Historia de España: Romanización, Reinado de Isabel II y Desamortizaciones

Enviado por Chuletator online y clasificado en Historia

Escrito el en español con un tamaño de 19,74 KB

La Romanización de Hispania

Introducción

La romanización es el proceso de transformación de los pueblos prerromanos que vivían en la Península Ibérica y la asimilación de sus costumbres, organización económica, organización política (provincias), jurídica (Derecho romano), social y la lengua (el latín). Este proceso comienza con la conquista romana de la Península Ibérica, que se inicia en el siglo III a.C. con la Segunda Guerra Púnica, que enfrentó a Roma con Cartago por la hegemonía del mar Mediterráneo occidental. La victoria romana facilitó su expansión y terminó con la conquista de toda la península en el año 19 a.C.

Desarrollo

Antes de que la Península estuviese conquistada militarmente, los romanos aplicaron sus criterios de organización administrativa y delimitación política del territorio. Por esto, el espacio hispánico fue dividido para su mejor administración y control: las provincias. Había dos tipos de provincias: senatoriales (controladas por el Senado romano) o imperiales (controladas por el emperador). La división provincial fue evolucionando a lo largo de la dominación romana. Inicialmente fueron dos provincias: la Ulterior (actual Andalucía y oeste de la Península) y la Citerior (costa mediterránea y valle del Ebro). Al dominar todo el territorio, se crearon tres provincias: Bética, Lusitania y Tarraconense. Después, en el siglo III d.C. se añadieron dos más, la Cartaginense y Gallaecia. Finalmente, se añadieron la Baleárica y la Mauritana Tingitana (al norte de África). Con Diocleciano, las provincias se agruparon en una unidad administrativa mayor, la diócesis de Hispania. Para controlar su territorio, Roma creó una red de comunicaciones. En Hispania las vías principales eran la Vía Augusta y la Vía de la Plata. Estas se convirtieron en ejes comerciales porque unían zonas y ciudades del interior entre sí y con los puertos. Los puentes salvaban los obstáculos naturales por donde pasaban las carreteras romanas.

Las ciudades se convirtieron en centros político-administrativos, económicos, sociales, culturales… Se revitalizaron las ciudades y nacieron otras nuevas. Pero no todas tenían el mismo estatus. Podemos distinguir:

  • Colonias. Fundaciones romanas a imagen de la Urbe: Tarraco, Emerita Augusta.
  • Ciudades estipendiarias: Tomadas por la fuerza, obligadas a pagar un tributo.
  • Federadas: Conservaban sus derechos, pero tenían que prestar auxilio y facilitar víveres para el ejército.
  • Inmunes: Tenían gran autonomía y no pagaban impuestos.

En cuanto a la organización económica, la tierra era símbolo de prestigio y riqueza. La aristocracia senatorial creó grandes latifundios y repartieron tierras entre colonos (antiguos soldados), lo que supuso un crecimiento de la producción agrícola (basada en la tríada mediterránea). Aumentaron los regadíos y se implantaron nuevas técnicas de cultivo. La pesca también destacó con la producción de salazones, sal y la elaboración del garum. En ganadería destaca la cría del ganado ovino, bovino, porcino y caballar. Las minas pasaron a ser propiedad del Estado, destacando las de oro del Noroeste, plomo de Sierra Morena, plata y cobre de Cartagena, cobre de Riotinto y mercurio de Almadén. El desarrollo comercial se produjo por una economía monetaria basada en el denario romano, moneda internacional. La economía en Hispania, como en el resto del Imperio, se basaba en mano de obra esclava. Hispania se convirtió en colonia comercial y exportaba al resto del Imperio vinos, aceite de oliva, minerales y esclavos. A cambio, importaba productos manufacturados: cerámica, tejidos y objetos de lujo.

El Imperio Romano era una sociedad esclavista muy jerarquizada con distintos grados de derechos políticos y jurídicos. Encontramos:

  • Orden senatorial: senadores latifundistas muy ricos.
  • Orden ecuestre o caballeros: puestos intermedios de la administración y dueños de negocios.
  • Decuriones: burguesía urbana.
  • La plebe: trabajadores.

Siendo libres, no todos tenían los mismos derechos. En el año 212 d.C., Caracalla concedió la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del Imperio. Los esclavos estaban al final de la escala social, no tenían derechos y provenían de los ejércitos vencidos por Roma. La familia era patriarcal, el marido tenía la patria potestad de todos los miembros de la familia y la mujer dependía de él. El divorcio estaba regulado legalmente.

La dominación romana de Hispania impuso su cultura, costumbres, leyes y religión sobre los pueblos autóctonos. El latín se extendió por el territorio, imponiéndose sobre las lenguas autóctonas, que no desaparecieron del todo. De él derivarían nuestras lenguas, excepto el vasco. Algunos autores latinos de origen hispano fueron: Mela (geógrafo), Séneca (filósofo) o Lucano (historiador).

El derecho romano se extendió por la Península, regulaba las relaciones privadas, las instituciones políticas y su funcionamiento. Actualmente es uno de los fundamentos del derecho occidental.

Se impusieron las creencias religiosas del Imperio romano. Se respetaron las creencias locales, pero era obligado el culto al emperador y a los tres dioses de Roma: Júpiter, Juno y Minerva. Con el Edicto de Milán (313) se decretó la libertad religiosa y se reconoció legalmente el cristianismo, que se convirtió en la iglesia oficial del Estado con Teodosio I en el 380.

Podemos ver restos romanos en obras públicas como: acueductos (Segovia), murallas (Lugo), teatros (Mérida, Sagunto, Cartagena), anfiteatros (Itálica), arcos de triunfo, templos...

Durante el siglo III, el Imperio Romano entró en crisis por la dificultad de administrar territorios tan amplios. Diocleciano intentó atajarla con una nueva división territorial-administrativa, pero el peso impositivo del Estado llevó a los propietarios rurales a huir a sus villas. Las ciudades decayeron y el pueblo buscó la protección de los terratenientes a cambio de sus tierras y/o trabajo. A su vez, los bárbaros se infiltraron en el territorio imperial, pacíficamente unas veces o de forma violenta.

Conclusión

La civilización romana marcó el devenir de las sociedades que fueron llegando a nuestro territorio y aún perviven, como se ve en muchas obras públicas. Por otra parte, la religión cristiana y la lengua, así como el uso del derecho romano, son uno de los fundamentos del derecho occidental.

El Reinado de Isabel II y la Consolidación del Estado Liberal (1833-1868)

Introducción

El reinado de Isabel II, que abarca desde 1833 hasta 1868, se caracteriza por la formación del Estado Liberal, que se inició con las Cortes de Cádiz. Se produjeron cambios fundamentales políticos e institucionales, impulsados por los liberales de izquierdas, con la intervención constante del ejército. Para analizar el periodo lo dividimos en dos fases:

  • Las regencias de Mª Cristina y de Espartero.
  • El reinado de Isabel II.

Desarrollo

1. La Regencia de María Cristina (1833-1840)

La regencia de Mª Cristina comienza en 1833 al morir Fernando VII. El rey firmó la Pragmática Sanción que abolía la Ley Sálica y dejaba el trono a su hija Isabel. Esto creó un problema dinástico, ya que los tradicionalistas no reconocían la validez de esta pragmática y reclamaban el trono para Carlos María de Isidro. El resultado de esto es la Primera Guerra Carlista, que enfrentará a los partidarios de Mª Cristina e Isabel II (los cristinos) y los carlistas. Esta guerra es también un enfrentamiento entre el liberalismo y el absolutismo, el Nuevo y el Antiguo Régimen.

La Reina regente, aunque intentó mantener el absolutismo, tuvo que buscar apoyo en los partidos liberales para gobernar y acabar con el conflicto. El carlismo influyó en Navarra, País Vasco, al norte del Ebro, Castellón y Teruel. Esta distribución geográfica se explica por un conflicto campo-ciudad. En la zona vasco-navarra, Bilbao, Pamplona o San Sebastián fueron liberales durante el conflicto. La guerra acabó con el Convenio de Vergara (1839), firmado por Espartero y Maroto, principal líder carlista al morir Zumalacárregui. Se reconocieron los grados militares que habían luchado en el ejército carlista y se prometió respeto de los fueros vasco-navarros. Se mantuvieron algunos privilegios forales y se eliminaron otros.

En el gobierno de Cea Bermúdez se creó la nueva división provincial de España, llevada a cabo por Javier de Burgos en 1833. Una reforma político-administrativa para la unificación territorial y la supresión de un privilegio foral. La destitución de Cea Bermúdez en enero de 1834 llevó a Martínez de la Rosa a ser el encargado de darle a España una constitución, que quedará en una carta otorgada moderada, el Estatuto Real de 1834, con Cortes bicamerales, un consejo asesor de la Corona sin poder, con libertad de prensa y asociación recortadas.

El liberalismo se dividió en dos tendencias distintas y enfrentadas electoralmente:

  • Los liberales progresistas, con origen en los exaltados, querían reformas profundas y radicales, limitar el poder de la Corona, liberalismo económico, ampliar el cuerpo electoral, elección popular de alcaldes y concejales y mantenimiento de la Milicia Nacional. Destacó Espartero, Mendizábal, Madoz y Prim.
  • Los liberales moderados defendían el orden social, una autoridad fuerte, rechazar cambios que pusieran en peligro sus propiedades, limitar el derecho al voto, defensa del proteccionismo económico, supresión de la Milicia Nacional y reforzar las atribuciones del Rey. Se materializó en la Constitución de 1845 y en la Ley de Ayuntamientos y Ley Electoral. Destacó Martínez de la Rosa, Narváez y Alejandro Mon.

La crisis anticlerical de 1835 dio lugar al primer bienio progresista. Destacó la desamortización de Mendizábal de los bienes del clero y comunales y la aprobación de la Constitución del 1837, que finalizó el Estatuto Real, y se basó en la Constitución de 1812. De la Constitución de 1837 destaca:

  • Soberanía nacional.
  • División de poderes.
  • Cortes bicamerales que ostentan el poder legislativo.
  • El rey con el poder ejecutivo.
  • Derechos individuales y la libertad de imprenta.
  • El Estado mantiene económicamente al clero católico, pero no se prohíben las otras religiones.

2. La Regencia de Espartero (1840-1843)

Baldomero Espartero consiguió la Jefatura de Gobierno en 1840, lo que le trajo enfrentamientos con Mª Cristina, que renunció a su cargo de regente en ese año. Las Cortes nombraron regente a Espartero en 1841. La violenta oposición de los moderados, la falta de apoyo del ejército, el enfado de la burguesía industrial por la política económica librecambista y la incapacidad política de Espartero, se vieron en el bombardeo de Barcelona de 1842, donde acabarán con la regencia en 1843.

3. El Reinado de Isabel II (1843-1868)

En 1843 se coronó a Isabel II y Narváez fue nombrado jefe de Gobierno, comenzando la Década Moderada (1844-1854). Se aprueba la Constitución de 1845, basada en la de 1837, con ideología conservadora y con unas Cortes bicamerales con un Senado de designación real. Otorga gran poder al monarca, establece el Estado confesional y desaparece la libertad de prensa. Pero no hay elecciones municipales y se suprime la Milicia Nacional. Los moderados defendían un Estado centralizado y jerarquizado. Destaca la reforma de Hacienda, la reforma educativa con la Ley Moyano, la creación de la Guardia Civil, la firma del Concordato con la Santa Sede, la Segunda Guerra Carlista (1846-1849) y la división de los liberales progresistas con el partido demócrata.

En 1854, la Vicalvarada llevó al poder a los progresistas de O’Donnell con la vuelta de Espartero. Duró dos años, el Bienio Progresista, y se redacta la Constitución de 1856, que no fue promulgada. Las medidas legislativas más importantes del bienio serán:

  • La Desamortización general de Madoz.
  • Un nuevo sistema financiero.
  • La Ley General de Ferrocarriles de 1855.

La conflictividad obrera y campesina, agudizada en 1856 al elevarse los precios, desató protestas populares. Espartero dimitió y O’Donnell pactó con la Corona, pasando al conservadurismo.

Con la vuelta al conservadurismo sigue la Constitución de 1845, recayendo en Narváez (Partido Conservador) y en O’Donnell (Unión Liberal). En los últimos diez años del reinado de Isabel II hay dos etapas:

  • Estable gobierno de la Unión Liberal (1858-1863).
  • Sucesión de gobiernos moderados y unionistas que agotó el régimen isabelino.

De 1863 a 1868 hay varios gobiernos moderados de corte cada vez más conservador. En 1866, progresistas y demócratas acordaron en Ostende un programa para derrocar al régimen y a la monarquía.

Conclusión

El reinado de Isabel II supuso la estabilización del Nuevo Régimen y la creación del Estado Liberal hasta la actualidad.

  • Dominó el liberalismo censitario, con el partido moderado, conservador o templado, con base social oligárquica, imponiendo sus conceptos políticos.

El periodo final del reinado de Isabel II se caracteriza por el desprestigio de la reina y el aumento de la oposición al régimen. Tras varios fallidos intentos de golpes de Estado, triunfó la Gloriosa de 1868. Isabel II se exilió y así comenzó el Sexenio Revolucionario de 1868 a 1874.

Las Desamortizaciones en la España del Siglo XIX

Introducción

Para analizar las desamortizaciones en España de los bienes eclesiásticos y de los pueblos, hay que considerarlas como las medidas de mayor trascendencia de los gobiernos liberales que se desarrollaron durante el siglo XIX. La desamortización tuvo dos momentos: la incautación del Estado de esos bienes, dejando de ser de "manos muertas" para ser "bienes nacionales"; y segundo, la puesta en venta por subasta de los mismos. Lo obtenido lo aplicaría el Estado para sanear la deuda pública y crear una nueva clase de propietarios afines a la causa liberal.

Desarrollo

La desamortización se considera liberal progresista, había empezado en el siglo XVIII. Desde que se pusieron en venta los primeros bienes de los jesuitas hasta 1924, cuando el estatuto de Calvo Sotelo derogó las leyes sobre desamortización de bienes de los pueblos, pasando a propietarios particulares casi el 40% de la superficie del Estado. Este proceso de ventas no fue continuo, sino resultado de varias desamortizaciones: la de Godoy, con el reinado de Carlos IV; la de las Cortes de Cádiz; la del Trienio Liberal; la de Mendizábal, y la de Pascual Madoz.

La Desamortización de Mendizábal (1836)

Afectó a los bienes del clero regular y más tarde, a través de una orden, a los del clero secular. Trajo la ruptura de las relaciones diplomáticas con la Iglesia y dividió la opinión pública. Quería la continuidad en el trono de Isabel II, la del nuevo Estado liberal. Para ello tenía que ganar la guerra carlista, pero no se podía sin dinero. Para fortalecer la credibilidad del Estado de peticiones de crédito a instituciones extranjeras, tenían que eliminar o disminuir la deuda pública y el déficit de los presupuestos. Por la mala situación de Hacienda, Mendizábal recurrió a nuevas fuentes de financiación, los bienes eclesiásticos, como se recoge en el decreto. Las manos muertas debían pasar a propiedad privada para revitalizar la agricultura y el comercio.

El decreto desamortizador, en plena guerra civil con los carlistas, puso en venta los bienes del clero regular, quedando en manos del Estado, y se subastaron tierras, casas, monasterios y conventos con todos sus enseres, recogido en el artículo 1º del Decreto. Más tarde, otra ley amplió la acción, sacando a la venta los bienes del clero secular, aunque la ejecución se llevó a cabo más tarde, en 1841, durante la regencia de Espartero.

Con la desamortización de Mendizábal se pretendían lograr varios objetivos:

  • Ganar la guerra carlista.
  • Eliminar la deuda pública, ofreciendo a los compradores que pagaran los bienes con títulos del Estado.
  • Atraerse a las filas liberales a los principales beneficiarios de la desamortización, que formaban la burguesía con dinero.
  • Solicitar nuevos préstamos con una Hacienda de credibilidad.
  • Cambiar la estructura de la propiedad eclesiástica, que pasaría a ser libre e individual.

En el Decreto estaba el deseo de que se hicieran pequeñas partes para conseguir reactivar el sector agrario con la creación de pequeños propietarios. La Iglesia sería reformada y transformada en una institución del Nuevo Régimen, manteniendo a los clérigos y subvencionando el culto. La desamortización de Mendizábal decepcionó a los que pensaban que haría un reparto de las tierras expropiadas a los campesinos. El objetivo principal no fue una reforma agraria, sino aumentar los ingresos del Estado.

La Desamortización de Madoz (1855)

Se publicó el 1 de mayo de 1855. El ministro de Hacienda, Pascual Madoz, progresista y amigo de Mendizábal, sacó a la luz su Ley de Desamortización General. Esta Ley puso en venta los bienes de propiedad colectiva: los bienes eclesiásticos no vendidos en la etapa anterior y los bienes de propios y comunes, de los pueblos arrendados y los comunes, que no proporcionaban renta y eran utilizados por los vecinos. Esto se prolongó hasta 1924.

El procedimiento utilizado para las ventas fue una copia del de Mendizábal, pero había dos grandes diferencias:

  • Una sobre el destino del dinero obtenido: dedicado a la industrialización del país, a la expansión del ferrocarril.
  • En la propiedad del dinero: el Estado no era el propietario, sino los ayuntamientos. Obteniendo el dinero de las ventas en nombre de estos, utilizándolos para el bien de todos.

La burguesía con dinero fue la gran beneficiaria, pero los pequeños propietarios de los pueblos participaron más que en el proceso de Mendizábal.

Consecuencias de las Desamortizaciones

  • En lo social, un proletariado agrícola, más de dos millones de campesinos sin tierra con duras condiciones de vida y trabajo estacional, y la conformación de una burguesía terrateniente que, con la adquisición de tierras y propiedades, quería imitar a la vieja aristocracia.
  • En la estructura de la propiedad, aumentó la situación desequilibrada de predominio del latifundismo en el centro y el sur de la Península.
  • La venta de propiedades municipales trajo el empeoramiento de las condiciones de vida del pequeño campesinado, privado del uso y disfrute de los antiguos bienes del Concejo.

Conclusión

El proceso de desamortizaciones no sirvió para que las tierras se repartieran entre los menos favorecidos, porque no se intentó hacer ninguna reforma agraria, sino conseguir dinero para los planes del Estado, aunque a largo plazo sí aumentó el volumen general del producto agrícola. La desamortización trajo una expansión de la superficie cultivada y una agricultura más productiva. Pero en los cambios en el campo español actuaron otros factores, como la abolición del diezmo, la supresión de la Mesta, la mejora de las condiciones de transporte y comunicación, o las políticas proteccionistas en favor del cultivo de cereales a partir de 1820. Fue importante el impacto de la desamortización en la pérdida y el expolio de una gran parte del patrimonio artístico y cultural español.

Entradas relacionadas: