La Historia del Imperio Romano: Figuras Clave y Momentos Decisivos

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El Segundo Triunvirato y el Fin de la República

Tras el asesinato de César, tomó el poder su sucesor natural: Octavio Augusto. Este se asoció con Lépido y Marco Antonio bajo la fórmula de un Segundo Triunvirato. El experimento volvió a fracasar y los tres hombres se enfrentaron. Octavio eliminó a Lépido y después declaró la guerra a Marco Antonio, quien, al estar más pendiente de Cleopatra, fue derrotado. En los años siguientes, Octavio fue investido por el Senado con los títulos de Augustus y Princeps.

La Dinastía Severa: Desafíos y Reformas

El imperio comenzó a resquebrajarse por su parte oriental a finales del siglo II d.C. Las legiones destacadas en Iliria decidieron pasar a la acción y, tras la muerte de Cómodo, proclamaron emperador a Septimio Severo.

Septimio Severo (193-211 d.C.)

Septimio Severo intentó asegurar la continuidad del imperio. A su muerte, la situación del imperio había mejorado.

Aurelio Antonino, "Caracalla" (211-217 d.C.)

Aurelio Antonino, apodado Caracalla, hijo de Septimio Severo, le sucedió en el imperio. Embelleció la ciudad de Roma y extendió en el año 212 el derecho de ciudadanía a todos los habitantes libres del imperio. Fue asesinado en 217.

Heliogábalo (218-222 d.C.)

Heliogábalo, supuesto hijo bastardo de Caracalla, fue emperador durante cuatro años, también asesinado.

Alejandro Severo (222-235 d.C.)

Alejandro Severo se ocupó de los asuntos de Estado. Durante los 50 años siguientes, casi 20 emperadores se sucedieron en este periodo.

El Dominado: La Transformación de Diocleciano

Los pueblos aledaños al imperio intentaron aprovechar esa situación caótica para rebelarse y recobrar su independencia. El final del imperio pudo haberse producido de no ser por la intervención de Diocleciano, el último emperador ilirio. Diocleciano creó el Dominatus, un despotismo monárquico de tipo militar encarnado en su persona. Se llamó a sí mismo Dominus, "dueño y señor" de los destinos de Roma, dando a entender al pueblo que la institución que encarnaba era de origen divino.

Constantino el Grande: Un Nuevo Amanecer para el Imperio

Licinio y Constantino acordaron que uno sería responsable de los asuntos de Oriente, y el otro de Occidente, pero este acuerdo duró poco. La lucha por la posesión total del imperio se saldó con la victoria de Constantino.

El Edicto de Milán (313 d.C.)

El Edicto de Milán (313 d.C.) fue la primera decisión crucial de Constantino. Por él, los cristianos recibieron libertad religiosa.

La Nueva Capital del Imperio: Constantinopla

Constantino se bautizó en el lecho de muerte. Trasladó la capital del imperio a la antigua Bizancio y sobre ella fundó una nueva ciudad que llevó su nombre: Constantinopla. En el año 337, Constantino dividió el imperio antes de morir entre sus tres hijos menores.

La División y el Declive del Imperio Romano

La muerte de Constantino marcó el principio del fin. Sus hijos se enzarzaron en unas guerras civiles que se prolongarían durante casi 60 años. Los pueblos al otro lado de las fronteras asistieron a este espectáculo de violencia y anarquía y comenzaron a atacar Galia y Britania.

Teodosio el Grande (379-395 d.C.)

Teodosio el Grande rigió el imperio desde 379 hasta 395 d.C. Reforzó las fronteras amenazadas y recondujo la situación política interior. El cristianismo siguió avanzando y todas las formas de paganismo fueron abolidas. Teodosio, consciente de que un solo hombre no podía abarcar el gobierno de un imperio tan vasto y debilitado, decidió dividirlo entre sus dos hijos: Arcadio recibió el Imperio de Oriente, y Honorio el de Occidente.

La Caída del Imperio Romano de Occidente

Alarico, Teodorico y posteriormente Atila causaron destrozos en Italia. Genserico saqueó Roma en 455 d.C. La figura del emperador de Occidente era la de un títere. Rómulo Augústulo fue el último emperador romano de Occidente. Era el año 476 d.C., el Imperio de Occidente pasó a manos de los pueblos germánicos.

El Fin del Imperio Romano de Oriente: La Época Bizantina

La caída del Imperio Occidental favoreció el aislamiento y la independencia del Imperio de Oriente. El último emperador de Constantinopla que usó el latín como lengua oficial del Imperio de Oriente fue Justiniano.

Esta parte de la historia del Imperio de Oriente se conoce como Época Bizantina. También tuvo un final violento. En 1453 d.C., los turcos otomanos marcaron el inicio de una nueva época.

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