Hannah Arendt: Totalitarismo, Destrucción del Individuo y la Banalidad del Mal
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Hannah Arendt: Pensamiento y Crítica al Totalitarismo
Hannah Arendt es una de las filósofas más influyentes en el pensamiento del siglo XX. Se vio obligada a huir de la persecución nazi de su país. Su pensamiento no es solo una meditación sobre la catástrofe, sino una reflexión profunda sobre los condicionantes sociales y psicológicos que permitieron semejante barbarie. La ausencia de espíritu crítico, el exceso de individualismo y la desconexión del ciudadano con los poderes políticos pueden provocar la “banalización del mal”.
La Destrucción del Individuo en el Totalitarismo
En este fragmento, Arendt incide en la destrucción del individuo que se dio en la primera mitad del siglo XX como causa principal de la aceptación de la aniquilación de miles de seres humanos. Los puntos clave de esta destrucción son:
- Tras el asesinato de la persona moral y jurídica, se produce la destrucción de la individualidad.
- Debe haber razones psicosociales que expliquen por qué miles de personas aceptaron sin resistencia su aniquilación; es decir, la destrucción de la individualidad también destruye la capacidad de rebelarse.
- En esta situación, los seres humanos se comportan como marionetas que aceptan con resignación su destino.
- El triunfo del sistema totalitario consiste en que el individuo, destruido física y psicológicamente por las torturas o el miedo a sufrirlas, renuncia a sí mismo, a su propia identidad, a su vida.
- La violencia de las SS obedece a un plan: el dominio, control y sumisión al sistema.
Rasgos del Totalitarismo y la Banalización del Mal
Arendt, en este fragmento, analiza uno de los rasgos fundamentales del totalitarismo. Tanto en la Alemania nazi como en el comunismo ruso, se produjo un abandono de las leyes, dejando toda decisión en manos del líder; el control de la población mediante fuerzas de opresión; y la creación de enemigos y sospecha que enfrenta a la población. Esta situación conduce a la persecución, confinamiento y eliminación del colectivo señalado en campos de concentración y de exterminio.
Arendt afirma en su obra Los orígenes del totalitarismo: «El primer paso esencial en el camino hacia la dominación es acabar con el estado de derecho, con el imperio de la ley y colocar ciertas categorías de personas fuera de la protección de la ley». El siguiente paso es el asesinato de la persona moral en el hombre. Ello se realiza, en general, haciendo que sea imposible que alguien tenga un comportamiento moral. Si al final todo esto pasará y se olvidará, lo importante es sobrevivir como sea; cualquier decisión que se tome implica decidirse por el mal. El último paso es matar la individualidad de la persona humana, su creatividad, su capacidad de actuar, a través de métodos brutales de tortura, que anulan su capacidad de elegir sus propios actos. Los presos en los campos de concentración ya no tenían capacidad para rebelarse, renunciaban a sí mismos y a su identidad. Por eso, Arendt considera los totalitarismos como lo más malvado que ha existido en la historia.
Pero lo más horroroso de estos sistemas es que la sociedad donde se implantan termina por normalizar la situación; de ahí surge la expresión de Arendt de la “banalización del mal”: simplemente, han renunciado a su capacidad de pensar y aceptan el orden establecido.