La Guerra de Sucesión Española y el Establecimiento de los Borbones: Reformas del Siglo XVIII
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La Guerra de Sucesión Española y el Sistema de Utrecht (1700-1714)
Carlos II (1665-1700) fue el último rey de la dinastía Habsburgo en España. Antes de su muerte, ya se había planteado en Europa el problema de la sucesión al trono de España ante la ausencia de un heredero directo. Luis XIV de Francia pretendía el trono español para su nieto, Felipe de Anjou (futuro Felipe V de España). Por su parte, el emperador austriaco lo quería para su hijo, el Archiduque Carlos.
Carlos II nombró como su heredero a Felipe de Anjou en 1700, quien fue proclamado rey. Austria y sus aliados se opusieron a este nombramiento y pronto se inició la Guerra de Sucesión, que se desarrolló entre 1700 y 1714. Se trató de una guerra europea en la que se enfrentaron: Austria, Inglaterra, Holanda y Portugal, partidarios del Archiduque Carlos, contra Francia y España.
Al mismo tiempo, se puede hablar de una guerra civil en España entre los partidarios del Archiduque Carlos (principalmente la Corona de Aragón, que temía el centralismo al estilo francés) y los que apoyaban a Felipe (el resto de España).
En la Península Ibérica, las operaciones militares fueron en gran parte favorables a Felipe V, aunque el Archiduque Carlos desembarcó y se hizo fuerte en Cataluña. En Europa, las fuerzas estaban más equilibradas. Sin embargo, el curso de la guerra cambió en 1711 cuando, al morir el emperador austriaco, le sucedió en el trono su hijo Carlos. Ante esta situación, sus aliados dejaron de apoyarle por miedo a la creación de un nuevo y poderoso imperio austro-español.
Se firmó la Paz de Utrecht en 1713, que puso fin al conflicto internacional. Felipe V fue reconocido como rey de España, tras renunciar a sus derechos al trono francés y aceptar la pérdida de territorios en Europa, además de Menorca y Gibraltar. Inglaterra fue la gran favorecida, puesto que a los territorios obtenidos sumó privilegios comerciales en América y la hegemonía absoluta en los mares.
El Cambio Dinástico del Siglo XVIII: Las Reformas Borbónicas en España
Felipe V (1700-1746) impuso en España el modelo absolutista francés, que buscaba fortalecer aún más el poder de la Corona. El objetivo de las reformas llevadas a cabo fue extender las instituciones y leyes castellanas al resto del Estado, en lo que se denominó proceso de Uniformización.
Los Decretos de Nueva Planta
Dentro de este proceso se encuadran los denominados Decretos de Nueva Planta, que abolieron los fueros o leyes propias de los territorios de la Corona de Aragón. Asimismo, dejaron sin poder alguno a las Cortes y al Consejo de Aragón, que quedó supeditado al Consejo de Castilla (considerado el Tribunal Supremo).
Reorganización Administrativa Central
Por encima del Consejo de Castilla se situaba el poder del rey, quien intervenía y decidía en todos los asuntos de Estado. El rey estaba auxiliado por los Secretarios al frente de las Secretarías, que sustituyeron a los antiguos Consejos. Se crearon cinco Secretarías:
- Secretaría de Estado y Asuntos Extranjeros
- Secretaría de Justicia
- Secretaría de Guerra
- Secretaría de Marina e Indias
- Secretaría de Hacienda
Los Secretarios (antecedentes de los actuales ministros) eran nombrados y sustituidos directamente por el rey.
Reorganización Administrativa Territorial
Se eliminaron los antiguos Virreinatos y se dividió España en provincias. Al frente de cada una estaba un Capitán General, quien ejercía de gobernador. También se nombraron Intendentes, funcionarios que dependían directamente de la Corona, cuya función principal era recaudar impuestos e impulsar el desarrollo económico del país.