Hedonismo y Eudemonismo: Dos Caminos Filosóficos hacia el Bienestar

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El Hedonismo: La Búsqueda del Placer

El placer es buscado por los seres humanos de manera natural: con nuestras acciones pretendemos conseguir placer y evitar dolor, por lo que el placer parece el bien más primario hacia el que tendemos. En efecto, ya desde la **Antigüedad** muchos han pensado que el fin último de nuestros actos es la obtención de **placer**, y por este motivo son denominados **hedonistas** (el término griego hedoné significa placer).

Los Cirenaicos: El Placer del Presente

Los **cirenaicos** (en honor a **Aristipo de Cirene**, fundador de la escuela) fueron los primeros en defender el hedonismo: el bien es el **placer** y el mal es el **dolor**. Puesto que el pasado ya no existe y el futuro es incierto, hay que buscar el placer del **presente**, aunque también se debe actuar con **previsión**, sabiendo elegir los placeres que no vayan seguidos de dolor y conservando el **autocontrol** para no convertirnos en esclavos de los placeres.

Los Epicúreos: La Tranquilidad como Placer Supremo

Los **epicúreos** también deben su nombre a su fundador, **Epicuro de Samos**. A diferencia de los cirenaicos, no consideran el placer como una sensación positiva, sino como **tranquilidad** consistente en la **ausencia de dolor**. De esta manera distinguen los **placeres estáticos** (tranquilidad, ausencia de dolor, no implican cambio alguno) y los **placeres cinéticos** (consisten en una variación del estado). Por ejemplo: cuando tenemos sed. El auténtico placer que debe ser perseguido es el **estático**, el estado normal y natural de **calma**. El placer estático del cuerpo es la **aponía**: la ausencia de malestar o **dolor corporal**. El placer en reposo del espíritu es la **ataraxia**, que es un estado mental caracterizado por la **ausencia de preocupación o ansiedad**.

Clasificación Epicúrea de Deseos y Placeres

Los epicúreos distinguen tres clases de **deseos** y tres clases de **placeres**:

  • En primer lugar, hay **deseos naturales y necesarios**, como la comida que alivia el hambre. Estos deben buscarse sin reservas, ya que satisfacen necesidades al eliminar el **dolor** y proporcionan así el **placer estático**.
  • En segundo lugar, se hallan **deseos naturales y no necesarios**, como los deseos sexuales. Estos producen placeres en movimiento, pero pueden conducir al dolor.
  • Por último, se encuentran los **deseos no naturales y no necesarios**, como la **fama** o el éxito. Estos deben evitarse siempre, porque a corto o largo plazo ocasionan **dolor**.

Deben preferirse los **placeres espirituales**, como la **amistad** o la **sabiduría**, porque son más tranquilos y duraderos que los placeres corporales y no ocasionan dolor. Este modo de conducirse en la vida permite alcanzar el ideal del **sabio**: la **autarquía**, es decir, la **independencia** y el **autodominio** de quien es dueño de sí mismo.

El Eudemonismo: La Felicidad como Fin Supremo

Hay placeres que conducen al **dolor** y son malos; por otra parte, la búsqueda del placer la compartimos con los animales, y el fin supremo del hombre debería consistir en algo específicamente humano.

Aristóteles y el Fin Último

Un filósofo moral clave fue **Aristóteles**, quien postuló que todo lo que hacemos es con vistas a un **fin**, para conseguir algo que consideramos bueno para nosotros. La mayoría de los fines que buscamos no los queremos por sí mismos, sino como medios para alcanzar otros fines (por ejemplo, el estudio del alumno para ser médico). La mayoría de los fines se subordinan a otros como medios que nos permiten alcanzarlos. A diferencia de los hedonistas, el **eudemonismo** considera que el fin último o bien supremo del hombre es la **felicidad** (eudaimonía, felicidad en griego).

La Virtud como Camino a la Felicidad

El ser humano realiza diversas actividades, como las **vitales** (relacionarse, alimentarse) o las **sensitivas** (desear, percibir). Las personas poseen la capacidad de orientar su vida de acuerdo con la **razón**. La actitud propiamente humana es la **acción racional**, y las maneras racionales de actuar en las diversas situaciones son las **virtudes** (areté: excelencia, desempeño excelente de alguna función o actividad).

La **felicidad** se alcanza por la práctica de la **virtud**, que para Aristóteles se trata de una **actitud adquirida** que consiste en elegir siempre el **justo medio** entre dos extremos opuestos que pecan por exceso o por defecto y que son los vicios (por ejemplo, la cobardía y la temeridad). La virtud sería, por ejemplo, la **valentía**. Tanto la **virtud** como el **vicio** son actitudes adquiridas mediante la práctica. Es fundamental comprender la **prudencia** como una virtud cardinal.

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