Guerra Civil Española: Desarrollo, Bandos y Consecuencias (1936-1939)
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Desarrollo de la Guerra Civil Española (1936-1939)
La Guerra Civil Española fue un conflicto bélico que se desarrolló en España entre el 17 de julio de 1936 y el 1 de abril de 1939. Enfrentó al bando republicano, defensor del gobierno legítimo de la Segunda República, y al bando sublevado, liderado por el general Francisco Franco. El apoyo internacional fue crucial, con la intervención de la Alemania nazi y la Italia fascista a favor de los sublevados, y de la Unión Soviética y las Brigadas Internacionales a favor de la República. Portugal, bajo el régimen de Salazar, también apoyó indirectamente a los sublevados, permitiendo el paso de suministros a través de su frontera.
Etapas de la Guerra Civil
1. La Guerra de Columnas (julio-noviembre de 1936)
En esta fase inicial, los republicanos formaron columnas de milicianos, tropas voluntarias inexpertas de los partidos y sindicatos de izquierda, armadas por el gobierno y dirigidas por jefes no profesionales. Los rebeldes, por su parte, movieron sus tropas con el objetivo de llegar a Madrid, capital y eje de la resistencia republicana. Las columnas enviadas por el general Mola desde Navarra fueron detenidas en la sierra al norte de Madrid. El ejército africano de Franco y Yagüe avanzó desde Sevilla, ocupando rápidamente Extremadura, tomando Badajoz y Talavera, en el valle del Tajo. Franco decidió retrasar su avance sobre Madrid para liberar el Alcázar de Toledo, cuya resistencia se convirtió en un símbolo para los sublevados. Las tropas de Mola tomaron Irún, cerrando la frontera con Francia a los republicanos. San Sebastián se rindió poco después, el 13 de septiembre.
2. La Batalla de Madrid (noviembre de 1936 - marzo de 1937)
Las fuerzas sublevadas, dirigidas por el general Varela, llegaron a las afueras de Madrid. El Gobierno republicano se trasladó a Valencia y dejó una Junta de Defensa presidida por el general Miaja, a quien se le encomendó la defensa de la ciudad. Se hizo necesario crear un ejército popular disciplinado, una idea de los comunistas apoyada por los republicanos y los militares profesionales. El comandante Rojo, con la ayuda de la URSS, de las primeras Brigadas Internacionales y de la columna anarquista de Durruti, detuvo un primer ataque en la Ciudad Universitaria. Bombardeada desde el aire, la capital resistió heroicamente los ataques casi tres años, lo que levantó la moral de los madrileños, al grito de "¡No pasarán!" de La Pasionaria. Franco decidió cercar la ciudad en un ataque conjunto: los sublevados desde el sur, en la batalla del Jarama (febrero), y los italianos por el norte, en la batalla de Guadalajara (marzo), que acabaron en sendos fracasos.
3. La Campaña del Norte (marzo de 1937 - octubre de 1937)
Mola concentró un gran ejército para atacar el norte, aislado del resto del territorio republicano y de gran riqueza minera e industrial. La Legión Cóndor bombardeó Guernica en abril, la primera acción militar contra una población civil desarmada, que se convirtió en un símbolo para los republicanos. Bilbao cayó en junio, luego Santander y Asturias en octubre, finalizando así la toma de la cornisa cantábrica. Los sublevados controlaron zonas industriales y mineras de importancia decisiva. El ejército republicano realizó dos grandes operaciones ofensivas de distracción en otros frentes para retrasar el avance franquista desde el norte: Brunete (Madrid, julio) y Belchite (Zaragoza, agosto). Ambas fracasaron. Consiguieron tomar Teruel (invierno de 1937-38) en unas adversas condiciones climáticas, pero sólo durante un mes.
4. La Batalla del Ebro y la Toma de Cataluña (marzo de 1938 - febrero de 1939)
Avanzando hacia el Mediterráneo y Cataluña, Franco desencadenó una fuerte ofensiva en el frente de Aragón, llegando a Vinaroz (Castellón) en abril de 1938. El territorio republicano quedó partido en dos y Cataluña aislada. En julio de 1938, el ejército republicano lanzó una gran ofensiva inesperada, dirigida por el general Rojo, y logró cruzar el Ebro. La batalla del Ebro fue la más larga y sangrienta de la guerra; dejó más de 100.000 bajas y duró hasta noviembre de 1938. Franco, que disponía de superioridad en artillería y aviación, rechazó el ataque y alargó innecesariamente la guerra con la estrategia de destrozar por completo a las tropas enemigas. En noviembre, los republicanos volvieron a cruzar el Ebro y Franco conquistó rápidamente Cataluña, lo que supuso un desastre económico para los republicanos, que perdieron más del 50% de su producción industrial. Barcelona cayó en enero de 1939. Las tropas franquistas alcanzaron la frontera persiguiendo a los que intentaban huir a Francia.
5. El Final de la Guerra (febrero de 1939 - abril de 1939)
La guerra estaba prácticamente ganada por los sublevados. Ya sólo resistían Madrid, Valencia, Alicante, Murcia y Almería. El gobierno de Negrín, apoyado por los comunistas, quiso continuar la resistencia a la espera de que estallara la inminente guerra europea, pero el ejército estaba muy desmoralizado. El coronel Casado se sublevó en Madrid, intentando negociar la derrota con Franco, pero éste exigió la rendición incondicional. El 28 de marzo, Casado capituló y las tropas franquistas entraron en Madrid, y el 30 en Alicante. La guerra acabó el 1 de abril de 1939. Franco estableció su dictadura personal.
Los Bandos Enfrentados
Zona Republicana
Desde el principio, a esta zona le faltó unidad política. El Gobierno de la República, presidido por José Giral, carecía de autoridad. Las milicias obreras y campesinas, armadas, formaron comités con total independencia del gobierno. Estalló una revolución social espontánea, liderada por los sindicatos UGT y CNT, que realizaron incautaciones y colectivizaciones de servicios públicos, fábricas y tierras. Durante un breve periodo, comenzó una indiscriminada represión sobre personas de derechas, terratenientes y curas principalmente, que el gobierno no pudo controlar. El terror popular asustó a la burguesía y desacreditó a los republicanos ante los países democráticos.
Zona Nacionalista
La ventaja del bando sublevado frente a los republicanos fue su unidad, simbolizada por la creación de la Junta de Defensa de Burgos, bajo la presidencia del general Cabanellas. Políticamente, los sublevados carecían de un proyecto propio definido, aunque eran mayoritariamente personas de derechas, centralistas y autoritarias, pero todos tenían claro que su supervivencia dependía de ganar la guerra. El general Franco consiguió que la Junta, reunida en Salamanca, le nombrara jefe del Estado y Generalísimo de los ejércitos el 29 de septiembre de 1936. Franco montó su cuartel general en Salamanca. Tras la muerte de Mola, poco a poco fue concentrando el poder y edificando su nuevo Estado como una dictadura personal.