Hegel: Determinismo, Contingencia y la Dialéctica de la Historia

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Una Mirada Histórica a la Filosofía de Hegel

Examinación Crítica de la Dialéctica Hegeliana, Determinismo y Contingencia

La filosofía de la historia propuesta por Georg Wilhelm Friedrich Hegel, filósofo e historiador, ha sido vista principalmente como teológica. Se ha especulado mucho que esta presunción filosófica proviene del contexto histórico de la vida de Hegel, ya sea negativamente a través de su miedo al Terror francés o positivamente de su dedicación a la tesis romántica de que la razón moldea el universo. Sin embargo, el compromiso de Hegel con la progresión de la dialéctica en el tiempo y el fin triunfante de la historia es a menudo interpretado como determinista y filosóficamente ahistórico. Tal lectura, argumentaré, sería un error.

Hegel como Determinista

No es difícil ver cómo surgió esta interpretación de Hegel. En la Fenomenología del Espíritu, Hegel abiertamente abraza el determinismo al declarar que la historia del mundo exhibe solo el plan de la Providencia. Desarrolla aún más esta creencia en su Introducción a la filosofía de la historia, explicando que, a la luz de esta idea divina, "la ilusión de que el mundo está loco o las locuras desaparecen". En verdad, en ningún punto de sus escritos Hegel parece dispuesto a matizar estas declaraciones dogmáticas. Es consistente en su aserción de que la historia sigue un camino específico, uno predeterminado por el movimiento con propósito del Espíritu a través del tiempo.

El Espíritu no se avienta a sí mismo en el juego externo de hechos al azar; al contrario, es lo que determina la historia absolutamente, y permanece firme contra hechos aleatorios, los cuales domina y explota para su beneficio. Cualquier análisis razonable de tales declaraciones solo podría resultar en una única conclusión: Hegel ve el curso de la historia como hechos fijos, inmutables.

A pesar de estas declaraciones aparentemente autoevidentes de determinismo absoluto, Hegel reconoce la existencia de circunstancias contingentes en el mundo. Determinó que los "hechos aleatorios" eran, de hecho, una parte de la historia, pero no los vio como un elemento activo o particularmente importante. No eran relevantes en términos de lo que realmente importa: el significado mismo de la historia.

En cierta medida, esta confusión puede rastrearse a las diferencias fundamentales entre filosofía e historia. Donde la filosofía trata principalmente de reglas universales y significados, la historia generalmente se aplica a períodos definidos de cambio o conflicto. La filosofía ve todas las cosas como si fueran esencialmente lo mismo; la historia aborda eventos como productos particulares en su tiempo y espacio. Y Hegel, un filósofo de la historia, es atrapado en medio de este espacio.

La tarea de Hegel se volvió aún más difícil por la cuestión de dónde buscar esta "verdad". Como filósofo de la historia, se enfoca principalmente en encontrar verdades básicas respecto a la naturaleza de la realidad. Debido a que busca primeros principios metafísicos, sus resultados no pueden juzgarse a través de fuentes externas o hechos objetivos, sino solo a través de la reflexión o inspiración individual. En contraste, se espera que el historiador se base casi completamente en hechos y evite la contaminación de "prejuicios". Las conclusiones acerca del significado histórico no provienen de nociones preconcebidas, sino de hechos y conexiones descubiertas a partir de los acontecimientos históricos. El abismo que separa estos dos enfoques difícilmente podría ser más dramático.

Al llegar a sus conclusiones, Hegel actuó mucho más como filósofo que como historiador. Su teoría, a pesar de estar comentada en hechos históricos, se basa en razonamiento deductivo y no inductivo.

El modelo hegeliano se abre a la crítica como una evaluación preconcebida (y por lo tanto desinformada) de los acontecimientos históricos mundiales. Pero, ¿hasta qué grado esta crítica daña a Hegel como filósofo de la historia? Si aceptamos los "primeros principios" metafísicos que él insinúa (los cuales no pueden ser desaprobados por "hechos"), su teoría ciertamente no necesita abarcar todos los fenómenos históricos para ser válida.

La pregunta entonces surge: ¿qué tan cercano debe una filosofía de la historia reflejar este alcance de los hechos mundiales para ser aceptable o útil?

La respuesta que Hegel da es que los hechos son importantes para la teoría, pero solo hasta un punto limitado. Como afirma en la Fenomenología, "el individuo tiene el derecho a demandar que la ciencia deba al menos proveerle con la escalera" a cualquier perspectiva filosófica. En otras palabras, los hechos objetivos deberían al menos servir de base a la teoría, ofreciendo evidencia empírica de su posible validez. Hegel reconoce el significado de eventos históricos, pero solo hasta donde dan evidencia para confirmar la filosofía subyacente.

El concepto de Hegel de "sentido de certidumbre" también es útil al abordar este punto. Justo como nuestros sentidos nos proveen con un nivel básico de realidad, también los hechos en la historia ofrecen ideas importantes respecto al propósito de la existencia. En ningún caso, sin embargo, son estos hechos omnipotentes o infalibles. En la experiencia de nuestro sentido de la vista, por ejemplo, algunas veces descubrimos que nuestras percepciones sensoriales nos engañan acerca de la realidad, como en un espejismo inducido por el calor. Aunque desconcertante, tales eventos no nos hacen preocupar acerca de si nuestros ojos podrán alguna vez percibir la realidad, solo nos fuerzan a reconocer la limitación de nuestro sentido de certidumbre. Hegel sugiere la misma respuesta para dilemas filosóficos. Si los hechos de la historia alguna vez fallan al igualar la teoría, no debemos abandonar el concepto en conjunto. Más bien, debemos preguntarnos si generalmente aprehende la realidad al nivel más básico. Si lo hace, la evidencia superficial o anecdótica en contrario no debería ser debilitante.

Los hechos de la historia, entonces, le importan a Hegel, pero solo en la medida en que no invaliden su sistema por completo.

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