Historia de Galicia y España bajo los Austrias y Borbones
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Galicia bajo los Austrias
Durante el reinado de los Austrias, Galicia mantuvo una posición periférica aunque estratégica en la ruta marítima hacia el norte de Europa. Políticamente, se dividía en siete provincias: A Coruña, Betanzos, Santiago, Mondoñedo, Lugo, Ourense y Tui, donde las Xuntas do Reino de Galicia actuaban desde 1528 como representación del Reino. En 1622 se recuperó el derecho de representación en Cortes a cambio de 100.000 ducados para construir una escuadra para defender sus costas.
La Agricultura y sus Transformaciones
La economía era básicamente agraria (más del 80% de población rural) y estaba muy ligada a las posibilidades productivas de la tierra. Hasta 1560-80 se mantuvo el sistema tradicional, minifundista, de producción feudal basado en el cultivo de cereales (trigo y centeno) en barbecho, lo que apenas permitía el crecimiento de población. A partir de esta fecha, el desequilibrio entre población y recursos favoreció la aparición de crisis periódicas de subsistencia, con malas cosechas, hambrunas y pestes, que provocaron la disminución de la población. Estas dificultades estimularon la transformación del sistema de cultivo. Desde la costa hacia el interior se fue extendiendo el maíz, producto procedente de América que alteró el sistema de rotaciones, disminuyendo el barbecho. Estos cambios permitieron un fuerte crecimiento de producción y población, duplicándose entre 1630 y 1750. Esta situación contrastaba con el panorama negativo en Europa. Pese a ello, se perpetuará el foro, contrato agrario por el cual los campesinos arrendatarios pagaban una renta anual en especie o dinero a los propietarios de la tierra (Iglesia o nobleza), manteniéndose una relación de dependencia que limitaba su acceso a la propiedad plena del terreno.
La Importancia de la Pesca
La pesca fue una de las actividades económicas más importantes en el litoral debido a la abundancia de recursos y a las campañas del bacalao en Terranova. La costa era rica en especies como sardina, merluza y congrio, lo que permitió el desarrollo de una intensa industria pesquera que no solo abastecía a la población local, sino que también generaba excedentes para el comercio exterior. El pescado salado y seco se comercializaba en mercados nacionales (Castilla) e internacionales (Portugal, Flandes, Francia). El comercio de pescado salado fue muy importante para la economía gallega, ya que permitió el ingreso de divisas y estimuló el desarrollo de actividades económicas complementarias.
El auge de la pesca también impulsó la construcción naval en los astilleros, donde se producían embarcaciones tanto para la pesca como para el comercio marítimo. Además, el sector pesquero generaba una creciente demanda de sal, que se utilizaba para la conservación del pescado, lo que promovió la expansión de las salinas costeras. En este sentido, la pesca no solo actuaba como un motor económico directo, sino que también dinamizaba otras industrias locales, como la carpintería de ribera, las fábricas de redes y la producción de sal. Los gremios de mareantes ayudaban a organizar los puertos, la navegación y el comercio marítimo.
La Sociedad Gallega del Siglo XVII
La sociedad gallega del siglo XVII era predominantemente rural, con pequeñas ciudades como Santiago, A Coruña y Pontevedra. La economía estaba marcada por la autarquía comarcal, con escasas actividades comerciales y artesanales, destacando la producción doméstica de lino. El clero, tanto regular como secular, controlaba más de la mitad de la riqueza agraria y era el principal poseedor de tierras (monasterios), obteniendo ingresos a través de foros y diversos impuestos. La alta nobleza, dueña de tierras pero ausente en gran medida y vinculada a la Corte, delegaba el control local en la hidalguía, grupo social intermediario que controlaba el cobro de los foros y dominaba la administración urbana, lo que lo convirtió en el grupo social dominante en Galicia. El campesinado, mayoritario, sufría bajo esta estructura y ocasionalmente protagonizaba revueltas.
La Conquista y Colonización de América
Leyes de Indias y Revolución de los Precios
Con la llegada de Colón en 1492 comenzó la exploración y conquista de América. Las expediciones eran organizadas por particulares (conquistadores) recompensados por el rey con cargos y riquezas estipulados en las capitulaciones, reservándose para sí el quinto real. La conquista fue rápida debido a la superioridad militar y técnica europea y a la rivalidad entre los nativos, y se desarrolló en varias fases:
- Los viajes de Colón y el control del Caribe.
- Conquistadores como Hernán Cortés y Francisco Pizarro exploraron el interior del continente, conquistando los grandes imperios: azteca e inca.
- La exploración y colonización de vastas áreas de Norte y Sudamérica, estableciendo ciudades, rutas comerciales y un gobierno colonial.
Los territorios fueron incorporados a Castilla y para gobernar se crearon diversas instituciones:
- El Consejo de Indias (sede en España) centralizaba todos los asuntos relacionados con América.
- La Casa de Contratación de Sevilla controlaba el tráfico de pasajeros y mercancías.
- En América: Virreinatos (Nueva España y Perú), Audiencias y Gobernaciones.
- A nivel local: Cabildos.
Para obtener mano de obra, los colonizadores emplearon diversos sistemas:
- La encomienda: entrega de indígenas a colonos españoles a cambio de protección y evangelización.
- La mita: sistema de trabajo nativo en minas como Potosí.
- El sistema de asientos: contratos para importar esclavos desde África.
El comercio, monopolizado por la Casa de Contratación, se basó en el envío de manufacturas a cambio de productos coloniales y metales preciosos. Este comercio se realizaba mediante flotas de Indias que salían de Sevilla y Cádiz. Simultáneamente, la colonización de América estuvo marcada por la revolución de los precios, impulsada por la afluencia de metales preciosos. Este aumento en la oferta de oro y plata generó inflación en Europa. Figuras como Bartolomé de las Casas denunciaron los abusos contra los indígenas, llevando a la Corona a promulgar las Leyes de Indias y las Leyes de Burgos para proteger a los nativos, aunque su efectividad fue limitada.
El Cambio Dinástico y la Guerra de Sucesión
En 1700, Carlos II de Habsburgo murió sin descendencia, dejando como heredero a Felipe de Borbón, nieto de Luis XIV de Francia. Este cambio dinástico originó la Guerra de Sucesión (1702-1713).
Causas
Felipe V fue reconocido por las Cortes de Castilla, Aragón, Cataluña y las posesiones italianas. Sin embargo, los Habsburgo de Austria propusieron como candidato al archiduque Carlos. La posibilidad de la unión de las coronas de Francia y España atemorizó a otros reinos europeos, formando una alianza antiborbónica (Austria, Inglaterra, Holanda, Prusia, Portugal, Saboya). La guerra fue un conflicto internacional e interno: la Corona de Castilla apoyó a Felipe V, mientras que la Corona de Aragón apoyó al archiduque Carlos, temiendo la centralización borbónica. Inglaterra tomó Gibraltar (1704) y Menorca. Las batallas de Almansa (1707), Brihuega y Villaviciosa (1710) favorecieron a los Borbones.
Paz de Utrecht
Los Tratados de Utrecht (1713) y Rastadt (1714) establecieron:
- Reconocimiento de Felipe V como rey de España.
- Gran Bretaña obtuvo Gibraltar, Menorca y concesiones comerciales.
- Austria obtuvo los Países Bajos españoles, Nápoles, Milán y Cerdeña.
- Holanda obtuvo plazas en la frontera con los Países Bajos españoles.
- El duque de Saboya recibió Sicilia.
- Portugal obtuvo la colonia de Sacramento.
En España, la guerra continuó hasta la toma de Barcelona (1714) y Mallorca (1715). El triunfo borbónico consolidó la hegemonía francesa en Europa.