La Historia del Imperio Romano: Desde Augusto hasta la División del Imperio
Enviado por Chuletator online y clasificado en Latín
Escrito el en
español con un tamaño de 4,29 KB
- Octavio Augusto, el primer emperador romano, fue nombrado por el Senado princeps (primer ciudadano) y augustus (elegido por los dioses) en el año 27 a.C. Este nombramiento marcó el comienzo oficial de un nuevo sistema de gobierno: el Imperio. Asimismo, se convirtió en imperator (jefe de todos los ejércitos). Durante su reinado de cuarenta años, Octavio, conocido ya como Augusto, dio la impresión de que no imponía un sistema político y de que dialogaba con todos los representantes de la comunidad romana. Augusto se dio cuenta de que era necesario reconstruir el ideal romano que las guerras civiles habían desgastado. Para ello, inició una política de recuperación. Recurrió a grandes escritores, como Virgilio, para que escribieran sobre mitos que justificasen la gloria de Roma y la legitimidad de su gobierno. Con el mismo fin, el historiador Tito Livio escribió la Historia de Roma desde su fundación. Respetó las instituciones tradicionales, como el Senado y las magistraturas, aunque las dotó de un poder meramente simbólico, ya que todo el gobierno se concentraba en su persona. Con el tiempo, el Senado se convirtió en un consejo, donde reclutaba a los comandantes de los ejércitos y a los gobernadores de las provincias. Instauró un período de paz, la paz romana, que duró dos siglos, durante los cuales Roma logró una relativa estabilidad. Reformó el ejército y creó una guardia personal del emperador, la Guardia Pretoriana, que con el paso del tiempo adquirió un importante poder. Su reinado, junto con la astucia con que implementó sus reformas, contribuyó al éxito del Imperio. Tras su muerte en el 14 d.C., Augusto fue divinizado, y se instauró así una costumbre que repetirían sus sucesores.
- Las grandes dinastías imperiales (siglos I a.C.) Para evitar la inestabilidad, se estableció un sistema de sucesión en el que el emperador designaba a su sucesor, generalmente un miembro de su propia familia. A lo largo del Imperio, se sucedieron distintas dinastías, algunas de ellas interrumpidas por períodos de anarquía. La dinastía Julio-Claudia, a la que pertenecía Augusto, continuó tras su muerte con Tiberio. Luego le siguieron varios emperadores que destacaron por su egocentrismo y despotismo, como Calígula, que estaba loco; Claudio, que tenía fama de incapaz; y Nerón, el último de los descendientes de Augusto, cuyas ansias de grandeza provocaron su caída. Este fue un período de luchas por el poder que tuvo lugar tras la muerte de Nerón y que terminó con el ascenso de una nueva familia, la dinastía Flavia, en el 96 d.C. Durante esta etapa, se creó una nueva aristocracia formada por antiguos oficiales y grandes burgueses de las provincias. La dinastía de los Antoninos (96-192 d.C.) tuvo a Trajano, Adriano y Marco Aurelio como algunos de sus principales emperadores, quienes trajeron al Imperio una etapa de estabilidad, prosperidad y florecimiento cultural. Sin embargo, fue la última fase de su esplendor, pues le esperaban tiempos de crisis y declive en el siglo siguiente.
- La crisis del siglo III d.C. Tras la crisis del siglo III d.C., la situación del Imperio era muy débil. Por ello, el emperador Constantino legalizó la religión cristiana mediante el Edicto de Milán (313 d.C.). Además, para garantizar la conservación del Imperio, Constantino creó una segunda capital, Constantinopla, que se encontraba más cerca de las zonas conflictivas del Imperio: la frontera con Oriente y con los pueblos germánicos en los Balcanes. Estos cambios supusieron el principio del fin del mundo romano. En el año 395 d.C., ante el temor de que la inestabilidad de la frontera se extendiese por todo el Imperio, el emperador Teodosio decidió dividirlo. El Imperio occidental, con capital en Roma, sufrió la invasión y saqueo de los pueblos germánicos en el año 476 d.C., lo que supuso el fin de la historia del Imperio romano. El Imperio oriental, con sede en Constantinopla, sobrevivió a las invasiones y se convirtió en el Imperio bizantino, que duró mil años más, hasta el final de la Edad Media. Teodosio también tomó otra decisión trascendental: convirtió el cristianismo en la religión oficial del Estado.