La Granja de los Animales: De la Revolución a la Tiranía y la Corrupción
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La Granja de los Animales: De la Revolución a la Tiranía
Al año siguiente, Napoleón se convierte en un auténtico dictador, utilizando a los perros como su policía personal contra todo aquel que se le oponga, y rompiendo cada vez más los mandamientos que iniciaron la revolución.
El Molino de Viento y la Propaganda
Ordena construir el molino de viento ideado por Snowball. Cuando una tormenta lo destruye, responsabiliza a Snowball y lo acusa de traidor ante todos los animales.
Napoleón ordena reconstruir el molino, tarea en la que la fuerza del caballo Boxer resulta fundamental.
La Escalada de la Tiranía y la Corrupción
La tiranía de Napoleón se intensifica hasta el punto de forzar a animales inocentes a "confesar" falsos delitos de traición, y sus perros los ejecutan delante de toda la granja. Posteriormente, él y los demás cerdos comienzan a dormir en camas y a beber alcohol.
Los mandamientos comienzan a ser modificados para justificar el comportamiento de los cerdos. Así, "Ningún animal beberá alcohol" se transforma en "Ningún animal beberá alcohol en exceso".
La Tragedia de Boxer y la Desilusión
Una vez terminado el molino, la granja sufre un ataque por parte del granjero vecino Frederick, con quien Napoleón había estado comerciando. Los animales ganan la batalla, pero el molino es nuevamente destruido.
Boxer ofrece nuevamente su fuerza para reconstruir el molino. Sin embargo, el agotador trabajo al que se somete le provoca un colapso y, finalmente, el excesivo esfuerzo le causa la muerte.
Napoleón decide entonces venderlo a una fábrica donde fabricarán pegamento con su cadáver. Ante las protestas indignadas de los demás animales, el cerdo Squealer, portavoz de Napoleón, les asegura que Boxer fue llevado a una clínica veterinaria donde murió pacíficamente, y todos deciden creerle.
La Transformación Final de la Granja
Los años pasan y la Granja de los Animales se expande con la adquisición por parte de Napoleón de dos campos a otro granjero vecino, Pilkington. Sin embargo, la vida para los animales que no son cerdos es cada vez más dura, ya que estos se apropian de la mejor comida y de todas las comodidades.
Los cerdos pronto comienzan a andar a dos patas, imitando a los humanos, y a vestir ropa humana. Los antiguos mandamientos han desaparecido y se han reducido a una única ley:
"Todos los animales son iguales, pero unos más iguales que otros"
La novela termina con Pilkington y los cerdos bebiendo en la casa de Jones. Napoleón ha cambiado el nombre de la granja a Granja Manor y juega a las cartas con Pilkington, ambos intentando hacerse trampas mutuamente.
El resto de animales mira por la ventana y es incapaz de distinguir a los cerdos de los humanos.