La Guerra Civil Española: Orígenes, Desarrollo y Desenlace del Conflicto

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Orígenes y Causas Fundamentales de la Guerra Civil Española

La Guerra Civil Española (1936-1939) constituyó una profunda tragedia para España, y la explicación de sus múltiples y complejas causas requiere considerar factores de largo y corto plazo. Estas se pueden agrupar en dos categorías principales: causas remotas y causas próximas.

Causas Remotas

  • La peculiar evolución de la revolución liberal en España, caracterizada por una persistente polarización entre dos bloques ideológicos antagónicos, la continua injerencia de los militares en la vida política y un sistema que históricamente marginó a vastos sectores de la población.
  • La mentalidad y actitud de una parte influyente del ejército, de marcado carácter conservador, que frecuentemente se opuso a las reformas progresistas y tendió a intervenir en política para salvaguardar sus intereses y una visión tradicional de España.
  • La creciente influencia en el contexto internacional de ideologías enfrentadas como el comunismo, el fascismo y el anarquismo, que exacerbaron las tensiones políticas y sociales internas.

Causas Próximas

  • La severa crisis socioeconómica internacional de la década de 1930, conocida como la Gran Depresión, que agravó los problemas estructurales de la economía española, disparando el desempleo y el descontento social.
  • La acción desestabilizadora del anarcosindicalismo radical, particularmente visible en la postura de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), que rechazaba frontalmente lo que consideraba una "república burguesa" y abogaba por la revolución social.
  • La profunda división interna del socialismo español, con una significativa radicalización de un sector del PSOE (Partido Socialista Obrero Español) y la UGT (Unión General de Trabajadores), que contemplaba vías revolucionarias.
  • La actitud conspirativa y golpista de importantes facciones de la derecha política, económica y militar, que nunca aceptaron plenamente el régimen de la Segunda República y buscaron activamente su derrocamiento por la fuerza.
  • El alarmante incremento de la conflictividad social y política, que se manifestó en numerosas huelgas, violencia callejera, enfrentamientos armados y una polarización extrema de la sociedad española.

La Conspiración Militar y el Estallido del Conflicto

El golpe de Estado de julio de 1936 fue la culminación de, al menos, dos procesos insurreccionales convergentes.

Por un lado, ciertos grupos de la extrema derecha venían promoviendo una solución militar a la situación política desde años atrás. Por otro lado, un sector significativo del ejército, profundamente descontento con el rumbo que estaba tomando el régimen republicano, nunca abandonó por completo la idea de llevar a cabo un pronunciamiento militar para reconducir la situación según sus postulados.

La posibilidad de un golpe militar se había barajado desde los inicios de la Segunda República. Sin embargo, la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 actuó como un catalizador definitivo, impulsando a los sectores más indecisos del ejército y de la derecha a sumarse activamente a la conspiración.

La trama conspirativa se aceleró tras el asesinato del destacado político derechista José Calvo Sotelo el 13 de julio de 1936. El general Emilio Mola, conocido como "el Director" de la conspiración, dio la orden para iniciar el alzamiento. El 17 de julio de 1936, la sublevación militar comenzó en el Protectorado español de Marruecos.

Al día siguiente, el 18 de julio, el general Francisco Franco partió desde las Islas Canarias y se puso al frente del sublevado Ejército de África en Marruecos, una fuerza de choque crucial para los planes de los golpistas.

Aunque los militares sublevados esperaban que el golpe de Estado fuera rápido y contundente, pronto se hizo evidente que sus planes habían fracasado parcialmente. Si bien la sublevación triunfó en importantes zonas del país (como Navarra, Castilla la Vieja, Galicia, parte de Aragón y Andalucía Occidental), amplios e importantes territorios, incluyendo las principales ciudades industriales y la capital, Madrid, permanecieron leales a la República. Este fracaso parcial del golpe explica que la intentona militar desembocara directamente en una cruenta y prolongada Guerra Civil.

Desarrollo Bélico de la Guerra Civil Española

Durante la mayor parte del conflicto, los sublevados, autodenominados "bando nacional", llevaron la iniciativa militar. El desarrollo de la guerra puede dividirse, a grandes rasgos, en tres fases principales:

Fase 1: Los Primeros Meses y la Lucha por Madrid (Julio 1936 - Marzo 1937)

El objetivo primordial de los sublevados en los primeros meses fue la rápida conquista de Madrid, la capital. Para ello, el general Mola organizó el envío de columnas militares desde Pamplona y otras zonas del norte, mientras otras fuerzas avanzaban desde el sur de España, lideradas inicialmente por el general Queipo de Llano y posteriormente reforzadas por el Ejército de África bajo el mando de Franco. La toma de Badajoz en agosto de 1936 fue estratégica, ya que permitió enlazar las zonas controladas por los sublevados en el norte y el sur, facilitando un avance más coordinado hacia Madrid.

A pesar de los feroces combates y el asedio, Madrid resistió heroicamente bajo el lema "¡No pasarán!". Ante la creciente amenaza sobre la capital, el gobierno republicano, presidido por Manuel Azaña, decidió trasladarse a Valencia en noviembre de 1936 por motivos de seguridad.

Fase 2: La Guerra de Desgaste y la Batalla del Norte (Abril 1937 - Noviembre 1938)

Tras el fracaso en la toma rápida de Madrid, el general Franco, ya erigido como Jefe del Estado y Generalísimo del bando sublevado, optó por una estrategia de guerra de desgaste. Esta fase se caracterizó por la consolidación paulatina de los territorios conquistados, la eliminación sistemática de la oposición en la retaguardia y el aseguramiento del control político y social sobre sus habitantes.

En el frente norte, uno de los episodios más trágicos y simbólicos fue el bombardeo de Guernica (Vizcaya) por la Legión Cóndor alemana, aliada de Franco, el 26 de abril de 1937. Este acto de terror aéreo tuvo un enorme impacto internacional. La posterior ocupación militar de las provincias vascas (Vizcaya y luego Guipúzcoa, que ya había caído) permitió a las tropas franquistas concentrar sus esfuerzos y acabar con los últimos focos de resistencia republicana en Santander (agosto de 1937) y Asturias (octubre de 1937), completando la conquista de la franja cantábrica.

Posteriormente, la ofensiva franquista sobre Aragón, iniciada en marzo de 1938, culminó con la llegada de sus tropas al mar Mediterráneo por Vinaroz (Castellón) en abril de 1938. Este avance dividió en dos el territorio aún controlado por la República, aislando a Cataluña del resto de la zona leal (Valencia y la zona centro-sur). Este hecho supuso un durísimo golpe estratégico y moral para el bando republicano.

Fase 3: La Ofensiva Final y la Caída de la República (Diciembre 1938 - Abril 1939)

Tras la sangrienta y decisiva Batalla del Ebro (julio-noviembre de 1938), donde el ejército republicano agotó sus últimas reservas estratégicas en un intento desesperado por revertir la situación, sus fuerzas quedaron críticamente diezmadas y desmoralizadas. Esta derrota facilitó la ofensiva final de las tropas franquistas sobre Cataluña, que fue conquistada entre diciembre de 1938 y febrero de 1939. El presidente de la República, Manuel Azaña, junto con numerosos miembros del gobierno, parlamentarios y miles de combatientes y civiles, emprendieron el camino del exilio, principalmente hacia Francia.

El colapso final de la República se precipitó en marzo de 1939 con la caída de Madrid y las últimas zonas que aún resistían en el centro y levante peninsular. En esos mismos días finales, se vivieron escenas dramáticas, como la de unas 15.000 personas que buscaban desesperadamente embarcar en el puerto de Alicante para huir a un lugar seguro y escapar de la represión, pero la inmensa mayoría no lo consiguió, quedando atrapadas.

El 1 de abril de 1939, el general Franco emitió el último parte de guerra desde Burgos, declarando oficialmente el fin del conflicto y su victoria: "En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado". Se iniciaba así una larga dictadura.

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