La Guerra de Independencia Española y las Cortes de Cádiz: El Nacimiento del Liberalismo

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El Levantamiento Popular y la Resistencia

Mientras Carlos IV y Fernando VII se encontraban en Bayona, en España estalló un levantamiento popular contra los franceses. Todo comenzó el 2 de mayo de 1808 en Madrid, donde el pueblo se rebeló contra las tropas de ocupación. Aunque la rebelión fue reprimida brutalmente, el ejemplo se extendió por todo el país. La resistencia popular sorprendió a los franceses, y en varias regiones surgieron Juntas para organizar la defensa, llenando el vacío de poder dejado por las abdicaciones. Estas guerrillas y la resistencia en ciudades lograron frenar el avance del poderoso ejército francés, a pesar de la debilidad del ejército español.

Afrancesados y Patriotas: La División de España

Durante la invasión francesa y la abdicación de los reyes, los españoles tuvieron que elegir bando:

  • Afrancesados: Una minoría de intelectuales, nobles y funcionarios que apoyaron a José Bonaparte porque les gustaban las reformas napoleónicas y pensaban que evitarían una revolución más radical. Al perder la guerra, muchos tuvieron que exiliarse.
  • Patriotas: La mayoría de la población que rechazó a los franceses, pero con posturas distintas:
    • Clero y nobleza: Querían restaurar el absolutismo de Fernando VII y proteger la tradición y la religión.
    • Algunos ilustrados: Vieron en la guerra una oportunidad para modernizar el país con reformas, aunque esperaban que Fernando VII las liderara al regresar.

Las Tres Etapas de la Guerra

La Guerra de la Independencia tuvo tres etapas principales:

  1. Resistencia popular (1808): Aunque Napoleón esperaba una conquista rápida, ciudades como Zaragoza, Girona y Tarragona resistieron largos asedios con bombardeos y hambre. La victoria española en la batalla de Bailén (julio de 1808) impidió la conquista de Andalucía, obligó a José I a abandonar Madrid y llevó a las tropas francesas a replegarse al norte del Ebro.
  2. Ocupación francesa (1808-1812): Napoleón llegó personalmente a España en otoño de 1808 con un gran ejército de 250,000 soldados. Logró ocupar Madrid y casi todo el territorio, pero la resistencia quedó en manos de las guerrillas, que hostigaban constantemente a los invasores.
  3. Derrota napoleónica (1812-1814): La campaña rusa debilitó a Napoleón, forzándolo a retirar tropas de España. Esto permitió a las fuerzas españolas, con apoyo británico liderado por Wellington, ganar la batalla de Arapiles (julio de 1812), expulsar a José I de Madrid y recuperar terreno. En 1813, Napoleón decidió negociar la paz (Tratado de Valençay) y las tropas francesas comenzaron a abandonar España, devolviendo el trono a Fernando VII.

El Contexto Político: Hacia el Liberalismo

Durante la guerra, la burguesía y los liberales vieron la oportunidad perfecta para cambiar el Antiguo Régimen por un sistema liberal con soberanía nacional, división de poderes y una constitución. Por otro lado, la mayoría del pueblo no tenía ideas políticas tan claras; simplemente querían echar a los franceses, traer de vuelta a Fernando VII y proteger el poder de la Iglesia. Irónicamente, su lucha contra José Bonaparte los llevó a actuar de forma casi revolucionaria.

Las Consecuencias de la Guerra

La guerra fue brutal y destruyó todo: tierras, ciudades, y mucha gente murió (en algunas zonas hasta la mitad de la población). Guerrillas y ejércitos saqueaban lo que podían, los franceses implementaron nuevos impuestos, y la natalidad cayó. La economía quedó arrasada: los cultivos, la industria y el comercio se hundieron; incluso sacrificaron ovejas para comer. Al final, el país quedó con una deuda gigantesca e ingresos muy bajos, sobre todo por la independencia de las colonias.

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

En plena guerra, la Junta Central intentó organizar el país convocando Cortes para elegir diputados y discutir reformas. La gente culpó a Carlos IV y pidió limitar el poder del rey. La Junta no aguantó las derrotas y fue sustituida por una regencia en 1810, que logró reunir a 300 diputados en Cádiz para las primeras Cortes. Allí, los liberales marcaron un antes y un después: declararon que las Cortes representaban al pueblo, aprobaron la división de poderes, la libertad de imprenta y la igualdad de todos ante la ley, eliminando privilegios. Fue un paso revolucionario.

Las Cortes de Cádiz crearon la Constitución de 1812, “la Pepa”, un texto clave que impulsó el modelo liberal. Además, aprobaron leyes para acabar con el Antiguo Régimen: eliminaron los señoríos jurisdiccionales, los mayorazgos, la Inquisición y los gremios; desamortizaron tierras comunales para pagar deudas; y establecieron libertad de imprenta, contratación y mercado. Todo esto aprovechando el caos de la guerra, pero casi nada se aplicó porque el conflicto lo impidió, y con la vuelta de Fernando VII se restauró el absolutismo.

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