La Generación del 14, el Novecentismo y la Prosa del 27

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La Generación del 14 y los Prosistas del 27

El Novecentismo

El Novecentismo es un movimiento que nace como oposición a lo que se consideraba propio del siglo anterior: el Romanticismo y el Realismo, pero también a la estética de la generación de fin de siglo.

Este movimiento comparte con el 98 la preocupación por España. Sin embargo, defiende la europeización del país, supera el pesimismo presente en las obras de la generación anterior, critica la exaltación sentimental y persigue un arte puro liberado de subjetivismo.

La Novela Novecentista

La novela novecentista rompe con la estética del siglo anterior mediante el desarrollo escueto de la acción y la incorporación de reflexiones de tipo ensayístico. En la línea de las ideas que expresa Ortega y Gasset (guía de esta generación) en su libro Ideas sobre la novela, los escritores de este grupo pretendieron una novela “deshumanizada”, es decir, una novela alejada del sentimiento y de la reproducción de la realidad. También se aprecia en ellos un interés por la innovación en las estructuras o en el estilo. Sus principales representantes son Gabriel Miró y Ramón Pérez de Ayala.

Gabriel Miró (1879-1930)

Cultiva tanto la novela como el relato corto. Entre sus obras destacan Nuestro padre San Daniel (1921) y El obispo leproso (1926), que están ambientadas en la ciudad de Oleza, nombre que encubre a Orihuela.

La novela de Miró destaca por un marcado lirismo y una gran capacidad para transmitir sensaciones (la luz, los sonidos...) a través de la descripción.

Ramón Pérez de Ayala (1880-1962)

Evoluciona desde posiciones próximas a la generación del 98 hasta el intelectualismo novecentista de la novela Belarmino y Apolonio (1921). Aunque también escribió ensayos, artículos periodísticos y poesía, su producción más destacada se encuadra en el ámbito de la narrativa. Admirador de Galdós y de Clarín, elabora una novela intelectual, rica de ideas y centrada en la visión crítica de la realidad social española. Por ejemplo, AMDG (novela autobiográfica) constituye una crítica de los sistemas educativos poco liberales. Tigre Juan y El curandero de su honra presentan una crítica del concepto tradicional español del honor matrimonial, en el que la opinión importa más que la virtud auténtica. Asimismo, su novela se distingue por la precisión en la expresión, que se pretende adecuar fielmente al pensamiento.

En este mismo encuadre existencialista se halla la novela Nada de Carmen Laforet, una de las grandes escritoras del 27, y Rosa Chacel.

De la primera etapa modernista de Juan Ramón Jiménez es también uno de sus más famosos libros, Platero y yo, escrito en prosa. La obra pertenece a un género no muy cultivado en España, denominado relato poético, que tiene un carácter de transición entre la novela y el poema.

Prosa de la Generación del 27

La generación del 27 cultiva esencialmente la poesía; sin embargo, suelen incluirse también en esta generación algunos prosistas contemporáneos.

La novela inicialmente sigue la estela del arte deshumanizado propuesto por el Novecentismo y las primeras vanguardias. En estas obras es frecuente la concepción de la literatura como un juego, la innovación estructural y estilística, así como la presencia del humor y la metáfora.

Ramón Gómez de la Serna (1888-1936)

“Ramón” por antonomasia, es la auténtica encarnación del espíritu y las actitudes de la vanguardia. Como novelista, rompe todos los moldes del género: se desinteresa del argumento y lo sustituye por cuadros, divagaciones, imágenes. Es lo que él llama “novela libre”. Su novela más famosa es El torero Caracho (1927), distorsionada visión de la fiesta nacional. Inventó la greguería, definida por él como “metáfora+humor” (Ejemplos: Las pirámides son las jorobas del desierto; El hambre del hambriento no tiene hache porque el verdadero hambriento se la ha comido; En las cajas de lápices guardan sus sueños los niños…).

Francisco Ayala (1906-2009)

Fue Premio Nacional de las Letras Españolas (1988), Hijo Predilecto de Andalucía (1990), Premio Cervantes (1991) y Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1998). La crítica ha dividido generalmente la trayectoria narrativa de Francisco Ayala en dos etapas: la anterior y la posterior a la Guerra Civil. En la primera etapa, la anterior a la Guerra Civil, escribe Tragicomedia de un hombre sin espíritu (1925) e Historia de un amanecer (1926), que se inscriben en una línea narrativa tradicional. Con El boxeador y un ángel (1929) y Cazador en el alba (1930) aborda la prosa vanguardista. En ambas colecciones de cuentos predominan el estilo metafórico, la brillantez expresiva, la falta de interés por la anécdota y la fascinación por el mundo moderno.

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