Historia de la Península Ibérica: Prehistoria, Romanización y Visigodos
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Historia Antigua de la Península Ibérica
La Prehistoria
La Prehistoria es el periodo más antiguo de la historia y su estudio abarca desde el origen del hombre hasta la aparición de la escritura. Llamamos proceso de hominización al proceso evolutivo que llevó a algunos primates a convertirse en la especie humana actual.
El Paleolítico
Se produjo durante el Paleolítico y comenzó en África con los Australopithecus que evolucionaron a Homo habilis, ergaster y erectus. El estudio del proceso se lleva a cabo por equipos donde participan especialistas de muchas disciplinas que estudian la evolución de los restos fósiles humanos, instrumentos y restos que aparecen asociados a ellos en los yacimientos arqueológicos, y descubrir cómo era el medio natural en el que vivían.
La Península Ibérica jugó un papel importante en el poblamiento de Europa y en el propio proceso de hominización. Los restos del Paleolítico están presentes en numerosos puntos, los de mayor importancia son los de Atapuerca (Sima del Elefante, Gran Dolina y Sima de los Huesos) debido a su aportación al conocimiento del proceso de hominización. Está presente un tipo humano, el Homo antecessor, que constituye un vínculo entre el ergaster y otras especies posteriores; por la presencia de varias especies humanas que ponen de manifiesto la continuidad humana en esa zona hasta la Edad del Bronce.
El Mesolítico y Neolítico
En el Mesolítico se observa una progresiva sedentarización que se concreta en el Neolítico con la aparición de la agricultura y la ganadería. El Neolítico llega a la Península desde el exterior y se plasma en las esculturas de la cerámica cardial y en los sepulcros de fosa. En la Comunidad de Madrid destaca el yacimiento de Pinilla del Valle donde aparecen especies animales y un tipo de neandertal que no se había hallado en la Meseta.
La Conquista y Romanización de Hispania
La conquista de la Península por Roma va a ser un proceso largo y discontinuo en el tiempo. Va a interesar por razones estratégicas y comerciales. Comienza con el estallido de la Segunda Guerra Púnica. El triunfo de Roma en la Primera Guerra Púnica motivó un incremento de presencia cartaginesa en la Península. En el 226 a.C. fijaron que el Ebro sería frontera de sus zonas de influencia: norte para Roma y sur para Cartago. Sin embargo, poco después los habitantes de Sagunto se aliaron con Roma; el general cartaginés Aníbal atacó y destruyó Sagunto, iniciando la Segunda Guerra Púnica que motivó la llegada del ejército romano.
Se distinguen tres etapas en la conquista:
- En la 1ª, Roma controla el litoral y los valles del Ebro y Guadalquivir. Se cometen abusos que dan pie a una serie de levantamientos.
- En la 2ª, los romanos penetran en la Meseta para controlar a los pueblos allí asentados y los yacimientos metalíferos de la zona. Dos guerras destacadas son las lusitanas y las celtíberas.
- Se aumenta así la extensión del territorio controlado por Roma hasta la Cordillera Cantábrica, donde tuvo lugar la 3ª etapa. En el 19 a.C. se firmó la Pax Romana.
La conquista fue seguida de un rápido proceso de romanización, consistente en la transformación gradual de los habitantes de los pueblos conquistados en ciudadanos romanos, quienes fueron asumiendo las costumbres, la organización política, legislativa y social, así como la lengua romana (el latín) y el sistema económico. Se consigue que la Península tenga por primera vez una unidad política, que el derecho romano rija en todos los lugares, que se generalice la sociedad urbana típica de los romanos...
Las clases altas adoptan la mentalidad romana. El cristianismo se convirtió en religión oficial del estado a fines del siglo IV y la Iglesia pasó a ocupar una posición privilegiada y un enorme poder social y económico.
Hoy en día aún conservamos importantes legados:
- Tres lenguas romances.
- El derecho romano, base de nuestro sistema jurídico actual.
- Fundaciones de ciudades y red de calzadas.
El Reino Visigodo
La crisis del Imperio Romano a partir del siglo III afectó a las provincias hispanas: las ciudades tuvieron que amurallarse, el comercio se resintió y se inició un proceso de ruralización. El siglo IV fue tranquilo, pero en el siguiente los pueblos germánicos asaltaron definitivamente el Imperio Romano de Occidente.
A principios del siglo V, los suevos, vándalos y alanos penetraron en la Península y se dedicaron al saqueo. El Imperio Romano pactó con los visigodos, quienes expulsaron a esos pueblos invasores: derrotaron a los alanos, expulsaron a los vándalos y arrinconaron a los suevos.
En el 476, con la caída de Roma, los visigodos fijan su monarquía en Tolosa. Cuando son derrotados por los francos en el 507, entran en Hispania. Se hacen con el poder y fijan su capital en Toledo.
El reino visigodo no supuso una ruptura con el mundo romano, sino una continuidad. La marcada romanización de los visigodos facilitó su progresiva fusión con la población y cultura hispanorromana. Pronto se inició un proceso de unificación territorial, jurídica y religiosa. La territorial se logró mediante la expulsión de los suevos de Galicia y de los bizantinos.