Geodinámica Terrestre: Placas Tectónicas, Fenómenos Geológicos y la Habitabilidad de la Tierra

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Las Placas Litosféricas y la Tectónica de Placas

Las placas litosféricas son fragmentos móviles individuales de la capa más externa de la Tierra. La teoría actual y más aceptada que explica estos movimientos es la Tectónica de Placas. Aunque la tectónica de placas no establece principios en sí misma, sino que proporciona un mecanismo explicativo para los movimientos superficiales del planeta, podemos destacar cuatro consecuencias fundamentales que conviene recordar:

  • La Tierra está dividida en placas que encajan como un puzle.
  • Las placas se mueven, arrastrando consigo los continentes.
  • La corteza se crea en las dorsales oceánicas y se destruye en las fosas.
  • La mayoría de los fenómenos geológicos ocurren en los límites de estas placas.

Fenómenos Geológicos a la Luz de la Tectónica de Placas

La tectónica de placas sostiene que el calor generado en el interior terrestre produce corrientes de convección capaces de movilizar las grandes placas litosféricas situadas en su superficie. Dichas placas, al chocar o interactuar, liberan inmensas cantidades de energía, ya sea en forma de seísmos (terremotos), produciendo la deformación de la corteza, o bien fundiendo las capas de roca suprayacentes, lo que da lugar al vulcanismo.

Tipos de Límites de Placa

Límites Divergentes

En los límites divergentes, las placas se separan unas de otras. Son característicos de las dorsales oceánicas. Los bordes divergentes presentan una elevada actividad volcánica, como se puede comprobar en islas oceánicas situadas sobre las dorsales o en volcanes continentales asociados a valles de rift. El proceso de ruptura continental se desarrolla en cuatro fases clave:

  1. Fase 1: Abombamiento y Ruptura. Corrientes ascendentes de material caliente abomban y rompen la corteza terrestre. El material que aflora empuja la corteza antigua hacia ambos lados de la grieta, originando la divergencia.
  2. Fase del Rift Continental (ej. Rift Africano). La divergencia genera un valle de rift rodeado de elevaciones que discurren paralelas a cada lado de la grieta. El valle se ensancha hasta romper la antigua corteza continental y se forma nueva corteza oceánica.
  3. Fase del Mar Rojo. Con el tiempo, el agua inunda el valle, creándose un estrecho mar que separa el continente en el punto donde antes había estado unido.
  4. Fase de Océano Maduro (ej. Océano Atlántico). El estrecho mar se ensancha hasta convertirse en un vasto océano.
Límites Transformantes

En los límites transformantes, se produce un deslizamiento lateral entre placas que se mueven en direcciones paralelas, pero en sentidos opuestos. En este tipo de límites, ni se crea ni se destruye corteza. Son abundantes en las dorsales oceánicas. La fricción constante de las placas va generando tensiones que se liberan de forma súbita, originando grandes seísmos.

Límites Convergentes

En los límites convergentes, las dos placas colisionan. En ellos se destruye corteza al subducir una placa bajo la otra, fundiéndose en la astenosfera. Este tipo de interacción puede manifestarse de tres formas principales.

Un Planeta Propicio para la Vida

A primera vista, podría parecer que habitamos un planeta peligroso debido a su constante actividad geológica. Sin embargo, la dinámica terrestre es, paradójicamente, uno de los factores clave que han posibilitado el desarrollo y mantenimiento de la vida.

En cuanto a la dinámica interna, hemos explorado su capacidad para renovar la litosfera. Sin estas fuerzas telúricas, capaces de generar nueva litosfera, la superficie de nuestro planeta estaría completamente sumergida bajo aproximadamente 4 km de agua. Además, el núcleo líquido es el encargado de generar el campo magnético protector, esencial para desviar la radiación solar dañina.

Por otra parte, orbitamos a la distancia exacta del Sol, lo que permite la existencia de agua líquida y, por ende, la vida. Si orbitásemos más lejos del Sol, todo estaría congelado. Y si girásemos un poco más cerca, el agua se habría evaporado y la superficie estaría calcinada.

Por tanto, nuestra posición en el Sistema Solar es excepcionalmente afortunada. El desarrollo de la vida tal y como la conocemos, incluyendo la evolución del Homo sapiens, es el resultado de una concatenación de acontecimientos impredecibles. Si cualquiera de estos factores no se hubiera dado, el resultado sería radicalmente diferente.

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