Historia de la Península Ibérica: Desde los Vascones hasta la Monarquía Visigoda
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Los Vascones: Un Pueblo Prerromano en la Península Ibérica
Origen y Asentamiento
Los Vascones, un pueblo de origen prerromano, aparecen mencionados en las fuentes a partir del siglo I a.C. Los romanos dividieron al pueblo vascón en dos grupos: los *Saltus*, menos romanizados debido a su ubicación en zonas boscosas y montañosas, y los *Ager*, que vivían de la ganadería y eran más estables. Su ciudad más famosa era *Iruña*, conquistada por Pompeyo en el año 75 a.C. Según los documentos de la época, los Vascones se asentaban principalmente en la actual Navarra y en zonas colindantes de lo que hoy es Aragón, La Rioja, Álava y Guipúzcoa. Su origen es incierto, con diversas teorías al respecto, aunque parece que se trata de grupos étnicos que recibieron un intenso influjo indoeuropeo y mediterráneo.
Resistencia y Legado
Los Vascones eran un pueblo belicoso que resistió al máximo diferentes invasiones (romanos, visigodos, árabes...). Su lengua, el euskera, ha perdurado hasta la actualidad.
La Conquista Romana de Hispania
Inicio y Desarrollo
La conquista romana de Hispania fue un proceso histórico de dominio y control militar del territorio de la península Ibérica por parte del Imperio Romano. Comenzó en el año 218 a.C., cuando las tropas romanas desembarcaron en Ampurias al mando de Publio Cornelio Escipión con el objetivo de derrotar a los cartagineses liderados por Aníbal en el marco de la Segunda Guerra Púnica. Tras la derrota de los cartagineses, los romanos, que se habían presentado como “protectores” de los nativos, ocuparon, de este a oeste, toda la península. El proceso culminó en el año 19 a.C. con el control de los pueblos del norte (galaicos y cántabros), y sobre todo los vascones. Durante este proceso, muchos pueblos se opusieron, entre ellos los lusitanos con su líder Viriato.
Romanización
Este proceso de conquista iba unido a la romanización, que consistía en la imposición de la cultura romana.
La Romanización de Hispania
Un Proceso de Transformación Cultural
La romanización fue el proceso de imposición de la civilización latina a los pueblos sometidos al Imperio Romano. Implicó la transformación de los elementos culturales indígenas. En Hispania, este proceso fue lento (comenzó tras el inicio de la conquista en el año 218 a.C.) pero profundo. Entre los factores que favorecieron la colonización se encuentran la construcción de una tupida red de calzadas, la superioridad intelectual y la firmeza del ejército romano. La romanización se materializó en aspectos tan variados como la economía, el derecho, la organización social y administrativa, y la cultura, especialmente en lo que a la adopción de la lengua latina se refiere. También impusieron su religión politeísta. Sus resultados fueron variables, siendo especialmente intensos en la fachada mediterránea, ya que los íberos eran culturalmente más avanzados.
Las Provincias Romanas en Hispania
Organización Territorial y Administrativa
Las provincias romanas eran demarcaciones territoriales en las que se dividían las zonas conquistadas por los romanos fuera de Italia. Constituían la base de la organización político-administrativa del Imperio. A lo largo de la dominación romana de Hispania, el número de provincias fue incrementándose con el fin de controlar, centralizar y cohesionar más eficazmente el territorio. Se pasó de las dos provincias iniciales en el siglo II a.C. (*Citerior*, con capital en Tarragona, y *Ulterior*, con capital en Córdoba) hasta las seis del Bajo Imperio (*Tarraconense*, con capital en Tarragona; *Lusitania*, con capital en Mérida; *Bética*, con capital en Sevilla; *Gallaecia*; *Cartaginense*, con capital en Cartagena; y *Baleárica*). Según su origen, eran gobernadas por un pretor o un procónsul. Todas se dividían en conventos. Las actuales Ceuta y Melilla correspondían a la *Mauritania*. El mapa final fue elaborado por Augusto. La actual Navarra pertenecería a la provincia *Tarraconense*.
Andelos: Una Ciudad Romana en Navarra
Esplendor y Legado Hidráulico
*Andelos* es un yacimiento arqueológico correspondiente a una antigua ciudad romana situada cerca de la actual Mendigorría. Asentada sobre un poblado de la Edad del Hierro en la que parece que llegaron los íberos, alcanzó su máximo esplendor en los siglos I y II d.C. El cultivo de la tierra y la metalurgia eran la base de su próspera economía. Lo más interesante de las excavaciones realizadas hasta la fecha es su sistema de abastecimiento de agua, una auténtica obra de ingeniería hidráulica, con una presa en la que se recogía el agua, un depósito para almacenarla y un acueducto para distribuirla. También han aparecido restos de mosaicos, termas y pasos de cebra hechos como resaltes para que el agua fluyera por debajo. Aunque era una zona importante, ya que está situada en una terraza sobre el río Arga, en el siglo XIV se despobló debido a un brote de peste.
La Monarquía Visigoda en la Península Ibérica
Un Reino de Transición
La monarquía visigoda fue el régimen político implantado en la Península Ibérica en el año 507. Este reino se constituyó tras la caída del Imperio Romano y la expulsión de otros pueblos germanos (suevos, vándalos y alanos). Los visigodos constituyeron un reino independiente que representa la transición entre el mundo antiguo y el medieval, construyendo su dominio sobre toda la península a través de un proceso de unificación territorial, política, religiosa y jurídica. Situaron la capital en Toledo, aunque en un principio estaba en *Tolosa* (actual Toulouse), y perduraron hasta los inicios del siglo VIII, tras la invasión de los árabes que tuvo lugar a partir del año 711 tras la batalla de Guadalete, reinando Rodrigo, último monarca visigodo. Los visigodos no implantaron su cultura, sino que se romanizaron. La monarquía que tenían era electiva, lo que dio lugar a conflictos que desestabilizaron el reino. Recaredo, monarca visigodo que era arriano, se convirtió al catolicismo.