Historia de España: Desde la Conquista de América hasta el Siglo XVIII

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Conquista de América

El descubrimiento de América se inscribe en un proceso histórico protagonizado por Castilla y Portugal a finales del siglo XV, cuyo objetivo era hallar una ruta hacia Asia a través del Atlántico, ya que la ruta tradicional por el Mediterráneo estaba bajo la amenaza de los turcos.

Causas del descubrimiento

  • Cambio de mentalidad que abre la curiosidad por el conocimiento y la exploración.
  • Necesidad comercial de encontrar una nueva ruta a Asia.
  • Revolución técnica de navegación y mejora de las embarcaciones con la aparición de la carabela.

En este contexto se sitúa la figura de Cristóbal Colón, que llegó a la corte de los Reyes Católicos con un proyecto para llegar a China y Japón navegando hacia el oeste. Los Reyes Católicos aprobaron su proyecto al finalizar la conquista de Granada. Así se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe, un acuerdo en el que se establecían las condiciones de la conquista de los nuevos territorios y el reparto del botín. La expedición, compuesta por tres naves, salió de Palos de la Frontera. Colón realizó tres viajes más. Murió en 1506 convencido de que había llegado a las costas asiáticas abriendo una nueva ruta por el Atlántico. Los descubrimientos de Colón hicieron resurgir las tensiones con Portugal por el control de las nuevas tierras. Portugal y Castilla firmaron el Tratado de Tordesillas, por el que todas las tierras descubiertas o por descubrir situadas 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde serían para Castilla y al este, para Portugal. Por este acuerdo, Brasil quedó para Portugal. Tras Colón, los españoles ocuparon casi todas las islas del Caribe y pasaron al continente. Entre 1519 y 1550 se llevaron a cabo las grandes conquistas en América: Hernán Cortés emprendió la conquista del Imperio azteca; Francisco Pizarro y Diego de Almagro conquistaron el Imperio inca.

Pax Hispánica: El Reinado de Felipe III

Felipe III heredó el imperio más extenso y poderoso del mundo. Se estrenó la figura de favorito o valido, una especie de primer ministro que adquiría plenos poderes en los asuntos de Estado. Felipe III designó al duque de Lerma como su valido. Los validos se convirtieron en figuras habituales en la política española del siglo XVII. En muchas ocasiones, ejercieron el poder en función de sus intereses particulares. Es por ello que se considera que sus actuaciones son una de las causas de la crisis de la monarquía hispánica en el siglo XVII.

Política interior

Dos cuestiones marcaron el reinado: la crisis financiera y la expulsión de los moriscos. El Estado declaró la bancarrota a comienzos del siglo XVII. La otra cuestión fue la expulsión de los moriscos en 1609. Las repercusiones fueron graves en Valencia y Aragón, donde la mayoría eran campesinos dóciles y hábiles en las labores de regadío.

Política exterior

La política exterior de Felipe III se puede considerar pacifista. El rey y su valido, el duque de Lerma, intentaron alcanzar acuerdos de paz y acometer una reforma de la hacienda que reforzase la monarquía. Para ello se firmó la paz con Inglaterra y con las Provincias Unidas. La paz en Europa y la excelente red diplomática que tejió España han llevado a hablar de Pax Hispánica al referirse a este reinado.

El Reinado de Felipe IV

Política interior

Felipe IV y, sobre todo, su valido, el Conde-Duque de Olivares, retomaron una política exterior ofensiva, de ahí la implicación en costosas guerras en Europa. Esta política exigía grandes cantidades de dinero, y todo el peso económico y militar recaía fundamentalmente en Castilla. Para solucionarlo, el Conde-Duque de Olivares propuso la Unión de Armas: la creación de un ejército de 150.000 hombres aportado por todos los reinos en función de su población y riqueza y no solo Castilla. Las rebeliones de la década de 1640 hicieron fracasar la política del Conde-Duque de Olivares. La monarquía quedó sumida en una grave crisis.

Política exterior

Felipe IV involucró a España en la Guerra de los Treinta Años. Durante los primeros años de la guerra, los Habsburgo llevaron la iniciativa. Pero la situación se complicó militarmente para España. En 1648, los países europeos, agotados por tantas guerras, se avinieron a firmar la Paz de Westfalia, la cual ponía fin a la Guerra de los Treinta Años y suponía el reconocimiento por parte de Felipe IV de la independencia holandesa. España y Francia resolvieron sus diferencias en la Paz de los Pirineos, cediéndose a los franceses parte de Cataluña. España, agotada militar y económicamente, perdió su hegemonía en Europa en favor de Francia.

La Guerra de Sucesión Española

En 1700, Carlos II, de la dinastía de los Austrias, murió sin descendencia. En su testamento, nombraba sucesor a Felipe de Borbón, duque de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia. Felipe V fue proclamado rey en 1701. Esto provocó un conflicto muy serio, la Guerra de Sucesión, que tuvo dos ámbitos: el internacional y el nacional.

A nivel internacional, Gran Bretaña, las Provincias Unidas, Portugal, Saboya y Prusia apoyaron al archiduque Carlos de Habsburgo, formando la Gran Alianza. Querían impedir el notable aumento de poder que suponía para Francia colocar a su candidato al frente de la monarquía española. A nivel interno, España se dividió entre los partidarios de Felipe, apoyado por la Corona de Castilla, y los partidarios del archiduque Carlos, apoyado por la Corona de Aragón. Se enfrentaban dos modelos: el de los Austrias, tradicionalmente pactista, que respetaba las instituciones forales de los reinos y sus diversas legislaciones y fiscalidad; y el de los Borbones, que importaba el modelo francés absolutista, unificador y centralizador.

En 1711 tuvo lugar un hecho trascendental en el curso de los acontecimientos, al convertirse el archiduque Carlos en el nuevo emperador. Inglaterra y las Provincias Unidas rompieron la Gran Alianza a cambio de que Felipe V renunciase a optar al trono francés. La guerra llegó a su fin y se firmó la paz con los Tratados de Utrecht y Rastatt. Gran Bretaña fue la gran beneficiada del conflicto y se convirtió en la mayor potencia naval. España cedió Gibraltar y Menorca. Además, Inglaterra adquirió rentables privilegios comerciales, como el asiento de negros y el navío de permiso.

Características del Antiguo Régimen

Economía

La economía del Antiguo Régimen estaba sustentada en la agricultura. Se caracterizaba por el atraso técnico, el empleo de técnicas muy rudimentarias y la dependencia de las condiciones meteorológicas. El resultado era un escaso rendimiento. Hay que señalar también una parte considerable de tierra dedicada a pastos perteneciente a la Mesta. El principal obstáculo para el desarrollo era el régimen de propiedad. La mayor parte de las tierras cultivables no eran libres, ya que eran propiedades vinculadas. Esto significa que el propietario podía disfrutar de los beneficios de sus tierras, pero no podía venderlas, donarlas o cederlas. Existían distintos tipos de vinculaciones, pero cuatro eran las fundamentales: las tierras de la Iglesia, las de la nobleza, las tierras de los municipios y las de la Corona. Este régimen de propiedad generaba enormes desigualdades. Los propietarios de la tierra eran una minoría, mientras la gran mayoría de los campesinos trabajaban tierras que no eran suyas. La producción artesanal estaba sometida a la estructura gremial. A lo largo del siglo XVIII, surgió, al margen de los gremios, la manufactura, forma de producción capitalista, de iniciativa privada y pública, con división del trabajo pero con técnica artesanal. La manufactura algodonera catalana fue la que experimentó un mayor crecimiento. El comercio interior era débil. El comercio exterior se caracterizaba por una excesiva dependencia de la aportación a América.

Características sociales

Es una sociedad estamental, jurídicamente desigual, formada por grupos sociales cerrados a los que se accedía por nacimiento. Dividida en dos grupos: privilegiados, formado por la nobleza y el clero, y no privilegiados, al que pertenecía la mayoría de la población, que sostenía económicamente al Estado. La nobleza estaba formada por unas 500.000 personas: desde los hidalgos más pobres hasta los Grandes de España. El clero tenía una gran influencia política, social y económica, ya que había acumulado gran cantidad de tierras procedentes de las donaciones y del diezmo que recibía de los campesinos. Existía un alto clero y un bajo clero, que tenía la misma situación económica que sus feligreses. Dentro de los no privilegiados, los grupos burgueses empezaban a ser más numerosos e influyentes, pero sin posibilidad de ascenso social. Las capas más bajas de la sociedad eran los artesanos y campesinos. La mayoría de ellos eran analfabetos. Por ello, los ilustrados centraron parte de su interés por la reforma en la instrucción, es decir, en la educación y en la formación de las personas.

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