Grandes Pensadores: Pilares de la Ética y el Conocimiento en la Filosofía Occidental
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David Hume
La razón no es la principal impulsora del ser humano, sino que está al servicio de las pasiones. El conocimiento proviene de la experiencia sensible y de la costumbre, no de verdades universales. En moral, lo que importa es el sentimiento de empatía: consideramos bueno lo que despierta aprobación emocional. Por tanto, Hume defiende una visión empírica y sentimental de la moral y del conocimiento.
Immanuel Kant
La razón es esencial para actuar moralmente, pero no basta con buscar consecuencias ni actuar por sentimientos. Lo moral es actuar por deber, siguiendo principios que podrían ser ley universal (el imperativo categórico). Además, Kant distingue entre lo que podemos conocer (el fenómeno) y lo que no (el noúmeno), y cree que la razón estructura la experiencia. Por tanto, defiende una moral racional, autónoma y universal, basada en el respeto a la dignidad humana.
Platón
El mundo sensible que percibimos con los sentidos es solo una copia imperfecta del mundo real: el de las Ideas. La verdad solo se alcanza mediante la razón, que nos eleva del mundo aparente al mundo inteligible. La moral consiste en conocer el Bien y ordenar el alma para que la razón domine. Por tanto, Platón defiende una visión dualista y racionalista, donde lo más valioso es lo eterno, no lo material.
René Descartes
La razón es el único medio fiable para alcanzar la verdad, ya que los sentidos pueden engañarnos. Comienza su filosofía desde la duda radical, hasta encontrar una verdad indudable: “Pienso, luego existo” (Cogito, ergo sum). A partir de ahí, reconstruye el conocimiento con ideas claras y distintas, demostrando incluso la existencia de Dios. Por tanto, Descartes defiende una filosofía racionalista y fundacional, donde la razón es la base de todo saber.
Friedrich Nietzsche
La moral tradicional (como la cristiana) no nace de la razón ni de los sentimientos nobles, sino del resentimiento de los débiles hacia los fuertes. Critica profundamente a Sócrates, Platón y el cristianismo por haber creado un “trasmundo” (cielo, ideas, más allá) que desprecia la vida real. Defiende una moral afirmativa, donde el ser humano acepta su cuerpo, sus instintos y la vida tal como es, sin necesidad de justificarla con ideales abstractos. Por tanto, propone superar los valores establecidos y crear otros nuevos: una moral que afirme la vida, guiada por la voluntad de poder y el ideal del superhombre.
John Stuart Mill
El único criterio válido para evaluar la moralidad de una acción es el principio de utilidad, es decir, aquella acción que produce la mayor felicidad para el mayor número de personas. Para Mill, no todos los placeres son iguales: los placeres intelectuales generan una forma más elevada de felicidad, mientras que los placeres físicos o inferiores solo proporcionan satisfacción. Para determinar si un placer contribuye al bien común, es necesario calcular sus consecuencias, considerando tanto la cantidad como la calidad del placer y el número de personas implicadas, ya que todas poseen dignidad. Esta evaluación debe hacerse desde la perspectiva de un espectador benevolente, imparcial y desinteresado. Además, es importante tener en cuenta los efectos a largo plazo de las acciones.
Martha Nussbaum
Desde el enfoque de las capacidades, Martha Nussbaum se centra en ayudar a los más vulnerables. Su objetivo es facilitar la capacidad de funcionar, ya que las personas son libres. Nussbaum sostiene que los seres humanos son dignos por ser fines en sí mismos. Por ello, el ser humano debe ocupar el centro de la política, enfocándose en garantizar el acceso a las capacidades centrales para lograr una vida digna y plena. Estas capacidades incluyen:
- Vida
- Salud física
- Integridad física
- Sentidos, imaginación y pensamiento
- Emociones
- Razón práctica
- Afiliación
- Juego y ocio
- Otras especies
- Control del entorno político y material