Guerra Civil Española: Orígenes, Fases Clave y el Fin de la Democracia

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La Guerra Civil Española (1936-1939): La Destrucción de la Democracia

La Guerra Civil en España fue el resultado de las fuertes tensiones sociales que existían en el país, aunque no se puede olvidar que este conflicto está en relación con la época de enfrentamientos vivida en Europa en el periodo de entreguerras, cuando se produjo el ascenso del fascismo y la crisis de las democracias.

La Guerra Civil supuso el estallido de un ambiente de crispación debido a las fuertes tensiones sociales producidas por el atraso económico del país, la injusticia social y la desigual distribución de la riqueza. Cuando en 1931 se proclamó la República, las masas irrumpieron en la vida política, al reconocerse el sufragio universal masculino y femenino. Esto significaba que los intereses de los grupos mayoritarios de la sociedad tenían que empezar a ser tenidos en cuenta. Durante sus dos primeros años, la República emprendió un proyecto modernizador en lo político, lo militar, lo educativo y lo económico, e intervino para corregir la injusta desigualdad social. Sin embargo, en los dos años siguientes, los diferentes gobiernos derechistas se dedicaron a paralizar y desmontar todas las reformas puestas en marcha, lo que supuso la radicalización de la izquierda. En febrero de 1936 se celebraron elecciones que dieron nuevamente el triunfo a las izquierdas, agrupadas en el Frente Popular, por lo que las reformas se reanudaron. Ante el miedo a perder su posición de privilegio, la derecha comenzó a conspirar para acabar con la democracia. Esto dio lugar a la preparación de un golpe de Estado, que fracasó parcialmente al no triunfar los sublevados en las principales ciudades del país. Fue esta situación la que motivó el inicio de la Guerra Civil.

El objetivo fundamental de la sublevación militar era acabar con el proyecto modernizador de la República, es decir:

  • Acabar con la democracia.
  • Defender los intereses de la Iglesia, de la patronal agraria y de la patronal industrial.
  • Imponer la supremacía del ejército sobre el poder civil.
  • Suspender el proceso de descentralización del Estado.

La República fue defendida por los partidos de izquierda y por las organizaciones obreras. El bando sublevado representaba a los grandes propietarios agrarios, al gran capital (formado por financieros y grandes propietarios industriales) y al mundo rural católico tradicional (formado por los pequeños propietarios campesinos castellanos). Los miembros de las clases medias, en general, se adhirieron a uno u otro bando dependiendo de su ubicación geográfica: en el territorio sublevado se sumaron a Falange y en el republicano al Partido Comunista o a la CNT.

El Desarrollo del Conflicto

El Alzamiento: División en Dos Zonas

El Alzamiento se inició en el Marruecos español el 17 de julio de 1936, bajo la dirección del general Franco. El día 18 se produjeron los primeros focos de sublevación en la Península, en Valladolid y Sevilla, extendiéndose después la sublevación hacia Zaragoza y demás capitales aragonesas, además de Navarra, por la acción del general Mola. La rebelión se extendió rápidamente por toda la Submeseta Norte.

En las zonas donde triunfó el alzamiento, el modo de insurrección fue muy similar, ya que respondía a un plan general. Las guarniciones militares se sublevaron apoyadas por la Guardia Civil y por los grupos paramilitares de Falange. El militar designado como dirigente en cada ciudad, seguido por fuerzas a su mando, detenía a los jefes y oficiales leales a la República, algunos de los cuales eran fusilados. Después se aseguraba la ocupación de los edificios y centros más importantes. Se proclamaba el estado de guerra, que dejaba todo el poder en manos de los militares. También se detenía al alcalde y concejales si eran del Frente Popular y, en las capitales de provincia, al gobernador civil, así como a los dirigentes sindicales y políticos de izquierdas. En las zonas en las que triunfó el alzamiento, la resistencia obrera fue inútil, ya que los grupos de trabajadores carecían de armas. Muchos de los que se oponían al alzamiento eran fusilados públicamente como escarmiento a la población. En conclusión, puede decirse que el alzamiento triunfó en la zona oeste peninsular, con la excepción del sur de Extremadura, además de Navarra y Aragón occidental. Por el contrario, fracasó en Madrid (capital del Estado y objetivo fundamental de los rebeldes), en el norte (País Vasco, Santander y Asturias), en Badajoz y en la zona centro y del este (Cataluña, parte oriental de Aragón, Valencia, Castilla-La Mancha y Andalucía oriental, con la excepción de Granada). Desde el momento en que la sublevación se convirtió en guerra civil y hasta su finalización, podemos distinguir cuatro grandes etapas que desarrollaremos a continuación:

El Avance Rebelde hacia Madrid (Julio – Diciembre de 1936)

Esta primera fase de la guerra, conocida como «guerra de columnas» o «fase miliciana», finalizó con el fracaso de los sublevados en su intento de tomar Madrid. Después de cruzar el Estrecho de Gibraltar, las tropas de África consiguieron enlazar con la zona sublevada del norte tras vencer la resistencia de Badajoz, donde se produjo una tremenda represión una vez que la ciudad fue tomada por los sublevados. En septiembre, Franco ocupó Toledo y puso fin al cerco del Alcázar. A finales de octubre, los militares sublevados estaban a las puertas de Madrid. Como la conquista de la capital podía ser inminente, los republicanos se movilizaron para defenderla. A principios de noviembre, el Gobierno republicano se trasladó a Valencia, dejando la ciudad en manos de una Junta de Defensa presidida por el general Miaja. Madrid fue intensamente bombardeado, pero resistió el ataque, gracias también a la llegada de las primeras Brigadas Internacionales y de una columna anarquista al mando de Durruti desde Barcelona. En esta primera fase de la guerra, las tropas republicanas estaban compuestas en gran parte por milicianos, es decir, voluntarios civiles que formaban milicias de partidos políticos y sindicatos.

Las Batallas en Torno a Madrid y la Ocupación del Norte (Diciembre 1936-Octubre 1937)

En esta segunda fase se produjo la regularización de ambos ejércitos, especialmente del republicano con la creación del Ejército Popular de la República, lo que supuso militarizar la mayoría de las milicias de organizaciones obreras. Franco también militarizó a sus voluntarios, es decir, a los requetés y a los falangistas. Como fracasaron en su intento de tomar Madrid, los sublevados intentaron aislar la ciudad rodeándola y cortando sus comunicaciones con el este. Para esto tuvo lugar la Batalla del Jarama en febrero de 1937, pero los republicanos consiguieron detener esta ofensiva. También en febrero de 1937 cayó en manos de los sublevados la ciudad de Málaga, lo que provocó la huida de miles de personas que temían la represión franquista por la carretera costera que une Málaga y Almería, uno de los mayores éxodos de civiles en la Guerra Civil. Esto se conoce como «La Desbandá». Estas personas fueron bombardeadas y ametralladas desde el mar y por el aire, provocando miles de muertos en una de las peores masacres de la Guerra Civil. En marzo de 1937, el ejército republicano reconquistó la ciudad de Guadalajara, que estaba en manos de las tropas fascistas italianas aliadas de Franco. Esta fue la primera victoria republicana de importancia. A partir de marzo de 1937, Franco cambió de estrategia. Abandonó el ataque a Madrid y decidió ocupar la zona norte que aún estaba en manos de los republicanos. Así, entre abril y octubre de 1937 cayeron Guipúzcoa, Vizcaya, Santander y Asturias. En esta campaña, el 26 de abril fue arrasada la ciudad vasca de Guernica por la aviación nazi, pero por orden del Cuartel General de Franco. La caída del norte supuso que esta zona industrial y minera pasase a manos de los sublevados, lo que debilitó aún más a la República.

Además, miles de personas huyeron de la represión refugiándose en otras zonas todavía en manos de la República.

El Avance hacia el Mediterráneo (Noviembre 1937-Junio 1938)

A finales de 1937 se intentó reestructurar el ejército republicano para dotarlo de mayor eficacia y se puso bajo el mando de un gran general, Vicente Rojo, el defensor de Madrid. El nuevo ejército republicano intentó tomar la iniciativa desencadenando diversas ofensivas como la Batalla de Teruel, ciudad que fue ocupada por los republicanos hasta febrero de 1938. En esta fecha se inició una contraofensiva del ejército de Franco que le permitió conquistar Aragón y llegar hasta Castellón, quedando de esta forma dividido en dos el territorio republicano. El avance del ejército franquista quedó detenido cuando el ejército republicano, que había recibido nuevo armamento y mejorado sus unidades, desencadenó un gran ataque sobre el río Ebro en la provincia de Tarragona en julio de 1938.

La Batalla del Ebro y el Fin de la Guerra (Julio 1938-Abril 1939)

La Batalla del Ebro fue el último gran esfuerzo republicano por ganar la guerra. Sin embargo, el ejército republicano acabó siendo derrotado en esta batalla y el desgaste sufrido fue enorme. Además, las penurias cada vez mayores que se vivían en la retaguardia y las pocas esperanzas de éxito aumentaban el cansancio de la guerra. A finales de 1938 comenzó la ofensiva del ejército franquista sobre Cataluña. En enero de 1939, unas 400.000 personas huyeron a Francia por temor a la represión franquista y se instalaron en campos de refugiados.

La falta de éxitos militares favoreció el desgaste del Gobierno republicano. El presidente del Gobierno, el socialista Juan Negrín, apoyado por los comunistas, mantuvo la resistencia hasta abril de 1939, pero ya sin esperanzas de ganar la guerra. Solo el estallido de la SGM podría salvar a la República, pero esta no se inició hasta septiembre de 1939. En los últimos meses, la máxima preocupación de Negrín y su Gobierno era conseguir negociar con Franco una paz con condiciones, pero esto resultó imposible. Desde mayo del 38, Franco había restablecido la pena de muerte con vistas a la posguerra y también con este fin se decretaría en febrero de 1939 la «Ley de Responsabilidades Políticas». Lo que Franco quería era la aniquilación total de la II República.

Por fin, la guerra terminó el 1 de abril de 1939. El final de la guerra no trajo la paz, sino la victoria, lo que supuso la destitución, persecución y eliminación de los vencidos.

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