Grandes Figuras de la Generación del 98: Obras y Pensamiento
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Autores de la Generación del 98: Legado y Obras
Miguel de Unamuno
Figura central de la Generación del 98, Miguel de Unamuno es indispensable al abordar la novela y poesía del movimiento. En su vasta obra, emergen principalmente dos grandes temas:
- El problema de España: Su profunda preocupación por el destino de España lo llevó a recorrerla y a meditar sobre su historia y esencia. Esta inquietud se refleja en ensayos como Por tierras de Portugal y España, Andanzas y visiones españolas y Vida de Don Quijote y Sancho.
- El sentido de la vida humana: Este tema plasma su continua lucha interna entre la razón, que le negaba a Dios, y el corazón, que lo necesitaba fervientemente. Se aborda en obras como Del sentimiento trágico de la vida y Agonía del cristianismo.
Como escritor insaciable, Unamuno cultivó diversos géneros, incluyendo el ensayo, la novela, la poesía y algunos intentos teatrales. Entre sus novelas más destacadas se encuentran: La tía Tula, San Manuel Bueno, mártir y Niebla, a la que él mismo denominó "nivola". En su poesía, se reflejan las profundas preocupaciones de su espíritu.
Azorín (José Martínez Ruiz)
Pseudónimo de José Martínez Ruiz, Azorín estudió medicina y derecho, pero dedicó su vida al periodismo y la literatura. Su trayectoria ideológica fue notable, pasando de joven revolucionario a conservador, y de anticlerical a católico ferviente.
Los temas recurrentes en su obra son:
- La evocación de su juventud.
- Las tierras y los hombres de España.
- Los paisajes, que constituyen el aspecto más importante de su producción literaria. Se trata de descripciones subjetivas donde proyecta su sensibilidad nostálgica.
Merecen especial atención sus descripciones de Castilla, presentes en obras como La ruta de Don Quijote y Castilla. También incursionó en la crítica literaria con títulos como Al margen de los clásicos y Lecturas españolas. Como novelista, escribió La voluntad y Antonio Azorín.
Pío Baroja
Pío Baroja fue un espíritu inconformista. En su juventud, se adscribió al anarquismo, no creía en Dios y poseía una visión del mundo nihilista. Al igual que otros autores del 98, se preocupó por España, aunque sin caer en ilusiones.
A diferencia de sus contemporáneos, Pío Baroja fue fundamentalmente novelista. Sus novelas transmiten una sensación de autenticidad y vida, lo que a veces ha llevado a tildarlas de desorganizadas. Gran parte de su producción se organiza en trilogías de acción, entre las que destacan:
- La lucha por la vida, compuesta por La Busca, Mala hierba y Aurora roja.
- Tierra Vasca, formada por La casa de Aizgorri, El mayorazgo de Labraz y Zalacaín el aventurero.
Antonio Machado
Tras la trágica muerte de Leonor, Antonio Machado solicitó el traslado a Baeza, pero no logró adaptarse. Posteriormente, residió en Segovia y Madrid, donde finalmente recuperó la estabilidad necesaria.
Su primer libro de poesía fue Soledades. Más tarde, escribió Galerías y publicó ambos conjuntamente bajo el título Soledades, Galerías y otros poemas. Al escribir, Machado se volcó hacia su interior, buscando captar lo que él mismo denominó "universales del sentimiento", que giran en torno a tres temas fundamentales: el tiempo, la muerte y Dios.
Su obra cumbre es Campos de Castilla. En este libro predominan los cuadros de paisajes y gentes, así como la meditación sobre la realidad española. Aunque algunas de sus descripciones son objetivas, la mayoría de los poemas proyectan los sentimientos del autor sobre el paisaje. Dentro de esta obra se incluye un romance largo, La tierra de Álvaro González.
Su tercer libro es Nuevas Canciones, donde lo más relevante son los proverbios y cantares, poemas breves de carácter conceptual.
Ramón María del Valle-Inclán
Valle-Inclán llevó una vida bohemia y aventurera. Políticamente, partió de ideas conservadoras para evolucionar hacia posturas revolucionarias. Su producción literaria es muy amplia, abarcando novelas, cuentos, teatro y poesía.
A su primera etapa, la modernista, pertenecen las célebres Las Sonatas: Sonata de primavera, Sonata de estío, Sonata de otoño y Sonata de invierno, que narran las aventuras amorosas del Marqués de Bradomín.
La evolución de su estilo se acentúa con la trilogía de novelas conocida como La Guerra Carlista, que incluye: Los cruzados de la causa, El resplandor de la hoguera y Gerifaltes de antaño.
En 1920, publicó Luces de bohemia, a la que subtituló "Esperpento". Otros "esperpentos" notables aparecen bajo el título Martes de Carnaval, una trilogía formada por Los cuernos de don Friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán.
En las series del Ruedo Ibérico (La Corte de los milagros, ¡Viva mi dueño! y Baraja de espadas) se presenta una crítica y caricatura de la época de Isabel II.