país, siendo las élites aristocráticas con una fuerte vinculación al capital financiero y la explotación de materias primas. Caracterizado por el dominio de las élites, este era altamente excluyente en lo político. Después de la crisis de 1929 no hay posibilidad de que el régimen oligárquico siga en pie porque va a ser inviable por sus características, entre otras cosas porque se ha ido conformando una clase media que irá disputando el poder al régimen oligárquico. En síntesis, el proyecto modernizador oligárquico no tiene legitimidad, y sin legitimidad política, económica y social, ese proyecto es inviable.
Observaremos tres grandes cambios en materia política, o tres reconfiguraciones políticas derivadas de la crisis de 1929:
- Reformismo democrático: algunos países optan por unas reformas que tienen cierto sentido democrático como Uruguay, Chile, Costa Rica… En Chile, por ejemplo, se forma el frente popular por una alianza anticlasista que llega al poder sin grandes periodos de inestabilidad; Uruguay en el 38 avanza hacia un sistema fuertemente anclado al bipartidismo entre dos partidos fuertes; En Costa Rica procesos similares, periodos de inestabilidad, pero pronto un conjunto de reformas políticas institucionales. Son casos excepcionales en América Latina.
- Régimen Populista o Populismos: término muy flexible y difícil de definir, su vigencia en la discusión política actual es evidente. El régimen populista por excelencia fue el de Perón en Argentina, pero hubo otros como Lázaro Cárdenas en México o Vargas en Brasil. Estos son regímenes fundacionales: marcan un punto de inflexión a partir de ahora, no es un gobierno más, sino un gobierno que sienta unas bases futuras y esto trae como consecuencia un cambio social significativo por el papel que se les atribuye a las masas sociales, políticas sociales que antes no se hacían como delimitación de la jornada laboral o vacaciones pagadas. Se apoya en una legislación que ya existía, pero se refuerza muchísimo más. Son regímenes promotores del cambio social: cambio en las condiciones sociales tanto de vida natural como también un cambio más estructural a nivel de régimen político. Es difícil pensar en solo implementar un conjunto de medidas si no hay un cambio más sustancial del régimen político, un cambio en toda regla. Suponen un punto de inflexión respecto al sistema político que les precedía. Por los populismos se inaugura un régimen político nuevo en Argentina. Hay algunos partidos o corrientes designadas como populistas, pero estudiamos aquellos que se transformaron en régimen político porque representan las características que atribuimos al populismo. Tienen un patrón personalista y paternalista del liderazgo político (carácter mesiánico del líder). Es importante un líder carismático que es identificado como el padre de la nación y donde además se da una comunicación directa entre el pueblo y el líder y una más contingente; diversidad de experiencias y protagonistas. Tienen una condición política policlasista, no van a proponer una lucha de clases, sino una integración de muchas clases sociales en un proyecto político común. Apoyo constante de la movilización social y conmemoraciones. La movilización de masas es propia de los regímenes populistas movilizando a varios sectores, pero sobre todo de masas populares que dan el sustento a la clase política, apoyo de las masas sociales.
- Formas autoritarias o Gobiernos dictatoriales: florecen por todo el continente, tanto con dictaduras familiares como los Somoza en Nicaragua o Trujillo en República Dominicana, se dan todo tipo de abusos, o sucesos como Trujillo que nombra a su hijo de 6 años Coronel de los Ejércitos. Otros países como Paraguay deambulan entre gobiernos civiles autoritarios, golpes militares, golpes militares dentro de otros golpes militares… Estos gobiernos no significaron el fin como tal del gobierno oligárquico, fueron más bien una adaptación.
2. Los Vaivenes Económicos: Industrialismo, Desarrollismo y Dependentismo
Fijamos esta reforma a inicios de la crisis (años 30) porque se empiezan a disponer con el objetivo de salir de la crisis, y las podemos extender hasta los años 50, cuando este modelo empieza a manifestar sus primeras crisis y síntomas de agotamiento, o cuando irrumpen las dictaduras y empiezan a dejar atrás estos movimientos. Otro límite podría estar en los 80/90 cuando se implementan ya otro tipo de políticas.
Industrialismo, Desarrollismo y Dependentismo (Teoría de la Dependencia)
Lo que primero se empieza a implantar en América Latina son políticas de industrialización. Casi en paralelo comienza a desarrollarse una teoría sobre el desarrollo económico latinoamericano, y solo luego, cuando a mediados del siglo XX se manifiesta, va a ejercer con fuerza la teoría de la dependencia. Además de medidas para paliar los efectos de la crisis del 29, el Estado implementa primero medidas muy paliativas como las ollas comunes (espacios donde se cocina para grandes cantidades de personas que no tienen recursos), pero en paralelo a eso se están empezando a implementar políticas industrializadoras. No son pocos los autores que dentro de las explicaciones que ensayan afirman que llegamos a este punto de crisis por la existencia del modelo oligárquico mono-exportador, incluso venían algunos avisando de que el modelo caería y arrastraría una gran crisis regional. Por ello, estamos ya ante un modelo que no se puede volver a aplicar y las medidas que se empiezan a tomar deben ir en otra dirección. El Estado será ahora el conductor de los procesos económicos, algo que no es incompatible con la pervivencia del modelo capitalista. Se va a buscar sustituir las importaciones de, por ejemplo, bienes de consumo que antes se compraban en el exterior y ahora las tiene que comprar la industria nacional, bienes de cierto nivel de tecnología. Van a surgir empresas estatales privadas o mixtas e incluso algunos gobiernos fomentarán que particulares creen industria nacional. Ahora bien, toda esta creación de industrias tiene un requisito previo en materia de estructuración económica, para ello se necesita una medida previa como es la obtención de energía y la electrificación de los países. Este proceso de desarrollo de políticas de industrialización que se da en Latinoamérica se desarrolla en los distintos países fundamentalmente en espacios urbanos, eso significa que en estos países tendría que haberse desarrollado previamente un proceso de industrialización. El desarrollo industrial previo no era concedido por el Estado, era uno basado en el capital privado, por eso este proceso con políticas empleadas por el Estado en sociedades que avanzan hacia una sociedad mayor, tiene que ser diferenciado de la industria que existía ya en Latinoamérica. Entre la década del 30 y del 40, América Latina está en torno al 40% de población urbanizada. La concentración de la población en las ciudades es importante porque la presencia de mano de obra es necesaria para poder llevar a cabo la actividad industrial. Otro elemento relevante es el por qué los gobiernos apuestan por este modelo determinado: porque el Estado es el que está conduciendo la economía en gran parte de los países del momento que luchaban contra la crisis: Estados Unidos (New Deal), países de Europa (auge de los fascismos…), Unión Soviética…, a pesar de que, de nuevo, sigue habiendo iniciativa privada. La vía que avanza es la del desarrollo económico por una fuerte intervención del Estado, es decir, hay un marco de referencia mundial que va en esa dirección.
Estos tres conceptos son respuestas elaboradas desde América Latina tomando, en algunos casos, elementos globales para hacer frente a los problemas económicos. Son respuestas teóricas y prácticas que se construyen y se piensan en América Latina a raíz de esta crisis del 29. Durante mucho tiempo solía existir un punto de discusión respecto a si América Latina era un espacio formulador de teorías políticas o sólo un espacio receptor. No obstante, estos fenómenos hay que entenderlos como respuestas de América Latina. ¿Son simplemente teorías o se logran implantar en algún punto? El desarrollismo es un cuerpo conceptual, pero también un refuerzo de la teoría de industrialización, por tanto es una construcción teórica pero también una política práctica. La teoría de la dependencia: se queda solo como una construcción teórica que lo que se cree es que apunta al socialismo. Sus principales impulsores (en general brasileños) tienen que marchar de ahí por el golpe del 64, algunos marchan a Uruguay y les pilla el golpe, se van a Chile y les pilla también el golpe.
Industrialismo
El industrialismo se caracteriza por varias dinámicas clave. El Estado juega un papel central en el proyecto industrializador, aunque no es hegemónico, dejando espacio para una clase capitalista empresarial. Se adopta una estrategia de industrialización por sustitución de importaciones, lo que implica el desarrollo de industrias locales para reemplazar productos importados. Este proceso da lugar a la formación de un proletariado industrial con altos niveles de sindicalización. Paralelamente, se observa un aumento del gasto público social.
El cuadro de desarrollo industrial en América Latina muestra variaciones entre países. Argentina mantiene un crecimiento moderado debido a que ya contaba con un cierto nivel de desarrollo industrial previo. Brasil experimenta un crecimiento significativo, y Chile presenta un crecimiento industrial extraordinario: en 1929, la industria representaba el 7,9% del PIB, mientras que en 1945 esta cifra ascendió al 23%. Otros países como Uruguay y Perú también muestran incrementos notables. Sin embargo, cuando el Estado aumenta la inversión industrial, esto a menudo resulta en un aumento del déficit fiscal. Esto se debe a que los recursos deben ser desviados de otras áreas o porque la continua inversión conduce al endeudamiento para financiar el desarrollo industrial.
En Argentina, durante la guerra de las Malvinas, se observa una disminución del gasto social acompañado por un aumento del gasto militar, lo que también contribuye al déficit fiscal.
Desarrollismo
El desarrollismo en América Latina se fundamenta en un refuerzo teórico a las nuevas políticas de industrialismo, promovido por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), creada por la ONU. Este modelo, conocido como industrialización por sustitución de importaciones (ISI), se difundió en el contexto posterior a la Segunda Guerra Mundial, durante el predominio de las democracias liberales y el sistema capitalista, conectando bien con las ideas liberales y capitalistas de la época.
Entre los principios y características del desarrollismo, se destaca el refuerzo del papel planificador del Estado en la industrialización y en la economía en general. Se buscaba que los países pasaran a una segunda fase de industrialización, no solo centrada en las importaciones, para evitar un estancamiento y fomentar una expansión industrial en todo el país. Además, el modelo promovía la integración regional de los mercados para reducir los gastos comerciales y fomentar el desarrollo de mercados regionales, beneficiando tanto a la industria nacional como a la economía general.
Las políticas desarrollistas no eran contradictorias con el modelo de industrialización, sino que lo reforzaban, especialmente a mediados de los años 50 cuando el modelo industrializador enfrentaba varias crisis, como la inflación y la dependencia del exterior. Durante este período, surgieron ideas y medidas desarrollistas para superar el estancamiento industrial.
Tres gobiernos destacaron por su implementación de medidas desarrollistas: el gobierno de Carlos Andrés Pérez en Venezuela, el gobierno argentino de los años sesenta, y el gobierno de Eduardo Frei Montalva en Chile.
Sin embargo, el modelo industrializador presentó limitaciones desde mediados de los años 50. Estas incluían la dependencia de tecnologías sofisticadas del exterior, una industrialización parcial concentrada en áreas específicas como São Paulo, Río de Janeiro o el sur de Chile, y la ausencia de una reforma agraria a gran escala. La falta de una reforma agraria efectiva impedía el abastecimiento adecuado de las ciudades y las industrias, ya que la agricultura no crecía al mismo ritmo que la industria. Además, el modelo no logró reducir significativamente la desigualdad social ni solucionar problemas como la inflación, lo que generó críticas y expectativas frustradas en la población.
En este contexto, Estados Unidos promovió la reforma agraria en América Latina durante la Guerra Fría para evitar el avance del socialismo y movimientos revolucionarios que buscaban la independencia completa. La presencia previa de empresas estadounidenses en la región también influyó en esta intervención.
A pesar de los esfuerzos, el modelo desarrollista no cumplió plenamente con las expectativas de la población. La Revolución Cubana marcó el surgimiento de un nuevo modelo que captó la atención de muchos en Latinoamérica, destacando la necesidad de reformas más profundas y radicales.
Teoría de la Dependencia
La Teoría de la Dependencia emergió como un cuerpo conceptual influyente en los círculos intelectuales de la izquierda latinoamericana durante los años 60 y 70, dialogando eficazmente con el contexto cultural y político de la época. Esta teoría se centró en diagnosticar las limitaciones y desigualdades de la economía latinoamericana, incorporando aquellos elementos considerados beneficiosos. Promovida y desarrollada en gran medida por teóricos brasileños, surgió como una respuesta a las deficiencias del modelo desarrollista de la CEPAL, el cual no había logrado resolver los problemas y expectativas de la región, inclinándose hacia un modelo socialista de desarrollo.
Entre los principios y énfasis de la Teoría de la Dependencia destacan:
- La conexión del subdesarrollo con los países industrializados: Los problemas de subdesarrollo y desigualdad en América Latina no se originan internamente, sino que son fruto de la influencia de países industrializados que demandan recursos. Estos países, a menudo anglosajones, extraen materias primas a bajo costo y fomentan su propio desarrollo industrial a expensas de las economías latinoamericanas.
- Las relaciones desiguales de intercambio económico: Existe una relación desigual entre el centro industrializado y la periferia subdesarrollada, donde el desarrollo del centro perpetúa el subdesarrollo de la periferia.
- El debate sobre el subdesarrollo como precondición del desarrollo: Algunos teóricos de la dependencia argumentan que la idea de que es necesario pasar por una fase de subdesarrollo para alcanzar el desarrollo es errónea, ya que muchos países industrializados no pasaron por esa fase. Esta perspectiva cuestiona por qué América Latina debería seguir ese camino, sugiriendo que las naciones industriales perpetúan la dependencia para su propio beneficio.
Estas ideas fueron adoptadas por movimientos y gobiernos de izquierda en el siglo XXI, como el Foro de São Paulo y el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela, que encontraron en la Teoría de la Dependencia una explicación coherente para las desigualdades estructurales y una guía para sus políticas de desarrollo.
3. Grandes Debates de la Segunda Mitad del Siglo XX: Reforma Agraria, Integración Regional y Ajuste Estructural
En la segunda mitad del siglo XX, se desarrollaron grandes debates en torno a la reforma agraria, la integración regional y el ajuste estructural, temas que marcaron una época y poseen un trasfondo histórico de larga duración. Uno de los principales interrogantes fue si estas políticas eran realmente capitalistas.
Diversos países de América Latina, como México, Bolivia y Chile, llevaron a cabo intentos de reforma agraria en distintos períodos y contextos, obteniendo resultados desiguales. Este debate se convirtió en una cuestión de gran relevancia histórica al penetrar en el dominio público. La reforma agraria representó una ruptura significativa con la forma tradicional en que los campesinos, a menudo generaciones de jornaleros casi esclavizados, trabajaban la tierra en latifundios y otros regímenes. La reforma transformó a estos campesinos en propietarios de tierras, generando un cambio histórico, cultural, económico y social.
El objetivo era incorporar las nuevas tierras, divididas y repartidas entre los campesinos, al sistema capitalista. Sin embargo, las herramientas y discursos disponibles para facilitar esta transición eran escasas o prácticamente inexistentes, lo que complicó la situación.
La conexión entre las reformas agrarias y las transformaciones económicas de las décadas posteriores es clara. Sin estas reformas, habría sido imposible alcanzar el avance económico que experimentó el continente. Volver a los antiguos regímenes de grandes explotaciones no solo sería inviable por no favorecer el crecimiento económico, sino que también estaría en desacuerdo con las ideas neoliberales predominantes.
4. La Guerra Fría en América Latina
La Guerra Fría en América Latina comienza con la Revolución Cubana. Hablaremos de tres dimensiones: temporal, territorial y las expresiones políticas y culturales bajo la Guerra Fría en América Latina con movimientos guerrilleros, dictaduras y la transición a las democracias.
1. Dimensión Temporal
El marco general de la Guerra Fría abarca desde finales de los años cuarenta hasta finales de los ochenta. Durante este período, se implementaron modelos industrializadores y desarrollistas, que permanecieron vigentes hasta la década de los 60 y 70, cuando comenzaron a dar paso a políticas neoliberales. Aunque el modelo desarrollista se mantuvo, su influencia disminuyó paulatinamente.
Las revoluciones en América Latina marcaron este período. Aunque la Revolución Cubana es el punto de partida más reconocido, la idea de revolución es más antigua y hubo otros intentos, como el de Bolivia en 1952. La Revolución Cubana, sin embargo, dio un nuevo significado a la revolución, al romper lazos con Estados Unidos y priorizar los intereses cubanos. Este período de revoluciones se extendió principalmente a lo largo de la década de los 60 y hasta casi la década de los 70.
Las dictaduras bajo las Doctrinas de Seguridad Nacional (DSN) son otro aspecto crucial. Aunque comúnmente se asocian con los años 60 y 70, el fenómeno comenzó antes, como en Paraguay en 1954 con una dictadura fuertemente anticomunista. Las dictaduras en América Latina deben entenderse como un proceso amplio, que incluye dictaduras restrictivas y personalistas, especialmente en Centroamérica.
La década de los 80 fue testigo de la transición hacia la democracia en gran parte de la región. Sin embargo, hubo variaciones significativas. Por ejemplo, en Guatemala, las guerras civiles retrasaron el inicio de la transición hasta casi finales de los 90. Además, muchas transiciones fueron endebles, como en Nicaragua, que inició su proceso de democratización a finales de los 90, pero regresó a una realidad autoritaria en los 2000. En contraste, Uruguay y Costa Rica se consolidaron como excepciones, reflejando sistemas democráticos más sólidos y estables.
2. Dimensión Espacio-Territorial
La Guerra Fría en América Latina puede entenderse desde una perspectiva espacio-territorial, planteando varias preguntas clave: ¿Debemos considerar a América Latina solo como un campo de disputa en el conflicto global, o existe una construcción histórica y realidad distinta en la región? ¿Existen particularidades que la diferencian de la conexión global? Tradicionalmente, se ha pensado en América Latina como un mero campo de batalla en el conflicto ideológico entre Estados Unidos y la URSS. Sin embargo, en los últimos años ha surgido una tendencia revisionista que propone el concepto de una "Guerra Fría Interamericana", sugiriendo que América Latina desarrolló una historia y características propias durante este período. El debate gira en torno a si el continente americano fue simplemente un apéndice de un conflicto ideológico mayor o si desarrolló una ideología propia que evolucionó dentro del propio continente latinoamericano.
La idea de revolución y guerrilla estuvo presente en toda América Latina durante las décadas de los 60 y 70, con movimientos guerrilleros que reflejaron una línea general de acción en el continente, junto con los autoritarismos y conflictos civiles, enfrentamientos con levantamientos guerrilleros y la presencia de dictaduras personalistas y conflictos civiles de larga duración fueron comunes. Las dictaduras de seguridad nacional en las décadas de los 60 y 70 no tuvieron que enfrentar levantamientos guerrilleros en su totalidad. En relación con los casos particulares:
- México mantuvo un gobierno estable desde la década de los 20 hasta el final de la Guerra Fría en los 90. Aunque hubo movimientos guerrilleros en zonas específicas, no se desarrolló un sentimiento revolucionario a nivel nacional. Tradicionalmente, se ha dicho que México no participó activamente en la Guerra Fría debido a su actitud neutral.
- En Colombia, el conflicto civil entre conservadores y liberales en los años 40 y 50 dio origen a grupos guerrilleros que desafiaron al gobierno.
- En Venezuela, a finales de los 50, se establecieron acuerdos políticos que estabilizaron el país y proporcionaron paz política.
- Perú experimentó una serie de intervenciones militares, golpes de estado y gobiernos civiles. En 1968, un nuevo golpe militar llevó a un proyecto político nacionalista con tintes de izquierda, incluyendo la reforma agraria y el fomento de actividades militares, contrastando con la situación de países vecinos y el contexto internacional. Esta estabilidad duró hasta el inicio de los 80, cuando surgió un grupo armado de orientación maoísta que inició un conflicto significativo con el gobierno.
Muchos de los movimientos que inspiraron la Revolución Cubana ya se habían desarrollado previamente en varios lugares y países de América Latina, indicando una rica y diversa historia de luchas revolucionarias y conflictos internos durante la Guerra Fría.
3. Expresiones Políticas y Culturales
Son tres procesos: revolución, dictadura y procesos de transición a la democracia, que están articulando los grandes cambios y procesos políticos y sociales de la segunda mitad del siglo XX; en definitiva, a los procesos durante la propia Guerra Fría. No son procesos pacíficos, condensan y articulan en su interior una serie de conflictos, que a lo largo de su desarrollo se irá materializando. La noción del conflicto ideológico propio de la guerra fría se articula también en estas tres experiencias, pero a una escala más regional.
5. Factores Desencadenantes y de Contexto para Entender la Emergencia de Algunos Procesos Revolucionarios en América Latina
Las profundas condiciones de desigualdad y marginalidad históricas en América Latina impulsaron la búsqueda de una nueva alternativa que planteaba la creación de un "hombre nuevo" en un mundo sin problemas ni desigualdades sociales. La revolución fue vista como la única vía capaz de modificar y transformar los países. Sectores de trabajadores, universitarios, estudiantes y militantes del Partido Comunista se sintieron particularmente atraídos por el ejemplo cubano, que simbolizaba esta posibilidad de cambio. La presencia de regímenes autoritarios de larga duración y formas ambiguas de democracia, que desplegaban repertorios igualmente autoritarios, era común en América Latina. En este contexto, la Revolución Cubana adquirió una importancia simbólica, pues logró acabar con una dictadura y los autoritarismos, sirviendo como un ejemplo alegórico y un símbolo de resistencia y cambio.
Por otro lado, los modelos nacional-desarrollistas mostraron limitaciones significativas para mejorar las condiciones materiales de la población. No lograron resolver grandes problemáticas sociales como la marginalidad, la pobreza, el hambre y la inflación, lo que llevó a una situación de marginación y precarización social, económica e incluso política. Además, la Guerra Fría tuvo un impacto considerable en la articulación de procesos revolucionarios en América Latina. Los conflictos ideológicos globales se reflejaron en la región, articulando procesos revolucionarios con una lógica latinoamericana particular. Por último, la emergencia de la Nueva Izquierda y la Teología de la Liberación también fueron factores clave. Figuras como Gustavo López Gutiérrez y Enrique Dussel integraron elementos de las problemáticas sociales y las ideologías políticas a la teología clásica. Esta corriente interpretó la realidad de América Latina no solo desde el prisma de la religión católica, sino también desde una perspectiva marxista, incorporando ideas de una izquierda radicalizada característica del continente.
Los partidarios de la Nueva Izquierda rechazaban los mecanismos y enfoques de las teorías desarrollistas clásicas, diferenciándose de la "vieja" izquierda, que estaba compuesta por grupos políticos e ideologías que operaban dentro del sistema. Esta nueva corriente de izquierda, que surgió en los años 60, fomentó el conflicto y la discordia incluso dentro del propio bando izquierdista, y tuvo un impacto significativo en la política y la sociedad latinoamericana.
¿Qué se va a entender por revolución en América Latina?
Existencia de diversos modelos de revolución, algunos con mayor impacto que otros: La revolución cubana será proyecto por excelencia de esta nueva izquierda. Por otro lado, la vía chilena al socialismo sería un proyecto en el que va a reproducir la discusión reciente y nítida de las dos izquierdas. El Partido Comunista de Chile sería uno de los más importantes de Latinoamérica (junto con el cubano) debido a su estructuración y disciplina interna pero también por sus actividades. No obstante, también existían miembros de la nueva izquierda, que estaban a favor de desarrollar una revolución armada con focos guerrilleros. Con esto queremos destacar que la aplicación de la nueva izquierda se desarrolla de forma diferentes en los diversos lugares, y que pueden provocar diversas dinámicas.
Estos pueden generar dos procesos:
- Movilización Revolucionaria: Influencia e impacto que genera la movilización guerrillera, sobre todo en Latinoamérica. Este movimiento no solo sucede en Cuba, sino que se exporta y se difunde como si se trataran de ondas, pudiendo observar numerosos movimientos guerrilleros en diferentes lugares y de diferentes formas a lo largo del siglo XX.
- Contrarrevolución: Todos los sectores que se van a ver afectados por la nueva izquierda o los movimientos revolucionarios no se van a quedar cruzados, iniciándose un movimiento reaccionario. Un ejemplo de ello serían los Estados Unidos, quien desempeñaría este papel a más escala intentando frenar la revolución cubana al atentar o romper con los intereses geopolíticos estadounidenses.
Para eso Estados Unidos realizó una especie de alianza con diferentes países a favor de su desarrollo: la Alianza para el Progreso. En esto EE.UU. daba dinero a diferentes países latinoamericanos para que desarrollaran sus países invirtiendo el capital en aquellos problemas que podrían provocar la extensión y aplicación de lo que se desarrolló en Cuba (algo así como lo que hace tras la Segunda Guerra Mundial en Europa para frenar el avance del Comunismo); haciendo mucho hincapié en el desarrollo de una reforma agraria. Tras la muerte del presidente, aquel entonces Kennedy, se dejará la alianza y los proyectos a un lado al desarrollarse con fuerza el conflicto en Vietnam. Su sucesor, Johnson, no estaba preocupado por América Latina, estaba interesado en Vietnam y quería triunfar allí rápido para después desarrollar su proceso nacional. Cambiará el foco, y ya no se tratará de intentar acabar con los movimientos revolucionarios gracias a la asistencia social, sino implantando las famosas dictaduras de Seguridad Nacional por todo el continente.
Surgirá tras esta la Doctrina Nacional, la cual plantea que los conflictos ya no van a ser entre países vecinos, ahora están dentro de las fronteras, es decir, el enemigo no está fuera sino en el interior, dicho enemigo es el comunismo y todos los sectores sociales que están de su lado. Por lo tanto frente a los movimientos revolucionarios, surgirá también una dinámica contrarrevolucionaria tanto a nivel local como por Estados Unidos.
Se desarrolla un gran movimiento prácticamente característico de América Latina, movimientos rompedores que también se podrán ver frenados o limitados por el desarrollo de procesos en contra de sus labores y; pretendiendo establecer el viejo orden o la permanencia de este.
6. La Guerra Fría en América Latina: Dictaduras y Transiciones a la Democracia
Autoritarismo en América Latina
Para entender las dictaduras en América Latina, es necesario abordarlas desde una perspectiva de larga duración y especificidad, reconociendo que las dictaduras varían según el lugar y el momento histórico. Este fenómeno se enmarca tanto en un contexto regional como mundial, lo que facilita una mejor comprensión del autoritarismo en América Latina.
Primero, en el Siglo XIX y la Primera Mitad del XX, durante los procesos de independencia americanos, se evidenció un autoritarismo caracterizado por la emergencia de caudillismos y expresiones autoritarias. La Doctrina Monroe, promovida por Estados Unidos, marcó esta época con un claro intervencionismo en la región.
En la mitad del siglo XX, Estados Unidos intervino directamente para frenar expresiones reformistas que amenazaban sus intereses políticos y económicos. Un ejemplo de esto fue la intervención en Guatemala en 1954. Xavier Casals describe la década de 1950 como el establecimiento del terror de Estado en América Latina, con figuras como Trujillo, Somoza y Duvalier liderando regímenes autoritarios.
En la Segunda Mitad del Siglo XX, en esta etapa, las dictaduras militares bajo la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN) implementaron un plan sistemático de represión. Este enfoque represivo fue transmitido por el ejército estadounidense a los militares latinoamericanos en el contexto de la Guerra Fría. La DSN redefinió el conflicto, situando al enemigo dentro de las fronteras nacionales, representado por individuos o grupos que apoyaban el comunismo o las posiciones de izquierda. Centroamérica se destacó como la región de mayor intervencionismo norteamericano durante este período.
Para comprender plenamente las dictaduras de los años 60 y 70, es esencial considerar los siguientes aspectos: La Guerra Fría, con la Revolución Cubana como evento catalizador, generó una onda revolucionaria en toda la región. Este contexto de enfrentamiento ideológico global influyó profundamente en la dinámica política de América Latina. Por otro lado, a diferencia de las dictaduras anteriores, las dictaduras de esta época mostraron una base doctrinal clara. La Doctrina de Seguridad Nacional, aunque formulada por Estados Unidos, fue enseñada a oficiales y suboficiales latinoamericanos. Esta doctrina posicionaba al enemigo interno como el principal adversario, cambiando la lógica de la represión y el control social.
Algunas Dinámicas Previas a la Instauración de las Dictaduras Militares
Para comprender la instauración de las dictaduras militares en América Latina, es crucial considerar varias dinámicas y contextos que precedieron y acompañaron a estos regímenes. Antes de la instauración de las dictaduras, hubo un notable aumento en la participación social y en la
movilización política, lo que incrementó la complejidad del Estado para gestionar y contener estos movimientos. Esta mayor participación política y social también exacerbó la confrontación entre diferentes sectores de la sociedad, creando un ambiente propicio para la intervención militar. El modelo industrializador del Estado, que había sido el eje de las economías nacionales, entró en crisis. Esta crisis económica, que aún persiste en algunos países, planteó serios problemas que no se han resuelto de manera consistente, generando un terreno fértil para propuestas de cambios estructurales radicales. En respuesta a la crisis del modelo industrializador, surgieron nuevos proyectos y horizontes políticos centrados en la idea de revolución. Estos proyectos buscaban complementar y transformar las dinámicas preexistentes mediante cambios estructurales en la región. Las dictaduras militares, en muchos casos, se posicionaron en contra de estos movimientos revolucionarios, buscando restaurar el orden y preservar los intereses de las élites. Así, la creciente influencia del comunismo en la región aumentó la tensión en las relaciones internacionales, particularmente entre Estados Unidos y América Latina. La hegemonía norteamericana dentro de las Fuerzas Armadas latinoamericanas, a través de la Doctrina de Seguridad Nacional, consolidó un enfoque anticomunista que justificó la intervención militar y la represión.
Según el historiador Josep Fontana, muchos problemas sociales y políticos aún no habían alcanzado su punto crítico antes de las dictaduras. Fontana sugiere que las élites intentaron recuperar el poder social y político que habían perdido o que se veía amenazado por las revoluciones sociales. Este intento de recuperación del poder por parte de las élites fue un factor clave en la instauración de los regímenes dictatoriales.
A pesar de las diferencias específicas entre las dictaduras en distintos países, hay elementos comunes que las caracterizan: las dictaduras utilizaron la amenaza del comunismo como una justificación para su existencia y acciones represivas. Generales y civiles que apoyaron estos regímenes frecuentemente mencionaban el peligro comunista para legitimar su autoridad. // Las dictaduras no podían depender únicamente de la violencia para mantener el poder. Implementaron mecanismos políticos y culturales, como la aceptación irregular de constituciones, plebiscitos controlados y manifestaciones organizadas, para crear una fachada de legitimidad. // También, las dictaduras variaron en duración y en sus ciclos de represión. Por ejemplo: En Brasil, el ciclo represivo más intenso fue entre 1968 y 1970, en Argentina, la represión se concentró en un período de 3-4 años, con la invasión de las Malvinas marcando el inicio de la transición, en Uruguay, la represión fue más intensa al principio y disminuyó hacia el final del régimen y en Chile, hubo dos ciclos de represión: de 1973 a 1977 y de 1983 a 1986.
Estas dictaduras, aunque diferentes en sus contextos y duraciones, compartieron una estructura común de represión y manipulación política para mantener su control sobre la sociedad.
EL PLAN CONDOR.
El Plan Cóndor formalizó una estrategia de represión que ya se estaba llevando a cabo de facto en América Latina. Esta coordinación represiva entre regímenes militares se oficializó en Santiago de Chile en 1975, aunque sus prácticas habían comenzado años antes, entre 1968 y 1969. En esos años, varios organismos de inteligencia de la región ya compartían información y realizaban detenciones de opositores.
Los militares chilenos, al ver la necesidad de crear un plan más estructurado, convocaron a otros militares de la región para desarrollar una estrategia conjunta destinada a reprimir a toda la oposición y a los sectores contrarios a las dictaduras. Así, el Plan Cóndor consolidó y formalizó estas prácticas represivas, creando una red de colaboración entre los servicios de inteligencia de los regímenes dictatoriales de Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia, con el objetivo de eliminar a los disidentes políticos a través de detenciones, torturas, desapariciones y asesinatos.
Este plan fue una manifestación de la Doctrina de Seguridad Nacional, adoptada y promovida por Estados Unidos durante la Guerra Fría, que veía al comunismo como una amenaza a nivel global y justificaba la represión interna en los países latinoamericanos. La coordinación y la sistematización de estas acciones represivas bajo el Plan Cóndor tuvieron un impacto devastador en la región, perpetuando un clima de miedo y violencia que marcó profundamente la historia y la memoria de América Latina.