Historia del País Vasco: Concierto Económico, Industrialización, Nacionalismo y Guerra Civil
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Los Conciertos Económicos
El Concierto Económico es el sistema de financiación propio del País Vasco, en virtud del cual se establecen y regulan las relaciones financieras y tributarias entre este y el Estado español.
Surge tras la abolición foral (fin de la III Guerra Carlista -1876-) como sistema de contribución de las provincias vascas a las finanzas del Reino de España. El primer Concierto Económico se aprobó en 1878 y ha sido renovado sucesivamente hasta nuestros días, con la única excepción del período franquista que suspendió su aplicación en Bizkaia y Gipuzkoa hasta su recuperación en 1981.
Consiste en que el País Vasco recauda los impuestos que pagan los ciudadanos vascos para hacer frente a los gastos necesarios para la prestación de los servicios públicos que reciben. Las Juntas Generales y las Diputaciones Forales deciden la cuantía de los impuestos y se encargan de su gestión. Por otra parte, debe contribuir a la hacienda estatal para gastos no previstos en dicho concierto (Defensa, Exteriores, Corona…). A esta contribución se le denomina “cupo”.
El régimen de Concierto tiene unas características propias que le hacen un sistema único:
- Es un régimen pactado entre los representantes del País Vasco y del Estado.
- Es un régimen histórico ya que se aprobó por primera vez en 1878 como forma de integrar a los territorios vascos en el sistema económico estatal.
- Es constitucional porque la Constitución española de 1978 ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales, siendo el Concierto la manifestación más genuina de dichos derechos históricos.
- Es solidario porque asegura que el País Vasco contribuya a los gastos comunes en proporción a su riqueza. Además, contribuye a financiar el Fondo de Compensación Interterritorial.
La Revolución Industrial en Bizkaia: Causas y Consecuencias
La industrialización de Bizkaia se centró en la margen izquierda del Nervión, debido a la abundancia y calidad del hierro, cuya fácil extracción y proximidad al mar facilitaron su exportación, especialmente a Inglaterra. La primera siderurgia moderna, Santa Ana de Bolueta, se instaló en Bilbao en 1840, seguida de otras industrias clave como la Fábrica de Hierro de Nuestra Señora del Carmen (Barakaldo, 1854) y la Vizcaya en Sestao. Aunque el crecimiento industrial se vio frenado temporalmente por la Tercera Guerra Carlista y las restricciones forales que limitaban la explotación del hierro por extranjeros, la abolición de estas restricciones en 1876 y la apertura comercial de 1869 impulsaron una gran expansión. La llegada de capitales repatriados de Cuba y Filipinas, junto con la inversión extranjera, también favoreció este proceso. Entre 1880 y 1900, el 90% del mineral extraído se exportaba, lo que llevó a la creación de compañías mineras y ferroviarias para su transporte. A finales del siglo XIX, se desarrolló una siderurgia propia con empresas como Altos Hornos de Vizcaya (1902), astilleros (Euskalduna), empresas metalúrgicas (Babcock Wilcox) y bancos. Para proteger la industria local, se aprobaron leyes arancelarias en 1891 y 1896.
La industrialización atrajo a miles de inmigrantes de provincias cercanas, provocando un crecimiento poblacional del 34% entre 1877 y 1900. A finales de siglo, casi un tercio de la población vasca vivía en la ría de Bilbao, que se convirtió en el centro económico más dinámico del País Vasco y de España. Este crecimiento acelerado generó problemas de vivienda, sanidad e infraestructuras, y dificultades de integración para los recién llegados. Además, consolidó dos clases sociales: la burguesía, que se enriqueció con la industria y se estableció en el Ensanche de Bilbao y en zonas exclusivas como Neguri, y los obreros, que trabajaban en minas y fábricas, viviendo en condiciones precarias en barrios obreros y en la margen izquierda del Nervión. En este contexto, surgieron dos movimientos políticos: el movimiento obrero, liderado por el socialismo y el comunismo, que luchó por mejores condiciones laborales, y el nacionalismo vasco, impulsado por Sabino Arana, en reacción a la pérdida de los fueros y la llegada masiva de inmigrantes.
Las Bases del Nacionalismo Vasco
Las bases del Nacionalismo Vasco se asientan en varios pilares fundamentales:
- Amplia mitología: A lo largo de la historia, los vascos han recurrido a los mitos para justificar su identidad, conectándola con una antigüedad y singularidad política, social y económica. Entre los mitos más conocidos se encuentran los relacionados con la batalla de Arrigorriaga y las figuras míticas de Túbal y Aitor. Estos mitos han servido para dar una base simbólica que refuerza la idea de un pueblo vasco antiguo y distinto.
- Romanticismo del siglo XIX: A finales de este siglo, el romanticismo, que ponía énfasis en los sentimientos y la exaltación de la tradición, añadió un nuevo mito: la idealización de la sociedad rural vasca como una comunidad tranquila y pacífica, estrechamente vinculada con su actividad económica. Esta visión se contraponía a las transformaciones sociales y económicas que estaban surgiendo en Europa, especialmente con la Segunda Revolución Industrial. En el País Vasco, la modernización y la renovación económica también se daban, aunque de manera más lenta.
- Tradiciones vascas y el tradicionalismo: La fuerte identidad cultural vasca, derivada de sus mitos, junto con una singularidad jurídica y económica, llevó a muchos vascos a adherirse al tradicionalismo, especialmente representado por el Partido Carlista. Este partido defendía no solo los valores religiosos de la Iglesia Católica, sino también la autonomía de los territorios vascos, buscando evitar la intervención del Estado en sus asuntos. Esta ideología tuvo un fuerte apoyo entre los vascos que veían estas características como parte fundamental de su identidad.
El Pluralismo Vasco en la Restauración
La industrialización y la llegada masiva de miles de inmigrantes trastocó la estructura socioeconómica vasca, poniendo fin a la relación paternalista entre obreros y patronos, tradicional del período preindustrial. Esta situación conllevó, igualmente, la ruptura de la tradicional división entre liberalismo y carlismo que venía rigiendo desde prácticamente hacía sesenta años los destinos del País Vasco. La aparición de nuevas opciones políticas, en principio minoritarias, pero que a lo largo del siglo XX se convirtieron en referentes políticos imprescindibles de la vida política vasca, dieron forma a lo que se ha dado en llamar el pluralismo político vasco, aún hoy vigente.
El socialismo y el nacionalismo poco a poco fueron organizándose como partidos modernos y pronto lograron ampliar su primitiva base social convirtiéndose en auténticos partidos de masas. El carlismo, por su parte, aunque consiguió dotarse muy tempranamente de unos rasgos modernizadores inexistentes en otras opciones, no supo dar una respuesta clara a unas bases cada vez más atraídas por el nacionalismo vasco. Junto a éstas, las restantes formaciones políticas (republicanos de todo tipo, tradicionalistas, fueristas…) siguieron siendo partidos a la vieja usanza, dirigidos por personalidades, sin estructuras modernas de organización y recurrentes en muchos casos al falseamiento electoral y a la compra de votos.
Reformas de la Segunda República Española
Reforma Educativa
Situación: El sistema educativo estaba controlado por instituciones religiosas, con escasez de escuelas primarias y una alta tasa de analfabetismo.
Solución: Azaña promovió la sustitución de métodos y profesores religiosos por una enseñanza progresista y laica. Se disolvió la Compañía de Jesús y se prohibió a las órdenes religiosas ejercer la enseñanza. En 1933, se abrieron cerca de 4.000 nuevas escuelas primarias para mejorar el acceso a la educación pública.
Resultado: Aunque hubo una mejora en el acceso a la educación, la reforma generó tensiones con la Iglesia y sectores conservadores. La falta de recursos y la oposición de algunos ayuntamientos dificultaron la plena implementación del proyecto.
Reforma Militar
Situación: El ejército contaba con una gran cantidad de oficiales poco capacitados y material anticuado, lo que reducía su efectividad.
Solución: Se redujo el número de oficiales, se les ofreció la jubilación anticipada, y se disminuyó la jurisdicción militar a favor de la civil. Se suprimió la Academia General Militar de Zaragoza, dirigida por Franco, y se creó la Guardia de Asalto, entrenada como policía urbana.
Resultado: La reforma provocó una gran polarización dentro del ejército, con sectores conservadores y militares opuestos, que consideraron la reforma una amenaza a sus privilegios y al control del ejército.
Reforma Agraria
Situación: La tierra estaba muy concentrada en pocas manos, especialmente en Andalucía y Extremadura, y los jornaleros vivían en condiciones de extrema pobreza.
Solución: Se aprobó la Ley de Bases de la Reforma Agraria en 1932, que redistribuía las tierras a los arrendatarios y jornaleros mediante expropiaciones con indemnización a los terratenientes.
Resultado: La reforma se implementó lentamente debido a la oposición de los terratenientes, la falta de presupuesto y los problemas de ocupación de tierras. A pesar de los esfuerzos, no se alcanzaron los resultados esperados y la reforma no tuvo el impacto deseado.
Reforma Social
Situación: Las condiciones laborales eran precarias, con jornadas largas, salarios bajos y sin derechos sindicales.
Solución: Se estableció la jornada laboral de ocho horas, la creación de los jurados mixtos para resolver conflictos laborales, y la prolongación de los contratos de arrendamiento de tierras.
Resultado: Hubo mejoras en las condiciones laborales y un fortalecimiento del sindicalismo. Sin embargo, la oposición de empresarios y sectores conservadores dificultó la implementación total de las reformas.
Reforma Territorial
Situación: Existían demandas de autonomía en regiones como Cataluña, el País Vasco y Galicia, en un contexto centralista.
Solución: Se aprobó el Estatuto de Autonomía de Cataluña en 1932, y se establecieron las bases para los estatutos de autonomía en el País Vasco y Galicia.
Resultado: El Estatuto de Cataluña fue un avance hacia la autonomía, pero generó resistencia en sectores centralistas. En el País Vasco, la división entre los habitantes impidió la aprobación de su Estatuto, y estas reformas aumentaron las tensiones territoriales.
Etapa del Frente Popular
En estas elecciones, la desunión de la derecha y la unión de la izquierda en una coalición llamada “Frente Popular” (republicanos, comunistas, socialistas) resultaron en una victoria de la izquierda. Ante el fracaso electoral, los conservadores comienzan a considerar un golpe de Estado para frenar las reformas y mantener sus privilegios.
Niceto Alcalá Zamora es destituido como presidente de la República y reemplazado por Manuel Azaña. Se forma un gobierno presidido por Santiago Casares Quiroga, con ministros republicanos, mientras el PSOE, liderado por Francisco Largo Caballero, se aleja de la colaboración y se inclina por la vía revolucionaria.
La conflictividad social aumenta, y las posturas políticas se polarizan entre las extremas derecha e izquierda (Primavera Trágica). Ante el riesgo de un golpe militar, el gobierno dispersa a los militares sospechosos. Los asesinatos de José del Castillo y José Calvo Sotelo en julio de 1936 provocan la sublevación encabezada por generales como Emilio Mola, Francisco Franco y Manuel Goded, que se inicia en Marruecos el 17 de julio. Tras el fracaso del golpe, comienza la guerra civil.
Uno de los avances sociales de la República fue el reconocimiento de los derechos de la mujer, incluyendo el sufragio, la ley de divorcio, la patria potestad y la posibilidad de acceder a cargos públicos.
La Guerra Civil en el País Vasco
Durante la Guerra Civil en el País Vasco, las fuerzas políticas estuvieron divididas. En Gipuzkoa y Bizkaia, una coalición entre el PNV y el Frente Popular apoyaba la República, mientras que en Araba, Navarra y algunas zonas rurales, los carlistas de la Comunión Tradicionalista, apoyados por los requetés, se oponían a ella. Las etapas clave de la Guerra Civil en el País Vasco fueron las siguientes:
- El frente guipuzcoano (julio-octubre de 1936): Las tropas rebeldes, encabezadas por los requetés, avanzaron desde Araba y Navarra, tomando Irún y cerrando la frontera con Francia. Gipuzkoa cayó en manos de los franquistas.
- La ofensiva sobre Villarreal (octubre de 1936-abril de 1937): El gobierno vasco, dirigido por Agirre, intentó una ofensiva en Araba, pero fue derrotado, mostrando la superioridad de las tropas rebeldes.
- La caída de Bilbao (abril-junio de 1937): Tras intensos ataques aéreos y de artillería por parte de los franquistas, el cinturón de hierro de Bilbao no resistió, y la ciudad cayó en junio.
- La capitulación en Santoña (agosto de 1937): Una parte del ejército vasco capituló ante las tropas italianas en Santoña, y el resto del ejército continuó hasta la caída de Gijón en octubre. Tras la derrota, el gobierno vasco y los nacionalistas vascos emprendieron el exilio hacia Francia.
El franquismo impuso una estricta homogeneidad en todos los aspectos de la sociedad. Tras la guerra, la población sufrió escasez, altos precios, bajos salarios y hambre. Políticamente, aquellos con pasado nacionalista o de izquierdas fueron perseguidos, con condenas de muerte, destierros, encarcelamientos y multas. Culturalmente, se reprimió el euskera y los símbolos de la cultura vasca, con persecución a los maestros contrarios al régimen y control de los medios de comunicación. La represión fue especialmente dirigida contra el nacionalismo vasco.
Los Proyectos de Estatuto de Estella y de las Gestoras
El Estatuto de Estella fue una propuesta de autonomía para las provincias vascas y Navarra, impulsada por José Antonio Agirre, presidente de Getxo, y el PNV. El 31 de mayo de 1931, la Sociedad de Estudios Vascos organizó una comisión que redactó un proyecto apoyado por el gobierno provisional, pero encontró oposición entre socialistas y republicanos debido a que otorgaba competencias autonómicas en las relaciones Iglesia-Estado. El 14 de junio de 1931, los nacionalistas vascos se reunieron en Estella, donde aprobaron el Estatuto con una enmienda que garantizaba la autonomía en este aspecto y el derecho a negociar un Concordato con el Vaticano. Sin embargo, fue rechazado en las Cortes en septiembre de 1931 por su incompatibilidad con la Constitución republicana, especialmente en lo relacionado con la Iglesia.
El Proyecto de Estatuto de las Gestoras surgió en el bienio reformista (1931-1933), cuando el PNV se acercó a los republicanos y socialistas, separándose del carlismo. En diciembre de 1931, la Constitución definió la República como un Estado descentralizado, lo que impulsó la creación del proyecto. En enero de 1932, comenzó una nueva campaña pro estatutaria y en junio los municipios vascos presentaron el nuevo proyecto de autonomía. Tras la renuncia de Navarra, el tema autonómico se centró en Araba, Gipuzkoa y Bizkaia, donde contó con el apoyo mayoritario, salvo en Araba, donde aumentó la influencia tradicionalista. El referéndum del 5 de noviembre de 1933 paralizó el proyecto debido a la victoria de la derecha en las elecciones.