Generación del 98: Autores, Obras y Características Literarias

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Generación del 98: Contexto y Características

A finales del siglo XIX, España experimentó dos movimientos literarios complementarios: el Modernismo y la Generación del 98. Ambos surgieron como respuesta a la crisis espiritual y cultural que se extendía por Europa, compartiendo un anhelo de renovación formal y una crítica a los valores burgueses. Sin embargo, sus concepciones estéticas divergían en algunos aspectos.

Autores de la Generación del 98

La Generación del 98 estuvo conformada por un grupo de escritores nacidos entre 1860 y 1875, entre los que destacan:

  • Miguel de Unamuno
  • Pío Baroja
  • Azorín (José Martínez Ruiz)
  • Antonio Machado (con matices)
  • Ramón del Valle-Inclán (con matices)

Temas Recurrentes

Los autores de la Generación del 98 compartían una serie de inquietudes temáticas, entre las que se encuentran:

  • La angustia existencial y la abulia, influenciadas por la filosofía irracionalista.
  • El tema de Dios y su silencio.
  • El problema de España, que los llevó a adoptar una postura crítica frente a la decadencia del país tras el desastre del 98.
  • La identidad de España, cuyo espíritu eterno buscaban recuperar a partir de los clásicos medievales y del Siglo de Oro.

La Narrativa en la Generación del 98

La narrativa fue el género más cultivado por esta generación. En 1902, se publicaron varias novelas que marcaron la superación del Realismo:

  • Amor y pedagogía (Unamuno)
  • Camino de perfección (Baroja)
  • La voluntad (Azorín)
  • Sonata de otoño (Valle-Inclán, en su etapa modernista)

Azorín y la Obsesión por el Tiempo

José Martínez Ruiz (Azorín) abordó de manera obsesiva el tema del tiempo como repetición. En sus obras, recreó historias y personajes de la literatura clásica española, buscando en ellos lo eterno del espíritu español. Un ejemplo de esto es Castilla, una colección de artículos y relatos. Su prosa exalta el valor de las cosas pequeñas, rescatando el léxico arcaico o rural con una voluntad primitiva.

Baroja: El Gran Novelista del 98

Pío Baroja es considerado el gran novelista del 98. Su extensa obra se agrupa en trilogías, como La Raza, en la que destaca la novela El árbol de la ciencia. Sus narraciones son fragmentarias, mezclando acción y reflexión, con personajes inadaptados y pesimistas. Su estilo es claro y alejado de todo ornamento.

Unamuno y la Nivola

Para Miguel de Unamuno, la novela era un cauce para expresar problemas filosóficos y existenciales. El eje de su producción literaria es el ansia de inmortalidad y el conflicto entre el impulso religioso y la razón. En sus novelas, abundan los diálogos y monólogos, con argumentos esquemáticos. En Niebla, teoriza sobre un nuevo género que recoge esta forma de entender la narrativa: la "nivola".

Valle-Inclán y el Esperpento

Ramón del Valle-Inclán tuvo una larga etapa modernista, pero su obra a partir de 1920 puede incluirse, no sin motivos, en el grupo del 98. Es característica su forma de convertir a los personajes en marionetas o sombras grotescas, con un lenguaje a veces brutal y un tono sarcástico. Su crítica de la sociedad y política españolas es muy dura, como se aprecia en novelas como la trilogía La guerra carlista. En Tirano Banderas, inicia la llamada "novela de dictador" hispanoamericano.

La Poesía de Antonio Machado

En el género lírico, la figura más destacada es Antonio Machado. Su mundo poético es amplio: la introspección (la soledad, la muerte de su esposa, el paisaje), la política (Castilla y la visión pesimista de España) y la preocupación filosófica y existencial. Alcanza la plenitud poética con Campos de Castilla (1912-1917).

El Teatro Innovador del 98

El teatro del 98 tuvo una vocación innovadora y anticomercial. Los personajes y la acción se volvieron esquemáticos y se introdujeron inquietudes filosóficas, como en las obras de Unamuno (Fedra) y Azorín (Angelita). Sin embargo, Valle-Inclán es la figura más destacada de la renovación teatral de la época.

Las Etapas Teatrales de Valle-Inclán

En su primera etapa, Valle-Inclán creó un conjunto de obras de género mítico y estetizante, con rasgos modernistas, pero que también reflejaban una sociedad violenta y supersticiosa (la trilogía Comedias bárbaras, Divinas palabras). A partir de 1920, construyó una visión deformada e irracional de la sociedad española mediante el esperpento. Luces de Bohemia (1920) se considera la cumbre del teatro español del siglo XX.

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