El Guardador de Rebaños: Poema 2 de Alberto Caeiro - Una Oda a la Naturaleza y los Sentidos
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El poema número 2 de El Guardador de Rebaños (1911-12), de Alberto Caeiro, es una de las piezas más representativas de este poemario. En él, Caeiro expone su ideología: la entrega al goce y la observación de la naturaleza, el cuestionamiento del sentimentalismo, el intelectualismo y la filosofía. Refleja el estoicismo que lo caracteriza: cree en el mundo porque lo ve y lo comprende, asimismo, porque no ve más allá del objeto. Se manifiesta como el poeta de los sentidos: “Yo no tengo filosofía: tengo sentidos…”
Estructura Interna y Progresión Temática
Internamente, el poema se puede distribuir en tres partes, correspondientes a cada una de las estrofas, y dos versos a modo de conclusión o cierre. Temáticamente, se observa una progresión ascendente en el mismo.
- Primera estrofa: El poeta se define como un hombre que mira atentamente el mundo que lo rodea, como un girasol, y se asemeja a un niño cuando nace. Aparece la idea de inocencia, la cual, según el último verso del poema, solo se puede alcanzar si no se piensa.
- Segunda estrofa: Manifiesta la actitud estoica de creer en el mundo simplemente porque lo ve. Defiende la idea de que pensar es no comprender; por lo tanto, solo hay que mirar y asentir con lo que te rodea.
- Tercera estrofa: Declara su “no filosofía”, puesto que lo único que importa son los sentidos. Se ama de forma intuitiva, sin pensar y sin saber por qué.
- Conclusión: El poema concluye con dos versos que identifican el amar con la inocencia, y esta con el no pensar. Estas dos reflexiones son la consecuencia de las ideas expresadas anteriormente.
Recursos Estilísticos
Como poeta de la naturaleza, de lo bucólico, Caeiro comienza con un símil: “Mi mirada es nítida como un girasol”. Dos palabras importantes: mirada (sentido) y girasol (naturaleza), junto al adjetivo nítida, que podemos relacionar con inocencia por su connotación de limpia, sin tapujos. Se identifica igualmente con un recién nacido que mira a cada instante el mundo que lo rodea. Se vale también de la metáfora conocida de identificar los caminos con la vida que el hombre recorre: “Tengo la costumbre de ir por los caminos”.
Continúa con otro símil similar al utilizado en el primer verso, pero esta vez el objeto de comparación es una margarita (flor común, sencilla). Se vale de la antítesis contextual de pensar opuesto a comprender (resumen de su ideología). Utiliza la metáfora de pensar es igual a estar enfermo de los ojos. Se trata de una estrofa conceptual en la que predominan los verbos: ver, pensar, comprender, mirar, estar de acuerdo.
Prosigue con un verso bimembre antitético en el que opone la filosofía a los sentidos y el no tener al tener. Los versos siguientes resultan casi un juego de palabras en los que la recurrencia es fundamental entre los verbos saber y amar, consiguiendo una casi anadiplosis. Termina esa estrofa con otro verbo bimembre.
Los dos últimos versos son una conclusión en la que establece la correspondencia entre amar y eterna inocencia, y única inocencia y no pensar. Casi una anadiplosis.
En las estrofas segunda y tercera se vale de la concatenación para dar continuidad a su reflexión.
Antítesis y Recurrencia
Hay que destacar la importancia de la antítesis mantenida entre los verbos que expresan sensaciones: sentir, ver, mirar, amar; frente a los que se refieren a procesos mentales: pensar, comprender, saber. La recurrencia es uno de los recursos estilísticos más importantes del poema:
- Repeticiones léxicas de ciertos verbos clave: sentir, ver, mirar, pensar, saber y amar; con sus opuestos: no pensar, no saber. Unos con connotación positiva (sentir, ver, mirar, amar, no pensar) y otros con connotación negativa (pensar).
- Reiteración de la conjunción adversativa sino, que le sirve al poeta para reconducir su reflexión negando lo dicho anteriormente; la conjunción causal porque, con la que introduce una explicación a lo anterior; y la conjunción copulativa negativa ni y la afirmativa y, que añaden nuevos argumentos. Recurrencia sintáctica que se refleja también en la presencia de las estructuras atributivas.
Campos Léxicos y Presencia del Yo
Los campos léxicos presentes tienen que ver con la naturaleza, la infancia y las sensaciones. La presencia del yo se hace notable en todo el poema a través de los determinativos posesivos mi, los pronombres personales yo y me, y la primera persona de los verbos. Sin embargo, en la segunda estrofa, el yo se convierte en un nosotros inclusivo y generalizador: pensemos, miremos, estemos, lo mismo que el pronombre relativo sustantivado quien que aparece en la tercera estrofa, que tiene el mismo carácter generalizador.
Conclusión
Este poema es muy representativo de la personalidad de Alberto Caeiro, en el que se muestra como el poeta de la espontaneidad, el instinto, la sencillez y la naturaleza. Sin embargo, pese a su aparente sencillez, es un poema conceptual y reflexivo en el que Caeiro refleja toda su “no filosofía” y su manera de encarar la vida, observando la naturaleza cual sabio griego, asumiéndola tal como es y, por lo tanto, amándola sin pensar.