Hispania Romana y el Reino Visigodo: Orígenes Históricos de la Península Ibérica

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Conquista y Romanización de Hispania

La conquista romana fue el proceso de dominio militar y control territorial de la Península Ibérica por parte de Roma. Este proceso se puede dividir en varias etapas clave:

  • Primera etapa (219-197 a.C.): El conflicto se inició cuando los cartagineses destruyeron Sagunto, ciudad aliada de Roma. Este evento desencadenó la II Guerra Púnica y marcó el comienzo de la intervención romana en la Península, inicialmente con el objetivo de cortar las líneas de suministro cartaginesas. En el 197 a.C., los romanos lograron expulsar a los cartagineses, asegurando su dominio en la costa mediterránea.
  • Segunda etapa (197-31 a.C.): Roma avanzó hacia el interior de la Península, enfrentándose y derrotando a diversos pueblos indígenas, como los lusitanos y los celtíberos, en guerras prolongadas y difíciles.
  • Tercera etapa (31-19 a.C.): Bajo el mandato de Augusto, se completó la conquista con el sometimiento de los pueblos del norte, cántabros y astures, asegurando así el control sobre importantes recursos mineros.

Una vez dominada militarmente, comenzó el proceso de romanización, es decir, la asimilación gradual de la cultura, lengua, leyes y formas de vida romanas por parte de los pueblos indígenas, integrándolos como ciudadanos del Imperio.

Manifestaciones de la Romanización

Este proceso transformador se manifestó principalmente en tres ámbitos:

  • Organización económica: Se implantaron y mejoraron los sistemas de explotación agrícola (trilogía mediterránea: trigo, vid y olivo) y minera, integrando la economía hispana en los circuitos comerciales del Imperio Romano.
  • Organización social: Se introdujo una estructura social jerarquizada, basada en criterios jurídicos y de riqueza, aunque progresivamente se fue extendiendo la ciudadanía romana a los habitantes libres de la Península.
  • Cohesión territorial y administrativa: Se estableció una división administrativa en provincias (como la Tarraconensis, Baetica y Lusitania) y se construyó una extensa red de calzadas que comunicaban las principales ciudades y facilitaban el control militar y el comercio.

Legado Romano

El legado de Roma fue fundamental y perdurable en Hispania. Destacan la imposición del latín como lengua común (origen del castellano y otras lenguas romances), la difusión del cristianismo (que se convertiría en religión mayoritaria) y la implantación del derecho romano, cuyas bases influyeron profundamente en la legislación posterior.

Invasiones Germánicas y el Reino Visigodo

Las Invasiones Germánicas

Aprovechando la creciente debilidad del Imperio Romano en el siglo V d.C., diversos pueblos germánicos, como los vándalos, suevos y alanos, cruzaron los Pirineos y penetraron en Hispania. Ante esta situación, el poder imperial romano solicitó la ayuda de otro pueblo germánico federado, los visigodos. Estos intervinieron militarmente, lograron expulsar a vándalos (que pasaron a África) y alanos, y arrinconaron a los suevos en la región de Gallaecia (actual Galicia).

Establecimiento del Reino Visigodo

Tras la caída definitiva del Imperio Romano de Occidente en el 476 d.C., los visigodos, que inicialmente habían establecido su reino con capital en Tolosa (sur de la Galia), fueron desplazados por los francos y consolidaron su poder en Hispania, estableciendo finalmente su capital en Toledo.

Características y Unificación

La monarquía visigoda se caracterizó por ser electiva, lo que provocó una notable inestabilidad política y frecuentes luchas internas por el trono. A pesar de ello, varios monarcas impulsaron un proceso de unificación en diversos ámbitos:

  • Unificación territorial: Impulsada por Leovigildo, quien combatió a suevos y bizantinos, y culminada por Suintila con la expulsión definitiva de estos últimos. Leovigildo también promovió la igualdad jurídica entre hispanorromanos y visigodos al derogar la prohibición de matrimonios mixtos.
  • Unificación religiosa: Lograda por el rey Recaredo en el III Concilio de Toledo (589), al abandonar el arrianismo (la fe cristiana de los visigodos) y adoptar el catolicismo, religión mayoritaria de la población hispanorromana.
  • Unificación legislativa: Conseguida bajo el reinado de Recesvinto, quien promulgó un código legal único para ambos pueblos, el Liber Iudiciorum o Fuero Juzgo (hacia 654).

Instituciones Visigodas

Las principales instituciones de gobierno del reino visigodo fueron:

  • Aula Regia: Asamblea de carácter consultivo, integrada por la alta nobleza y los principales funcionarios palatinos, que asesoraba al rey y tenía un papel relevante en la elección del sucesor. Su núcleo más influyente era el Officium Palatinum.
  • Concilios de Toledo: Asambleas eclesiásticas que, tras la conversión al catolicismo, adquirieron también una importante dimensión política, aprobando leyes de carácter civil y religioso.

Sociedad, Economía y Cultura Visigoda

El reino mantuvo la división administrativa romana en provincias, al frente de las cuales se situaba un dux (duque). La economía experimentó un proceso de ruralización, con un declive de la vida urbana y el fortalecimiento de los grandes latifundios, sentando algunas de las bases de la futura sociedad feudal.

En el ámbito cultural y artístico, el periodo visigodo legó importantes muestras de arquitectura religiosa, caracterizada por iglesias de pequeño tamaño y planta basilical o de cruz griega, como San Juan de Baños (Palencia) o San Pedro de la Nave (Zamora). También destacó la orfebrería, especialmente las coronas votivas como las encontradas en el tesoro de Guarrazar (Toledo).

Crisis y Fin del Reino Visigodo

El final del reino visigodo estuvo precipitado por su crónica inestabilidad política, derivada de la naturaleza electiva de la monarquía. Tras la muerte del rey Witiza en 710, estalló una violenta guerra civil por la sucesión entre los partidarios de su hijo Agila II y los que apoyaron la elección de Don Rodrigo. Según las crónicas, los rivales de Rodrigo solicitaron ayuda militar a los musulmanes establecidos en el norte de África. Esta intervención externa, iniciada en el año 711, derivó en una rápida conquista militar que puso fin al reino visigodo e inició la presencia islámica en la Península Ibérica.

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