Fundamentos Sociológicos de Émile Durkheim: Sociedad, Anomia y Solidaridad

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La Perspectiva Sociológica de Émile Durkheim: Sociedad, Función y Evolución

En primer lugar, y lo más importante, Émile Durkheim reconoció que la sociedad existe más allá de nosotros mismos. La sociedad es más que los individuos que la componen; posee una vida propia que se extiende más allá de nuestras experiencias personales. Durkheim destacó que la sociedad tiene el poder de determinar nuestros pensamientos y acciones. Es más que la suma de sus partes; existe como un organismo complejo arraigado en nuestra vida colectiva.

Función: La Sociedad en Acción

Durkheim se concentró en el concepto de función. Explicaba que el significado de cualquier hecho social se extiende más allá de los individuos, abarcando el funcionamiento de la sociedad en sí misma.

Personalidad: La Sociedad en Nosotros Mismos

Durkheim afirmaba que la sociedad no solo está «más allá de nosotros mismos», sino también «en nosotros mismos». En resumen, cada uno de nosotros construye su personalidad interiorizando los hechos sociales. La manera en que actuamos, pensamos y sentimos está determinada por la sociedad que nos educa.

Modernidad y Anomia

Comparadas con las sociedades tradicionales, las sociedades modernas imponen pocas restricciones sobre los individuos. Durkheim reconocía las ventajas de la libertad moderna, pero advirtió del peligro de un aumento de la anomia, una condición en la cual la sociedad proporciona una guía moral insuficiente a los individuos.

Sociedades en Evolución: La División del Trabajo

Al igual que Marx y Weber, Durkheim fue testigo de primera mano de la rápida transformación de Europa durante el siglo XIX. Explicaba que, en las sociedades preindustriales, las fuertes tradiciones actúan como el cemento social que mantiene a las personas unidas. De hecho, lo que denominó conciencia colectiva es tan fuerte que la comunidad se moviliza rápidamente para castigar a cualquiera que se atreva a desafiar los modos de vida convencionales. Durkheim llamó a este sistema «solidaridad mecánica», que implica lazos sociales basados en una moralidad compartida y que mantienen unidos a los miembros de las sociedades preindustriales. Por tanto, en la práctica, la solidaridad mecánica nace de la semejanza.

Durkheim consideraba que el debilitamiento de la solidaridad mecánica es un rasgo que define la sociedad moderna. La modernidad genera un nuevo tipo de solidaridad que se apresura a llenar el vacío dejado por las tradiciones abandonadas. Durkheim llamó a esta nueva integración social «solidaridad orgánica», definida como los lazos sociales, basados en la especialización, que mantienen unidos a los miembros de las sociedades industriales.

Para Durkheim, la dimensión clave del cambio es la expansión de la división del trabajo en la sociedad, es decir, la actividad económica especializada. Como explicaba Weber, las sociedades modernas se especializaban para fomentar la eficiencia.

Así, la modernidad se apoya mucho menos en el consenso moral y mucho más en la interdependencia funcional. Es decir, como miembros de sociedades modernas, dependemos cada vez más de personas en las que confiamos cada vez menos.

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