La Guerra de las Galias: Campaña contra los Helvecios
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La Guerra de las Galias: Campaña contra los Helvecios
7. César acude rápidamente para impedir el paso por la región de los Alobroges
Habiéndose anunciado a César que los helvecios intentaban avanzar por la provincia romana, se apresura a salir de Roma y se dirige a marchas forzadas a la Galia Ulterior, llegando a Ginebra. Exige a toda la provincia el mayor número de soldados (había en total en la Galia Ulterior una sola legión) y manda que el puente que había junto a Ginebra sea cortado.
Cuando los helvecios se enteraron de la llegada de César, enviaron como legados a los más nobles de su ciudad: Nameyo y Verucleo, quienes ocupaban el primer puesto en esta embajada, dijeron que tenían intención de avanzar por la provincia sin ningún perjuicio, porque no tenían ningún otro camino.
César, como tenía en la memoria que el cónsul Casio había sido matado y su ejército derrotado y obligado por los helvecios a pasar por el yugo, pensó que no había que concederles el paso. Sin embargo, para poder ganar tiempo mientras llegaban los soldados que había mandado reunir, contestó a los embajadores que se tomaría un tiempo para pensarlo.
8. César fortifica el lugar y los helvecios intentan atravesar el río Ródano
Entre tanto, con la legión que llevaba consigo y con los soldados que habían venido desde la provincia, fortificó el territorio desde el lago Lemán, que desemboca en el río Ródano, hasta el monte Jura, que separa los territorios de los secuanos de los helvecios. Construye un muro de 19.000 pasos de largo por 16 pies de alto y una fosa.
Acabada esta obra, dispone fortificaciones y construye castilletes para que pueda prohibir el paso más fácilmente. Cuando llega el día que había señalado a los legados y estos vuelven, niega que él, siguiendo la costumbre del pueblo romano, pueda dar paso a alguien por la provincia y manifiesta que si intentan hacer violencia, se lo impedirá.
Los helvecios, frustrados en su esperanza, rechazados por la fortificación de la obra y por la presencia y los dardos de los soldados, desisten de este intento.
9. Los secuanos permiten el paso por su territorio a los helvecios
Quedaba una sola vía a través de los secuanos. No pudiendo persuadirlos por su propia voluntad, César envía mensajeros a Dumnorix, el heduo. Dumnorix era amigo de los helvecios y tenía gran influencia entre los secuanos, por lo que consigue que estos permitan el paso de los helvecios por su territorio.
10. César, preocupado por la dirección que toman los helvecios, vuelve a Roma en busca de más legiones y regresa a la Galia
César, por estas causas, deja a cargo de la fortificación que había hecho al legado Tito Labieno. Él en persona se dirige a Italia a marchas forzadas y allí alista dos legiones y a tres que pasaban el invierno alrededor de Aquilea, las saca del campamento de invierno y por donde había un camino más corto a la Galia Ulterior a través de los Alpes, con estas cinco legiones, una vez ocupado los lugares más altos, intenta impedir el paso al ejército.
Golpeados en estos combates por Ocelo, que es el extremo de la provincia Citerior, llega a los territorios de los voconcios de la provincia Ulterior en siete días; desde allí a los territorios de los alóbroges y de los alóbroges lleva el ejército a los segusiavos. Estos son los primeros fuera de la provincia al otro lado del Ródano.
11. Los helvecios llegan a la región de los heduos y la arrasan
Los helvecios ya habían pasado sus tropas por los desfiladeros y los territorios de los secuanos y habían llegado a los territorios de los heduos y devastaban sus campos. Los heduos, como no pudieron defenderse ellos mismos ni sus posesiones, envían legados a César para pedir auxilio.
12. Enterado César de que están cruzando el río Saona, se dirige al lugar y acaba con parte de su ejército
El Saona es un río que, cruzando los territorios de los heduos y los secuanos, desemboca en el Ródano con increíble lentitud. Los helvecios lo cruzaban en balsas y barcazas.
Cuando César se entera por los exploradores de que los helvecios habían pasado tres cuartas partes de las tropas al otro lado del río y que quedaban a este lado del río Saona solo una cuarta parte, a partir de la tercera vigilia, saliendo del campamento con tres legiones, llegó a esta parte que todavía no había cruzado el río. Atacando a estos cargados de equipaje y desprevenidos, mató a una gran parte de ellos; los restantes se dieron a la fuga y se escondieron en los bosques cercanos.
Esta aldea se llamaba Tigurino; en efecto, toda la nación helvecia está dividida en cuatro aldeas. Esta sola aldea, habiendo salido de su territorio en la época de nuestros antepasados, había matado al cónsul Lucio Casio y había puesto bajo el yugo a su ejército.
Así pues, bien por casualidad, bien por voluntad de los dioses, aquella parte del pueblo helvecio que había causado una gran derrota al pueblo romano, recibió el castigo la primera. Con este hecho, César no solo vengó las ofensas públicas, sino también las privadas, porque los tigurinos habían matado al abuelo de su suegro, Lucio Pisón, en el mismo combate en el que habían matado a Casio.