El Gallego: Revitalización de una Lengua Minorizada
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La Minorización Lingüística
La minorización lingüística es un proceso por el cual la lengua propia de un territorio va perdiendo protagonismo en la vida de una comunidad, cediendo funciones y ámbitos de uso a favor de otra lengua, usualmente más poderosa, con la que está en contacto social. Si en una comunidad hay dos lenguas en contacto, estas reproducen la jerarquía social existente dentro de ella: una de las lenguas —la dominante— va ocupando progresivamente los ámbitos de la otra —la dominada— y provocando su sustitución.
Desde un punto de vista sociolingüístico, conviene no confundir lengua minorizada con lengua minoritaria: la primera tiene una dimensión cualitativa y funcional (responde a la pregunta "¿para qué se usa?"); la segunda, solamente cuantitativa ("¿cuántos la usan?"). Las etiquetas minoritaria/mayoritaria son solo aplicables en términos numéricos a una lengua siempre que se compare con otra en un territorio concreto. Puede suceder que una lengua minorizada sea la mayoritariamente hablada en la comunidad lingüística (el caso del gallego), o puede que no.
Lenguas minorizadas son aquellas que, siendo históricamente propias de un pueblo, independientemente de que sean mayoritarias o minoritarias, se ven amenazadas por la presión ejercida por una lengua dominante que se introdujo dentro de su territorio geográfico; es decir, algunas funciones —doméstica, familiar, laboral, local, cultural e institucional— son desarrolladas total o parcialmente por otra lengua foránea. De este modo, la lengua minorizada es empleada únicamente en los ámbitos socioculturales más bajos e ignorada o despreciada en los niveles elevados, de los que fue desplazada por la lengua dominante. La lengua minorizada puede incluso tener su misma supervivencia amenazada por la competencia que sobre ella ejerce la lengua foránea.
Al hablar de lenguas minorizadas, deberemos tener en cuenta dos aspectos:
- La no existencia de un estado que la recoja e impulse. Normalmente las lenguas minorizadas son lenguas sin estado.
- La no coincidencia de fronteras políticas y fronteras lingüísticas. Las fronteras políticas fueron establecidas de manera artificial, pero las lingüísticas responden a criterios de formación natural, por eso es raro que las fronteras de un país y las de las lenguas sean las mismas.
Lenguas Minoritarias
Lenguas minoritarias son las que, independientemente de la consideración social que tengan, poseen un escaso número de hablantes. Por ejemplo, el islandés (200.000 hablantes) es minoritaria dentro del conjunto de lenguas del mundo; sin embargo, no es una lengua minorizada, puesto que goza de plena normalidad en su territorio. En el caso europeo, casi todos los estados actuales son plurilingües (incluso en Portugal es oficial el mirandés) y la coexistencia de las diversas lenguas dentro de las comunidades pertenecientes a estos estados se produce en el plano de la diglosia (salvo en Suiza y Bélgica; sin embargo, solo en la teoría).
Hay, por lo tanto, gran cantidad de lenguas minorizadas, pertenecientes a comunidades que en muchos casos están divididas por fronteras políticas, como el euskera o el catalán, ya que no siempre los límites de una comunidad lingüística o de una nacionalidad histórica coinciden con los de un estado moderno.
El estatus y el nivel de uso de las diversas lenguas minorizadas —casi todas minoritarias también— son muy distintos: el gaélico, lengua oficial de Irlanda, sobrevive como lengua casi ritual. El bretón, el occitano o el corso sufren históricamente, igual que el catalán y el euskera, los embates centralistas del estado francés, que en ciertos momentos llega incluso a prohibir su habla. Situación semejante vive el romanche en Suiza, el sardo —lengua itálica de Cerdeña— o el friulano en Italia.
Es tal vez dentro de España donde las lenguas minorizadas (gallego, catalán y euskera) gozan de mayor estatus y son usadas en ámbitos impensables para las anteriores.
El Peligro de la Muerte de una Lengua
El peligro que amenaza a una lengua minorizada es el de su muerte, que puede producirse porque desaparecen sus hablantes, porque deja de utilizarse como instrumento de comunicación o porque la comunidad la abandonó y adoptó otra en su lugar. Para evitar esta situación, deben adoptarse medidas tendentes a favorecer su supervivencia; es decir, el establecimiento de una política lingüística que tenga como principal objetivo la normalización del idioma.
Entre las lenguas minorizadas hay algunas que están bien implantadas en su territorio: catalán, gallego, euskera, corso, galés, irlandés… Otras, sin embargo, están en peligro de extinción, tienen escasos hablantes y nula repercusión social y económica; en este caso, el poder político no se preocupa por su situación: aragonés, asturiano, aranés (oficial en Cataluña), escocés…
La Normalización del Gallego
En el caso del gallego, es importantísimo el labor llevado a cabo para su normalización (recuperación de funciones perdidas y elaboración de un modelo estándar). El conjunto de iniciativas llevadas a cabo para la recuperación del gallego se conoce como política lingüística. Las propias instituciones deben fomentar la transmisión intergeneracional del gallego, promover el empleo del gallego en el mundo del trabajo, de los medios de comunicación, de las nuevas tecnologías…
El actual marco legal (Constitución del 78, Estatuto de Autonomía, Ley de Normalización Lingüística y Plan General de Normalización Lingüística) sienta las bases que pueden conducir a la recuperación y a la normalización de la lengua. Para que esta se dé es necesaria la intervención de los diferentes sectores sociales:
- Acción institucional del poder político: Xunta, Concellos y Diputación.
- Acción colectiva no institucional: ejercida por asociaciones y colectivos (Nova Escola Galega, Asociación de Funcionarios de la Administración Pública, Mesa por la Normalización Lingüística, ProLingua, Queremos Galego, centros sociales, escuelas Semente…) juega un papel importante en la recuperación lingüística frente a las dudas y olvidos de los integrantes del grupo anterior.
- Acción individual: supone un esfuerzo personal y consciente para romper hábitos y comprometerse con el uso del idioma para mejorar su situación social. Esta acción resulta claramente insuficiente sin el apoyo de los grupos anteriores, pero sin ella es imposible que el proceso de normalización tenga éxito.
Para conseguir el triunfo de estas acciones, es necesario promover actividades dinamizadoras que favorezcan comportamientos positivos hacia el idioma, implicando activamente a colectivos e individuos. Es preciso promover el uso de la lengua y concienciar y sensibilizar a la sociedad para que se dé un cambio de actitud respecto al idioma propio.
El Futuro del Gallego
El proceso está ahora en un momento decisivo. Nunca, desde la Edad Media, el gallego dispuso de tantas armas: oficialidad, mejora en la consideración social, presencia en la enseñanza y en la cultura. Por otra parte, nunca el peligro de sustitución fue tan claro: ausencia importante de transmisión intergeneracional, presencia mínima en los medios de comunicación de masas… La cultura agraria y marinera, que mantuvo la lengua, está desapareciendo, aunque es cierto que está creciendo una nueva adhesión en otros ámbitos. Pero esta corriente re-galleguizadora no compensa la pérdida progresiva de hablantes. Si esta dinámica continúa, a medio plazo, el gallego puede convertirse en una lengua "ritual".
El gallego es un valor cultural que nos identifica como pueblo, pero también nos conecta con una comunidad mayor de casi 200 millones de personas que hablan portugués, ya que permite la intercomprensión sin necesidad de mediación. Este valor cultural y de refuerzo de nuestra autoestima como hablantes y parte de una cultura extensa y útil (en palabras de Castelao) se transforma en valor económico cuando hablamos de negocios y de elementos tan importantes para estos como la comunicación. El gallego no solo permite la comunicación con la lusofonía, sino que genera el clima de confianza que proporciona comunicarse sin intermediaciones.
Galicia posee una ventaja competitiva diferenciadora dentro del estado español y de la propia Europa. Esta ventaja se ve acrecentada, además, por nuestra posición geoestratégica, que, lejos de otorgarnos un carácter psicológicamente periférico —resultado de una serie de políticas poderosamente centralistas—, nos colocaría como punto de encuentro privilegiado entre la hispanidad y la lusofonía.
En la actualidad, economías consolidadas como la de Brasil, o en proceso de cambio como la de Angola, abren mercados interesantes y hasta ahora poco explorados para nuestras producciones culturales y económicas y grandes posibilidades de intercambio y aprovechamiento de nuestras potencialidades como pueblo y cultura diferenciados en el mundo global. La buena situación del gallego en un sistema literario propio y consolidado, en la actividad teatral, en la artística en general e incluso dentro de Internet —ocupando el puesto 46 entre las lenguas más empleadas—, abre otra ventana de esperanza y futuro.