Historia y Legado: La España Visigoda y el Florecimiento de Al-Ándalus

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El Reino Visigodo en la Península Ibérica

La religión se inició con la conversión del rey Recaredo al catolicismo en el III Concilio de Toledo. La jurisprudencia fue establecida por el rey Recesvinto en el 654 con la publicación del Fuero Juzgo. La organización política se sustentaba en el derecho germánico. La institución fundamental de gobierno era la asamblea de los hombres libres, en la que residía el poder del reino que era conferido a un rey: el Oficio Palatino, que era la corte del rey; y el Aula Regia, que terminó sustituyendo a la asamblea.

Con los visigodos aparecen los primeros esbozos del feudalismo, puesto que la desaparición de la esclavitud dio lugar al aumento del vasallaje campesino. San Isidoro de Sevilla fue la principal figura de la cultura en esta época, y la arquitectura y la orfebrería fueron las artes en las que destacaron.

Al-Ándalus: Sociedad, Economía y Cultura

Organización Económica y Social

La economía andalusí se asentaba sobre tres pilares:

  • Agricultura: De secano en grandes latifundios donde se cultivaba vid, olivo y cereal. Se completaba con la hortofrutícola en pequeñas huertas de regadío cercanas a las ciudades. También destacaba la cría de caballos destinados al ejército y la ganadería ovina.
  • Producción Artesanal: Muy importante, desarrollada en pequeños talleres y en grandes manufacturas del Estado.
  • Comercio: Muy dinámico, integrado en el circuito mercantil del mundo islámico, que no excluía a los reinos cristianos peninsulares y europeos. Existía un floreciente comercio interior.

El uso de la moneda estaba generalizado. Inicialmente se utilizaba el dirhem de plata y más adelante también el dinar de oro.

La sociedad estaba constituida por un aglomerado de pueblos. Las diferencias puramente étnicas no eran importantes, ya que hubo mestizaje desde el principio de la conquista. Sin embargo, sí existía una clara conciencia del linaje familiar transmitido por vía masculina. La división social tenía base religiosa: "creyentes" y "no creyentes".

  • Los creyentes (musulmanes): Ostentaban todos los cargos administrativos, militares o judiciales. Estaban exentos del tributo personal, aunque también tenían que pagar algunos impuestos. Dentro de ellos se distinguían: árabes y sirios, bereberes, eslavos y muladíes (hispanovisigodos convertidos al islam).
  • Los no creyentes: Contaban con autoridades propias que respondían ante las musulmanas y se regían por el derecho judaico. Entre ellos se encontraban los mozárabes, cuyo número se fue reduciendo debido a las conversiones y a la emigración a reinos cristianos. Los judíos eran una minoría radicada principalmente en las ciudades, y su posición económica estaba por encima de la media.

La convivencia de las tres culturas fue relativamente armónica hasta el siglo X; a partir del XI se produjeron pogromos contra los judíos en muchas ciudades. Los mozárabes también empeoraron su situación con la llegada de los almorávides y almohades.

En cuanto a la estructura social, se distinguían:

  • La aristocracia: Terratenientes, jefes militares y altos funcionarios.
  • Las clases medias urbanas.
  • La plebe urbana.
  • Los campesinos.
  • Un número reducido de esclavos.

Organización Política

El Estado estaba encabezado por el emir, que gozaba de poder absoluto y, desde Abderramán III, también máxima autoridad religiosa. La administración seguía el modelo persa del Imperio Abasí:

  • La administración central estaba dirigida por el hachib y existían varios visires.
  • El territorio estaba dividido en kuras (provincias) gobernadas por un wali o por un tugur si eran fronterizas.
  • En las ciudades había funcionarios con distintos cometidos.

El Legado Cultural

La islamización de una parte de la población hispanovisigoda es quizá el fenómeno cultural más importante. La religión musulmana marcó toda la vida cultural andalusí. El árabe se impuso como lengua habitual de comunicación, aunque con fuerte carácter dialectal. Mozárabes y muladíes usaban también el latín y, posteriormente, lenguas romances. Debido a ese contacto lingüístico, el castellano y otras lenguas hispanas recogieron en sus orígenes numerosos vocablos. La imposición del árabe permitió la relación intelectual de Al-Ándalus con los centros culturales del Próximo Oriente.

El mayor esplendor cultural se alcanzó en la época del Califato. Se acogieron en las cortes a poetas, filósofos, historiadores, médicos, matemáticos y otros hombres de ciencia llegados de todo el ámbito islámico. Con ellos, Córdoba se convirtió en el principal centro cultural de Occidente, y Al-Ándalus jugó un importante papel de transmisión cultural.

En el siglo XII sobresalieron Averroes y Maimónides, quienes tuvieron que exiliarse debido a la intransigencia de los almohades. Averroes trató de conciliar la filosofía de Aristóteles con el dogma islámico. Maimónides era un médico y teólogo judío, discípulo de Averroes.

A través de Al-Ándalus llegaron también el papel, las cifras árabes, la brújula y numerosos cultivos. El legado más tangible es el arte, condicionado por los preceptos religiosos islámicos, que pervivió en el mudéjar hasta el siglo XVI.

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