Histeria y Psicoanálisis: Represión, Sexualización No Libidinal y el Drama del Complejo de Edipo
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La Histeria y la Problemática Edípica Fracasada
La sexualización que aparece en las relaciones que establece la histeria es una manifestación no libidinal, es decir, que es usada agresivamente, buscando hacerle correr al otro la misma suerte que la de ellos: la exclusión y la castración. El problema central en la histeria reside en la resolución del complejo de Edipo, constituyendo una problemática edípica fracasada.
Mecanismo Defensivo Típico: La Represión
La defensa típica de la histeria es la represión. Esta se presenta en una personalidad cuya organización y diferenciación han alcanzado un punto evolutivo tal que el rechazo de aspectos propios permite la conservación de la integridad del núcleo.
Reprimir significa para el histérico no querer saber de una serie de experiencias, ya que revivirlas le produciría angustia centrada alrededor de una situación que genera excitación, tentación y, finalmente, la castración propia de la conflictiva edípica.
Perspectiva Evolutiva y Desarrollo del Yo
Integración y Exclusión Genital
Desde el punto de vista evolutivo, el histérico ha llegado a un nivel de integración que excluye lo genital. La fijación histérica supone que en el núcleo de las fantasías sigue existiendo el Edipo original.
El Yo y la Recreación del Edipo
El Yo ha alcanzado un alto grado de desarrollo. En la fantasía inconsciente del histérico, todo coito será incestuoso y toda figura parental del sexo opuesto, un vengador. Por ello, cuando esta fantasía impregna la realidad, se recrea el complejo de Edipo.
El Drama Histérico y el Triángulo Incestuoso
El drama histérico se manifiesta cuando existen aspectos que no se pueden negar. En respuesta, se buscan compensaciones fantasiosas que anulen este sentimiento de carencia, tales como los sueños diurnos o las repeticiones compulsivas.
El núcleo de una personalidad histérica está determinado por el mantenimiento del triángulo incestuoso encapsulado y en estado latente. En esta dinámica, toda persona del sexo opuesto es percibida como el padre tentador, y la del mismo sexo, como el padre castrador.
Disociación y la Secuencia Conversiva
Los mecanismos de disociación mantienen este tabicamiento. Sin embargo, si se desata una situación desencadenante y la angustia produce una movilización defensiva insuficiente, se precipita la situación traumática. Esto solo podrá resolverse mediante un reforzamiento de la disociación (represión) o con la aparición de síntomas.
La secuencia conversiva se explica a través de los siguientes estadios:
Sueños Diurnos
Los sueños diurnos son un estadio evolucionado de las fantasías masturbatorias infantiles; se intercalan entre el deseo edípico y los síntomas. Se trata de un tipo de pensar que sustituye a la acción. Es un pensar con imágenes, arcaico y mágico, que funciona como un sustituto placentero de una realidad que resulta penosa por frustrante.
Ante la frustración en la realidad, la histérica se refugia en sus sueños. Estos sueños pueden ser conscientes mientras se mantengan alejados de los contenidos reprimidos. Cuando las fantasías diurnas se acercan a las representaciones reprimidas y es posible concretar las relaciones incestuosas, se reitera el contexto edípico. En ese momento, deben ser reprimidos y, al volver de la represión, surgen como síntomas.