Fútbol Épico y Gramática Esencial: Crónica de un Triunfo Juvenil con Sorpresa Cósmica
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Definiciones Lingüísticas y Textuales
La Monografía
La monografía es un documento que maneja como entorno; utiliza y organiza los datos compilados y procesados, teniendo en cuenta las diferentes fuentes y autor o autores.
Tiempos Verbales: Ejemplos
Pretérito
Ejemplos de enunciados en pretérito:
- Yo comí sushi.
- Caminé en la playa.
- Yo estudié todo el día.
- Yo hice la tarea.
- Yo terminé la tarea.
Futuro
Ejemplos de enunciados en futuro:
- Yo comeré mañana por la tarde.
- Yo brincaré en el brincolín.
- Yo seré doctora.
- Yo caminaré por la escuela.
- Yo estudiaré en mi casa.
Oraciones Subordinadas
Es una oración que depende estructuralmente del núcleo de otra oración, llamada oración principal. Ejemplos:
- José, a quien te presenté el otro día, dice que le gustas.
- Caminar durante veinte minutos diarios es bueno para la salud.
- Necesito descansar después de tanto andar.
- Quería ver la televisión, pero no sirve.
Texto Narrativo y Elementos de Ciencia Ficción
Texto narrativo: Es un escrito donde el autor describe con detalle un suceso imaginario o real que haya conocido.
Elementos principales de la ciencia ficción: tecnología y ciencia.
Historia: El Partido Decisivo y un Final Cósmico
Yo, junto con mis amigos, siempre jugamos por la tarde al fútbol en la cancha de la esquina, en el barrio de Avellaneda. Solíamos entrenar intensamente por unas dos horas, ya que todos los sábados tenemos partido de campeonato contra equipos difíciles, pues estamos en la segunda división. Hoy era viernes, un día tranquilo, sin gente en las demás canchas. El cielo se estaba nublando cada vez más, hasta que de repente empezó a llover con poca intensidad. Mis amigos y yo acordamos irnos a nuestras casas; esta vez, practicamos nada más una hora.
Como siempre, hice el mismo ritual de todos los días: llegué a casa a las siete en punto, me bañé, comí con mi familia, me lavé los dientes, salí a tomar aire afuera de la casa y entré nuevamente para acostarme y dormirme.
Ya era la mañana siguiente. La hora estaba llegando: jugar el último partido del campeonato, contra el primero, que tiene 61 puntos, mientras que mi equipo cuenta con 59 puntos.
Salimos en auto para Comodoro Rivadavia ya haciéndose de noche, para jugar el partido más esperado del campeonato. Después de 40 minutos de viaje, llegamos.
Ya estaba allí el árbitro, los jugadores del equipo rival y mis compañeros.
El árbitro señaló el inicio del juego.
La cancha estaba complicada, con agua en el pasto y, encima, era de noche.
Yo estaba nervioso, tratando de acomodarme en el partido, hasta que llegó un tiro libre cerquísima del área grande. Federico Mangel, el 10 del equipo rival, pateó al arco. El arquero se tiró, pero no pudo llegar a frenar un disparo tan poderoso. ¡Nos hicieron un gol! Perdíamos 1 a 0 cuando el árbitro pitó el final del primer tiempo.
El DT de nuestro equipo nos trató de animar, pero fue muy difícil. Volvimos a entrar en el campo de juego para demostrar nuestras habilidades en el segundo tiempo. A los 7 minutos del segundo tiempo, nos hicieron el segundo gol, anotado por el defensor central llamado Franzel. Hasta ese momento, perdíamos 2 a 0.
Después de sacar del medio, hubo muchas faltas, tiros desviados y offsides.
Recién a los 39 minutos descontamos, con un gol de mi mejor amigo Raúl, volante derecho. El marcador se ponía 2 a 1. Poco después, el arquero contrario le cometió penal a Samuel, el delantero único de nuestro equipo. Por suerte, a pesar del nerviosismo, lo pateé yo, el número 10, y lo metí. ¡El partido estaba 2 a 2! Para mí, era un resultado glorioso.
De repente, cuando se cumplían los 45 minutos exactos, el árbitro agregó 1 minuto más. Desde ese instante, sentí ruidos extraños en el cielo.
Era tiro libre. Lo pateaba Raúl. Muy extrañamente, mis piernas empezaron a agrandarse; parecía un marciano. Nadie se dio cuenta.
Cuando el volante derecho de nuestro equipo pateó el tiro libre, mandando un centro, el defensor del otro equipo cabeceó. El balón me quedó a mí. Quedaban 10 segundos para el final. Mis piernas se movieron solas, sin que yo hiciera ningún movimiento. La pelota fue tomando cada vez más efecto, con rosca, y la clavé en el ángulo derecho del arco. El árbitro terminó el partido. ¡Salimos campeones! Todos mis compañeros me abrazaban. Fue entonces cuando, sorpresivamente, aparecieron manos aplaudiendo y fuegos artificiales ¡provenientes de la Luna!