Historia de España: Desde Al-Ándalus hasta los Austrias
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Al-Ándalus: Evolución Política
La conquista de la Península Ibérica comienza en el año 711 con la batalla de Guadalete, donde los musulmanes liderados por Tariq ibn Ziyad derrotan al rey visigodo Don Rodrigo. Este evento marca el inicio de la ocupación musulmana, que se expandirá rápidamente.
La conquista se completa en el año 714, aunque la resistencia cristiana en el norte empieza a manifestarse desde la batalla de Covadonga en el 722. En el 732, los musulmanes son detenidos en Poitiers por los francos, frenando su avance en Europa.
Los invasores no eran solo árabes, sino también sirios, egipcios y bereberes. Desde el año 711 hasta el 756, Al-Ándalus es un emirato dependiente del califato omeya de Damasco, gobernado por hasta 23 gobernadores. Durante este periodo, hubo tensiones entre árabes y bereberes por el control de las tierras.
En el 756, Abd al-Rahmán I desembarca en Almuñécar y establece un emirato independiente en Córdoba, consolidando el poder musulmán en la península. Este periodo se caracteriza por la islamización de la población y varias revueltas internas.
En el año 912, Abd al-Rahmán III se autoproclama califa y establece el Califato de Córdoba (923-1031), independiente del califato de Bagdad. Durante su gobierno, Al-Ándalus alcanza su esplendor cultural, político y económico.
Tras la muerte de Almanzor en el año 1002, el califato se fragmenta en los llamados reinos de taifas. Aunque políticamente debilitado, la cultura andalusí se mantiene fuerte.
A pesar de victorias como la de Sagrajas en 1086, los musulmanes pierden poder frente al avance cristiano, especialmente con la conquista de Zaragoza en 1118 por Alfonso I de Aragón.
En 1146, los almohades unifican Al-Ándalus, frenando temporalmente el avance cristiano hasta que son derrotados en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212. Esta derrota marca el principio del fin del dominio musulmán en la Península.
En 1232, Muhammad I funda el Reino Nazarí de Granada, el último bastión musulmán en la península. Este reino sobrevive hasta 1492, cuando cae ante los Reyes Católicos, completándose así la Reconquista. Con la toma de Granada, se pone fin a casi 800 años de presencia musulmana en la Península Ibérica.
Los Reinos Cristianos: Evolución de la Conquista de la Península y Organización Política
El relieve peninsular condicionará la evolución de la reconquista, influenciada por el espíritu de cruzada, la presión demográfica y el ansia de riqueza. Los núcleos iniciales de resistencia cristianos (siglos VIII-X) se localizan en regiones montañosas del norte, destacando el reino asturiano que surge tras Covadonga (722). Pelayo será su primer rey, pero será Alfonso II quien estructure definitivamente el reino (Fuero Juzgo). Alfonso III lo expande y fija en el Duero la frontera con Al-Ándalus, trasladando la capital a León y formando el reino astur-leonés. A finales del siglo X, surge el condado de Castilla bajo el liderazgo de Fernán González.
En la zona pirenaica, aparece el núcleo navarro. La familia Arista, apoyada por los muladíes Banu Qasi, expulsa a los francos en Roncesvalles (S. VIII) y se separa de ellos con la ayuda de Alfonso III en 799. Sancho Garcés I será el primer rey, y Navarra alcanza su apogeo en el siglo XI con Sancho III el Mayor. Tras su muerte, el reino se divide, conocido hasta el siglo XII como Reino de Pamplona.
Aragón surge como condado bajo protección franca y se une a Navarra con García Sánchez I. Ramiro I, hijo de Sancho III, será su primer rey y anexionará Sobrarbe y Ribagorza. Cataluña se desarrolla en torno a la Marca Hispánica, donde el conde de Barcelona comienza a prevalecer, especialmente bajo Borrell II, quien rompe el vasallaje a los francos.
En el siglo XI, la caída del Califato permite el avance de Castilla y León (Fernando I). La conquista de Toledo (1085) por Alfonso VI marca esta época. Los navarroaragoneses y catalanes no logran avanzar más allá del Ebro, pero Alfonso I el Batallador conquista Zaragoza (1118). Tras su muerte, Navarra y Aragón se unen a Cataluña con la boda de Petronila de Aragón con Ramón Berenguer IV. Castilla sufre conflictos dinásticos y la independencia de Portugal (Alfonso I Enríquez).
Los almohades derrotan a Alfonso VIII de Castilla en Alarcos (1195), pero la victoria cristiana en Las Navas de Tolosa (1212) cambia el rumbo. Fernando III el Santo reunirá León y Castilla, reconquistando el valle del Guadalquivir (Córdoba, Sevilla...). Jaime I el Conquistador, en la Corona de Aragón, toma Valencia y Mallorca. El reino nazarí de Granada subsistirá hasta 1492, beneficiándose del relieve y los conflictos internos en Castilla y León.
La organización política de los reinos cristianos se basa en la monarquía, las Cortes y los municipios. La nobleza y las Cortes limitan el poder real. Mientras que la monarquía castellana centraliza más el poder, la aragonesa pacta más decisiones con las Cortes. Las Cortes, que surgieron entre los siglos X y XI, se componen de nobleza, clero y pueblo llano, y tienen como funciones aconsejar al rey y aprobar impuestos. Las primeras Cortes fueron las del Reino de León (1188), seguidas por Castilla, Aragón y Cataluña en el siglo XIII.
Los municipios gozaron de autonomía administrativa y jurisdicción propia, administrados por la oligarquía urbana, formada por la pequeña nobleza y la alta burguesía. A pesar de su autonomía, los municipios respondían al rey, quien les otorgaba el fuero.
Exploración, Conquista y Colonización de América (1492 - Siglo XVI)
Las causas del descubrimiento
Las causas del descubrimiento de América incluyen la búsqueda de nuevas rutas a las Indias, la mentalidad aventurera del Renacimiento y la mejora de los instrumentos de navegación. Cristóbal Colón propuso llegar a las Indias navegando hacia el oeste, pero sus cálculos erróneos sobre la circunferencia de la Tierra llevaron a que inicialmente fuera rechazado por Portugal y Castilla. Tras la caída de Granada, los Reyes Católicos aceptaron su proyecto debido a las posibles ganancias económicas.
Los viajes de Colón
En abril de 1492, se firman las Capitulaciones de Santa Fe, donde Colón obtendría títulos y una parte de las riquezas de las tierras descubiertas. Partió de Palos el 3 de agosto con tres carabelas (Pinta, Niña y Santa María) y llegó a San Salvador (Guanahani) el 12 de octubre. Posteriormente, descubrió Cuba y La Española.
El reparto del Nuevo Mundo
Surgen disputas entre Castilla y Portugal por las nuevas tierras, ya que según el Tratado de Alcaçovas (1479), pertenecían a Portugal. El papa Alejandro VI medió en 1493 con la bula Inter Caetera, estableciendo una línea divisoria. En 1494, se firmó el Tratado de Tordesillas, que ajustó esta línea.
Colón realizó tres viajes más (1493, 1498 y 1502), convencido de haber llegado a las Indias. Américo Vespucio confirmará más tarde que se trataba de un nuevo continente: América. Los territorios descubiertos fueron conquistados por la Corona de Castilla mediante el sistema de capitulación. En poco más de medio siglo, dominó el continente, facilitado por la debilidad de los imperios precolombinos, la superioridad militar y el carácter emprendedor de los conquistadores.
Consolidación de la conquista
Las expediciones iniciales se centraron en el Caribe, y posteriormente se buscaron rutas hacia las Indias. Núñez de Balboa descubrió el Pacífico, mientras que Hernán Cortés conquistó el imperio azteca (1522) y Francisco Pizarro el incaico (1533). Durante la segunda mitad del siglo XVI, bajo Felipe II, sólo quedaban algunos territorios por ocupar.
Colonización y administración
Con el avance de la conquista, cambió la visión de colonización, pasando de la mera explotación económica a un asentamiento permanente. Esto generó controversias legales sobre la encomienda y la licitud de la conquista, destacando figuras como Las Casas y Francisco de Vitoria, que abogaron por los derechos de los indígenas. Las Leyes de Burgos (1512) intentaron mejorar las condiciones de vida de los indígenas, aunque llevaron a las malas condiciones de trabajo y a la promulgación de las Leyes Nuevas (1542), que abolieron la encomienda y reconocieron a los indígenas como vasallos de la Corona.
A partir de 1550, una oleada de emigrantes peninsulares se asentó en América, formando una sociedad jerarquizada en función de la riqueza. La mayoría de los colonizadores se mezcló con los indígenas, dando lugar a un mestizaje significativo, aunque también existió una minoría de criollos.
La administración de las colonias comenzó con funcionarios reales (Colón, Nicolás de Ovando, Diego Colón) y luego se estructuró en instituciones como la Casa de Contratación de Sevilla (1503) y el Consejo de Indias (1523), que legislaron y supervisaron los asuntos económicos en América. El territorio se dividió en virreinatos (México y Perú), gobernaciones, capitanías generales, corregimientos, cabildos y audiencias.
Los Austrias del Siglo XVI: Políticas
En 1516, Carlos I asumió el trono tras la muerte de su abuelo Fernando el Católico, iniciando la dinastía de los Habsburgo en España. Heredó un vasto imperio, lo que lo convirtió en uno de los monarcas más poderosos de su tiempo, pero también le supuso grandes dificultades de gobierno y enormes gastos.
En política interior, su reinado estuvo marcado por dos revueltas importantes: la rebelión de las Comunidades de Castilla (1520-1521) y la revuelta de las Germanías (1519-1523) en Valencia y Mallorca. La primera surgió como respuesta a la subida de impuestos y la influencia extranjera en la corte. Los comuneros fueron derrotados en Villalar. La segunda fue una lucha de artesanos y campesinos contra el poder nobiliario. Ambas rebeliones consolidaron la autoridad real.
En política exterior, Carlos I aspiraba a un imperio universal cristiano, pero la Reforma protestante y las guerras con Francia frustraron su proyecto. Tras varias guerras con Francisco I de Francia, logró la supremacía hispana en Italia. También combatió al Imperio Otomano, logrando algunas victorias pero sufriendo reveses como en Argel. En Alemania, no pudo detener el avance del protestantismo, que culminó con la Paz de Augsburgo (1555).
Felipe II, que sucedió a Carlos en 1556, se centró en consolidar la monarquía hispánica. Fijó la capital en Madrid en 1561 y reforzó la administración con un sistema de Consejos. En política interior, enfrentó la rebelión de los moriscos en las Alpujarras (1568-1570) y la rebelión de Aragón (1590-1592), que consolidaron el control real.
En política exterior, Felipe II luchó contra Francia, Inglaterra y el Imperio Otomano. Derrotó a Francia en San Quintín (1557) y aseguró la victoria en la batalla de Lepanto (1571) contra los turcos, pero sufrió el fracaso de la Armada Invencible en 1588 al enfrentarse a Inglaterra. La sublevación de los Países Bajos en 1568 fue otro conflicto que afectó su reinado. En 1580, logró la unión de las coronas de España y Portugal, extendiendo su dominio.
En resumen, los Austrias Mayores del siglo XVI, Carlos I y Felipe II, intentaron consolidar su poder monárquico y defender el catolicismo, enfrentándose a desafíos internos y guerras en Europa.
Los Austrias del Siglo XVII: Políticas
El reinado de los Austrias Menores, que abarca desde Felipe III (1598-1621) hasta Carlos II (1665-1700), está marcado por profundas crisis económicas, demográficas y sociales a lo largo del siglo XVII. Felipe III inicia un nuevo estilo de gobernanza al delegar gran parte del poder en los validos, comenzando con el Duque de Lerma. Este valido, que ocupó el cargo hasta 1618, se vio envuelto en la corrupción y en una mala administración que llevó a un notable despoblamiento rural, en parte debido a la expulsión de los moriscos en 1609.
Durante su reinado, Felipe III también tomó la decisión de trasladar la capital de Madrid a Valladolid en 1601. En el ámbito de la política exterior, el reino firmó la paz con Francia (Vervins, 1598), Inglaterra (Tratado de Londres, 1604) y las Provincias Unidas (Tregua de los Doce Años, 1609). Sin embargo, su participación en la Guerra de los Treinta Años, comenzando en 1618, marcó el final de su mandato y sumergió al reino en un conflicto prolongado.
Felipe IV accedió al trono en 1621, con el conde-duque de Olivares como valido. Este comenzó una serie de reformas para fortalecer la Monarquía Hispánica, incluidas iniciativas militares y económicas. La dependencia casi total de Castilla como soporte económico de la Corona se hizo evidente, lo que llevó a Olivares a proponer la Unión de Armas en 1626. Esta reforma, que pretendía crear un ejército financiado por todos los reinos según su población, encontró una gran oposición, especialmente en Cataluña, lo que complicó aún más la situación económica. La década de 1640 fue testigo de un estallido de revueltas en diversos territorios, entre las cuales destaca el Corpus de Sangre en 1648 en Cataluña. Esta revuelta culminó con la intervención de Francia y la firma de la Paz de los Pirineos en 1659, que resultó en la pérdida del Rosellón y la Cerdaña. También se produjo la revuelta en Portugal, que logró su independencia en 1668. Olivares fue despojado de su favor real en 1643 y Felipe IV asumió el gobierno directamente. Su reinado concluyó con significativas pérdidas territoriales, incluido el reconocimiento de la independencia de las Provincias Unidas en el Tratado de Münster en 1648 y la anterior paz con Francia.
Carlos II heredó el trono en 1665 a la edad de tres años, y su madre, Mariana de Austria, ejerció como regente. A lo largo de su reinado, Carlos II se rodeó de varios validos, como Nithard y Valenzuela, aunque su incapacidad para gobernar limitó su efectividad. A pesar de ciertos intentos de recuperación económica, el poder de la nobleza aumentó, lo que resultó en un neofeudalismo que debilitó aún más la autoridad real. En el ámbito internacional, se formalizó la independencia de Portugal con la Paz de Lisboa en 1668, y Francia continuó expandiendo sus territorios en Flandes. Carlos II falleció en 1700 sin dejar herederos, y en su testamento nombró a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, como su sucesor. Esta decisión llevó a una crisis de sucesión que desencadenó la Guerra de Sucesión Española, marcando así el final de una era y el inicio de nuevos conflictos en Europa.
Modelos de Repoblación
Reconquista y repoblación estaban estrechamente unidas y distinguimos dos grandes formas de repoblación:
- Presura o "aprisio": Los colonos ocupaban espontáneamente los nuevos territorios mediante esfuerzo personal, estimulando la producción. Propio de la meseta norte (s. X y XI).
- Dirigida por la monarquía:
- Repoblación concejil (s. XI-XII): Entre el Duero y el Sistema Central. Se organizaban los territorios en concejos con tratos especiales (administración y legislación propia) fomentando la vida urbana (desarrollo económico-social).
- Repoblación de las Órdenes Militares (s. XIII): En zonas montañosas y del Guadiana. Las tierras fronterizas se entregaban a las órdenes como recompensa para defenderlas. Su escasa población originará latifundios (ganadería, agricultura).
- Repoblación por repartimientos (s. XIII-XV): La zona del Guadalquivir y Levante. Se asignaban feudos a soldados (nobles) de la reconquista, consolidando una sociedad militarizada.
La sociedad era estamental (inmovilismo y desigualdad fiscal), estructurada en nobleza y clero (privilegios jurídicos y fiscales) y el estado llano, el mayoritario y que pagaba los impuestos (campesinos, artesanos, burgueses, etc.). Por último, los súbditos no cristianos (judíos, mudéjares). Debido a que los reyes otorgaron señoríos territoriales a nobles como pago a cambio de apoyo, incluyendo sus competencias jurisdiccionales (impuestos, leyes), se desarrolló el feudalismo basado en este régimen señorial. El rey ejercía estas competencias solo en sus propios señoríos de realengo.
La Crisis del Siglo XIV
Durante el siglo XIV, Europa vivió una crisis generalizada que afectó a todos los ámbitos de la vida. La Peste Negra de 1348 redujo drásticamente la población, un 40% en Cataluña y un 25% en Castilla. Esto despobló el campo, provocando un aumento de precios y salarios, y afectando las mentalidades de la época (antijudaísmo, flagelantes). La crisis económica se agravó por las malas cosechas, causadas por el clima, el bandolerismo y la explotación comercial, lo que debilitó la alimentación y favoreció aún más las enfermedades. Esta situación desató una crisis demográfica que redujo las rentas, y derivó en tensiones sociales cuando los nobles intentaron recuperarlas a través de la Monarquía y el campesinado. Surgieron así conflictos como las rebeliones antiseñoriales (Payeses de remensa en Cataluña, revuelta irmandiña en Galicia).
En la política, en la Corona de Castilla, la nobleza y la monarquía se enfrentaron por la asunción del Derecho Romano, (crisis sucesoria de Alfonso X y la llegada de los Trastámara) y el problema del Estrecho (benimerines y apoyo a Granada). Comienza la expansión castellana en el Atlántico (Canarias). Mientras tanto, la Corona de Aragón, incapaz de expandirse en la Península, centró sus esfuerzos en el Mediterráneo (Baleares, Sicilia, Cerdeña, Atenas, Nápoles..) aunque el pactismo necesario para sustentar estas conquistas limitó el poder real. En 1412 llegan los Trastámara (Compromiso de Caspe). En Navarra, el interés de Castilla y Aragón la llevó a alinearse con Francia, donde tras una guerra civil entre agromonteses y beaumonteses, los Foix se convirtieron en los últimos reyes de la Navarra independiente (Catalina I y Juan de Albret).