Goya: Del Dramatismo Bélico a la Oscuridad del Subconsciente
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El pelotón de soldados franceses, sin rostro y como una máquina de matar, apunta hacia los patriotas. Sus expresiones reflejan el terror ante la muerte: cubren el rostro con las manos, rezan, se ocultan... El fondo del cuadro se cierra con un paisaje poco definido de Madrid. En la zona superior, la oscuridad de la noche establece un fuerte contraste con el espacio iluminado. La pincelada es amplia y pastosa, extendida a trazos con espátula. La paleta cromática es muy reducida: blanco, ocre, negro y rojo. Potencia el dramatismo de la escena con escorzos dinámicos. El cuadro es un alegato contra la guerra y sus crueldades.
Las "Pinturas Negras": Un Viaje al Subconsciente
Entre 1820 y 1823, Goya permanece encerrado en su casa de La Quinta del Sordo, realizando el conjunto más completo y logrado de su obra: las "Pinturas Negras". Las catorce obras fueron pintadas directamente sobre la pared. Goya penetra en el mundo del subconsciente, del símbolo, de lo onírico.
Expresionismo y la Estética de lo Feo
Desde el punto de vista técnico, lleva el expresionismo a sus últimas consecuencias: los rasgos se convierten en pinceladas rápidas y rotundas; la belleza deja paso a la estética de lo feo. Los rostros y los cuerpos son un conjunto de trazos y manchas. Los colores utilizados son casi siempre oscuros, nunca brillantes: ocres, negros, grises y blancos. Utiliza a veces un procedimiento espacial ya usado por los manieristas: acumulación de multitudes en lugares reducidos, mientras que el resto del espacio queda vacío.
Obras Destacadas de las "Pinturas Negras"
- "Saturno devorando a su hijo": Representa al dios viejo, con los ojos extraviados, mientras sus dedos se hunden en el cuerpo que sostiene, contrastando su movimiento con el estatismo del cadáver. La monstruosa figura, iluminada por la luz y el rojo de la sangre, destaca sobre el fondo negro. La pintura está empastada y aplicada en manchas. Simboliza el paso del tiempo que todo lo devora. Saturno es símbolo de la soledad y decrepitud de Goya.
- "El Duende a garrotazos": Representa la lucha desesperada de dos hombres, aludiendo a la ignorancia humana empeñada en autodestruirse.
- "El Aquelarre": Es una crítica a la superchería y a la irracionalidad. Representa una reunión de brujas, presididas por el diablo bajo la forma de macho cabrío con hábito de fraile. Los rostros deformes, trabajados con trazos, se apiñan en una composición semicircular en torno a la figura demoníaca que se dirige a una masa de figuras sacudidas por la agitación. Como en las otras "Pinturas Negras", predominan los colores oscuros: negros, ocres y verdes.
El Exilio en Burdeos y la "Lechera de Burdeos"
El fin del Trienio Liberal trae consigo un absolutismo represivo. Goya, temiendo por su vida, huye de España, instalándose en Burdeos. Su existencia apacible es la responsable de la ternura que aparece en sus últimas obras, sobre todo en la "Lechera de Burdeos". Este cuadro fue pintado sobre un lienzo cubierto con menudas pinceladas sueltas y de vibrante color. Ha sido considerado como una anticipación al Impresionismo, por la vibrante luminosidad de los colores claros y los verdes venecianos que lo invaden. La pintura juega con las relaciones entre los tonos fríos del vestido, el chal y el cielo, resaltados por los tonos cálidos del rostro y del cuello. Sumerge a la figura en la atmósfera que la envuelve con una luminosidad propia.
Con la excepción de Ribera, cuya producción se realiza en España, y de ciertos tanteos de algunos pintores barrocos.